Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
El sábado el PRI mostró todo su músculo en Querétaro, en la unción de Emilio Gamboa como nuevo dirigente del sector popular del partido. Dirigentes, líderes parlamentarios, gobernadores, aspirantes a gobernar, diputados, senadores, dirigentes locales, sectoriales y territoriales, el néctar de la maquinaria política, escucharon decir a Gamboa que nadie los parará hasta el 2012, porque “ya es tiempo de recuperar la Presidencia”. A juzgar por la intensidad de los aplausos, el elegido para encabezar el retorno triunfal es Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México.
La cargada hacia Peña Nieto parece como algo mecánico al fenómeno que se viene construyendo hace varios años en torno a él. Hace casi tres años El Diario de Yucatán publicó en su primera plana una imagen del cierre de campaña de la hoy gobernador Yvonne Ortega, donde aparecía una batería de mujeres mayas con sus celulares en lo alto de sus manos para fotografiar a Peña Nieto. Hace dos años el líder en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, decía que donde se parara Peña Nieto ganaba una elección. El año pasado lo buscaron candidatos de todo el país para que los apoyara, y Peña Nieto iba a actos de campaña para regalarles carisma, preferencias de voto y respaldos electorales.
En los cálculos para 2012 del ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, se encuentra que el gobierno del presidente Felipe Calderón desbarranque la carrera de Peña Nieto para que su eventual aspiración al poder, tenga viabilidad. Entre los panistas también saben que mantener el poder tiene como estación primera la elección para gobernador en el estado de México el próximo año, y que la derrota del PRI sería una derrota para Peña Nieto y, quizás, el final de su carrera tras el máximo poder. El trabajo no es fácil, sobretodo después de que en las elecciones federales del año pasado sucedió todo lo contrario: el PRI mexiquense le quitó casi toda su zona de influencia al PRD en el oriente de la zona metropolitana de la ciudad de México, y con el PAN hizo lo mismo en el poniente.
Pese a la sistemática crítica en amplios sectores que forman opinión política, Peña Nieto está bien blindado ante una opinión pública que no deja de adorarlo. Su imagen negativa en medios no permea hacia la población, que sigue favoreciéndolo casi en una escala de dos por uno para ser el próximo Presidente frente al resto de sus potenciales adversarios juntos. Su nivel de preferencia electoral es tan alto, que algunos expertos coinciden que incluso temas tan controvertidos como la conclusión del Caso Paulette, si bien le puede restar credibilidad y preferencia de voto, será tan marginal que no afectará significativamente su posición.
Querétaro fue el espejo de lo que es Peña Nieto y lo que está significando para el partido, donde la cargada a menos de dos años y medio de la elección presidencial muestra tanta fuerza como, paradójicamente, vulnerabilidad. Se ha convertido en el único político que pareciera tiene asegurada la candidatura –aunque esto, a más de 18 meses que se decida, es relativo-, por lo que se convierte en el único adversario a enfrentar, colectivamente, por los opositores al PRI y, sobretodo, dentro del propio partido, que resiente que la maquinaria mexiquense ha asumido que es inevitable que Peña Nieto será el próximo Presidente de México y actúe en consecuencia.
La cargada de Querétaro no refleja el descontento que existe entre varios líderes y gobernadores priistas por lo que han venido haciendo los operadores de Peña Nieto. Hay mandatarios estatales, inclusive cercanos a él, que se sienten agraviados que enviaran grupos a sus estados para trabajar políticamente a sectores y territorios sin haberles avisado. En el Congreso, incomodó que el coordinador de la bancada mexiquense Emilio Chuayffet presentara una segunda reforma política emanada del PRI, donde pide que el próximo Presidente de la República tenga la cláusula de gobernabilidad en el Congreso, que le permitiría ir avanzando con sus iniciativas sin necesidad de tener la mayoría nominal en la Cámara. A legisladores y gobernadores les molestó la manera como el diputado mexiquense Luis Videgaray, presidente de la Comisión de Presupuesto, manejó la negociación con la Secretaría de Hacienda y las asignaciones presupuestales con el resto de los gobiernos priistas estatales. Tampoco gustó que los mexiquenses se quedaran con el control del grupo del PRI en la Comisión Permanente y que la agenda la definan ellos a espaldas del resto de los priistas. Esta tensión ya trascendió sutilmente al público, con puyas en la tribuna entre Videgaray y el senador Francisco Arroyo.
Hay influyentes sectores dentro del PRI que empiezan a manejar que no es bueno para el partido que exista un precandidato tan perfilado y omnipotente como Peña Nieto por dos razones. La primera es que la falta de una competencia en el partido por la candidatura, dados los antecedentes que están viendo en el equipo del gobernador mexiquense, prefigura la exclusión de todos aquellos que no estén en su ámbito inmediato, lo que podría ocasionar una pugna al interior del partido y que, como sucedió en 2006, pese a tener el mismo patrón de triunfos electorales de hoy en día, no recuperaron la Presidencia y cayeron al tercer lugar como fuerza política. La segunda es que un precandidato único concentrará toda la metralla de sus adversarios, quienes calcularán que si logran descarrilarlo, el PRI no podrá construir otro candidato con nivel de competencia, por haber puesto todo en uno solo.
El músculo que el PRI mostró este sábado en Querétaro es sólo una fotografía del partido, no la radiografía de su interior. En ella se podría ver que la unidad no es tal y peor aún, que las tensiones dentro de las estructuras jerárquicas del partido están creciendo y se están agriando. La polarización tendrá una expresión política tras las elecciones de julio próximo, cuando se vean los resultados en 12 gubernaturas y se redibuje el mapa político nacional. Tras esos comicios vendrá el primer round por la candidatura presidencial, que en estos tiempos de calentamiento, ya mostró que los golpes prometen estar duros.
El sábado el PRI mostró todo su músculo en Querétaro, en la unción de Emilio Gamboa como nuevo dirigente del sector popular del partido. Dirigentes, líderes parlamentarios, gobernadores, aspirantes a gobernar, diputados, senadores, dirigentes locales, sectoriales y territoriales, el néctar de la maquinaria política, escucharon decir a Gamboa que nadie los parará hasta el 2012, porque “ya es tiempo de recuperar la Presidencia”. A juzgar por la intensidad de los aplausos, el elegido para encabezar el retorno triunfal es Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México.
La cargada hacia Peña Nieto parece como algo mecánico al fenómeno que se viene construyendo hace varios años en torno a él. Hace casi tres años El Diario de Yucatán publicó en su primera plana una imagen del cierre de campaña de la hoy gobernador Yvonne Ortega, donde aparecía una batería de mujeres mayas con sus celulares en lo alto de sus manos para fotografiar a Peña Nieto. Hace dos años el líder en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, decía que donde se parara Peña Nieto ganaba una elección. El año pasado lo buscaron candidatos de todo el país para que los apoyara, y Peña Nieto iba a actos de campaña para regalarles carisma, preferencias de voto y respaldos electorales.
En los cálculos para 2012 del ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, se encuentra que el gobierno del presidente Felipe Calderón desbarranque la carrera de Peña Nieto para que su eventual aspiración al poder, tenga viabilidad. Entre los panistas también saben que mantener el poder tiene como estación primera la elección para gobernador en el estado de México el próximo año, y que la derrota del PRI sería una derrota para Peña Nieto y, quizás, el final de su carrera tras el máximo poder. El trabajo no es fácil, sobretodo después de que en las elecciones federales del año pasado sucedió todo lo contrario: el PRI mexiquense le quitó casi toda su zona de influencia al PRD en el oriente de la zona metropolitana de la ciudad de México, y con el PAN hizo lo mismo en el poniente.
Pese a la sistemática crítica en amplios sectores que forman opinión política, Peña Nieto está bien blindado ante una opinión pública que no deja de adorarlo. Su imagen negativa en medios no permea hacia la población, que sigue favoreciéndolo casi en una escala de dos por uno para ser el próximo Presidente frente al resto de sus potenciales adversarios juntos. Su nivel de preferencia electoral es tan alto, que algunos expertos coinciden que incluso temas tan controvertidos como la conclusión del Caso Paulette, si bien le puede restar credibilidad y preferencia de voto, será tan marginal que no afectará significativamente su posición.
Querétaro fue el espejo de lo que es Peña Nieto y lo que está significando para el partido, donde la cargada a menos de dos años y medio de la elección presidencial muestra tanta fuerza como, paradójicamente, vulnerabilidad. Se ha convertido en el único político que pareciera tiene asegurada la candidatura –aunque esto, a más de 18 meses que se decida, es relativo-, por lo que se convierte en el único adversario a enfrentar, colectivamente, por los opositores al PRI y, sobretodo, dentro del propio partido, que resiente que la maquinaria mexiquense ha asumido que es inevitable que Peña Nieto será el próximo Presidente de México y actúe en consecuencia.
La cargada de Querétaro no refleja el descontento que existe entre varios líderes y gobernadores priistas por lo que han venido haciendo los operadores de Peña Nieto. Hay mandatarios estatales, inclusive cercanos a él, que se sienten agraviados que enviaran grupos a sus estados para trabajar políticamente a sectores y territorios sin haberles avisado. En el Congreso, incomodó que el coordinador de la bancada mexiquense Emilio Chuayffet presentara una segunda reforma política emanada del PRI, donde pide que el próximo Presidente de la República tenga la cláusula de gobernabilidad en el Congreso, que le permitiría ir avanzando con sus iniciativas sin necesidad de tener la mayoría nominal en la Cámara. A legisladores y gobernadores les molestó la manera como el diputado mexiquense Luis Videgaray, presidente de la Comisión de Presupuesto, manejó la negociación con la Secretaría de Hacienda y las asignaciones presupuestales con el resto de los gobiernos priistas estatales. Tampoco gustó que los mexiquenses se quedaran con el control del grupo del PRI en la Comisión Permanente y que la agenda la definan ellos a espaldas del resto de los priistas. Esta tensión ya trascendió sutilmente al público, con puyas en la tribuna entre Videgaray y el senador Francisco Arroyo.
Hay influyentes sectores dentro del PRI que empiezan a manejar que no es bueno para el partido que exista un precandidato tan perfilado y omnipotente como Peña Nieto por dos razones. La primera es que la falta de una competencia en el partido por la candidatura, dados los antecedentes que están viendo en el equipo del gobernador mexiquense, prefigura la exclusión de todos aquellos que no estén en su ámbito inmediato, lo que podría ocasionar una pugna al interior del partido y que, como sucedió en 2006, pese a tener el mismo patrón de triunfos electorales de hoy en día, no recuperaron la Presidencia y cayeron al tercer lugar como fuerza política. La segunda es que un precandidato único concentrará toda la metralla de sus adversarios, quienes calcularán que si logran descarrilarlo, el PRI no podrá construir otro candidato con nivel de competencia, por haber puesto todo en uno solo.
El músculo que el PRI mostró este sábado en Querétaro es sólo una fotografía del partido, no la radiografía de su interior. En ella se podría ver que la unidad no es tal y peor aún, que las tensiones dentro de las estructuras jerárquicas del partido están creciendo y se están agriando. La polarización tendrá una expresión política tras las elecciones de julio próximo, cuando se vean los resultados en 12 gubernaturas y se redibuje el mapa político nacional. Tras esos comicios vendrá el primer round por la candidatura presidencial, que en estos tiempos de calentamiento, ya mostró que los golpes prometen estar duros.
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