El misterio de “El Jefe” Diego

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

¿Quién secuestró a Diego Fernández de Cevallos? La pregunta ha despertado todo tipo de versiones y especulaciones, pero no hay una respuesta clara todavía. A dos semanas de la captura, el modus operandi que se utilizó para atraparlo en su rancho “La Cabaña” en Querétaro, sigue causando intriga. Fue una operación rápida, precisa y silenciosa. Hubo un fuerte forcejeo, pues Fernández de Cevallos opuso resistencia, pero nadie escuchó nada. De hecho, no hay testigos de nada.

La reconstrucción de cómo fue el secuestro y el envío selectivo de una fotografía de Fernández de Cevallos vivo –en el momento en que se tomó esa gráfica-, revelaron a la familia, a sus socios y al gobierno, que el grupo que secuestró al abogado conocía de sus rutinas y costumbres –sus viajes frecuentes al rancho los fines de semana viajando solo y armado con una pistola-, sabía el movimiento en el rancho –probablemente también el número del personal- y, sobretodo, la manera como podían llevárselo sin causar sospecha.

Quienes secuestraron a Fernández de Cevallos, según la reconstrucción, esperaron agazapados a que llegara, aproximadamente a las 22:50 horas del viernes 14 de mayo. Se bajó de su camioneta y aparentemente olvidó su arma, una Pietro Beretta .380. Al regresar por ella, uno de los captores lo tomó por la espalda y Fernández de Cevallos comenzó a forcejear. Los movimientos fueron bruscos, pues se ha determinado que cayó de bruces con su captor sobre la espalda.

No cayeron sobre la tierra, sino sobre una superficie de piedra, donde quedó una mancha de sangre de aproximadamente 30 centímetros de diámetro. Los peritos no tenían idea clara si se trataba de una herida causada por las tijeras para la barba que siempre llevaba consigo, o por un golpe –no se encontró la pistola-. Inclusive, había el temor de que si fuera una herida en la pierna –en un principio estimaron una pérdida de sangre de hasta medio litro-, podría desangrarse pues el hospital más cercano que podría atenderlo se encontraba a 30 kilómetros. Cuando apareció la fotografía de él vivo, determinaron que un golpe que tiene sobre la frente es el que provocó la herida, probablemente en el momento en que cayó con su captor encima.

La reconstrucción no permite saber cuántas personas participaron en el secuestro, aunque presumen que fue un grupo porque Fernández de Cevallos fue llevado a pie, o cargado por cuando menos dos de ellos, hasta trasladarlo a otro punto para subirlo a un vehículo, que se explica como una medida para evitar curiosidad entre los lugareños al ver un vehículo ajeno a la zona. A pie, en un campo boscoso y rural, pudieron salir del área sin ser detectados.

Esta forma de operación es la que permitió descartar varias hipótesis. Una es que hubiera sido el secuestro de improvisados. Aunque es posible, la manera como ejecutaron el secuestro, sugiere a los investigadores de una capacidad técnica y logística que no se ve entre amateurs. La hipótesis de una venganza del narcotráfico fue descartada prácticamente desde el primer momento, pues de haber sido así, Fernández de Cevallos habría sido ejecutado en el lugar, o para estos momentos el cuerpo habría sido tirado o enviado a algún lugar público.

Por las mismas razones de la capacidad, se ha venido desvaneciendo la hipótesis de una venganza por un litigio. Emprender una acción de esa naturaleza significaría realizar la contratación de un grupo con la experiencia y el conocimiento para poder ejecutar la operación sin ser detectados. No hay muchos grupos que puedan hacer eso hoy en día en México. Las grandes bandas de secuestradores están desmanteladas, lo que deja abierta la posibilidad de que fuera un grupo descontrolado de ETA –que ya ha participado en secuestros en México, directa o indirectamente-, o una célula de las FARC -que hace tiempo operan en este país-. Sin embargo, una venganza suele ser liquidada en el momento en que se realiza la acción, y no pasa por el trabajo de enviar una fotografía a medios selectos.

La posibilidad de que haya sido la guerrilla –local o externa- sigue en la cabeza de algunos investigadores como una hipótesis que no descartan. Hay, sin embargo, factores objetivos contrapuestos. El primero es que la guerrilla experimentada en secuestros de alto impacto y con capacidad operativa en Querétaro, es el EPR, de quien sospecharon las áreas de inteligencia al principio, pues el rescate de su último secuestro de alto impacto, de Eduardo García Valseca en San Miguel de Allende en 2008, ya se les acabó. Aunque han estado robando oficinas de correos en algunas partes del país, esos recursos no son suficientes para mantener su operación.

Pero el EPR, que mantiene un canal de comunicación con el Cisen para que el gobierno resuelva la desaparición de sus dos militantes Gabriel Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, se deslindó rápidamente en un comunicado, y envió varios mensajes a algunos políticos para ratificar que ellos no están detrás del secuestro. Un grupo escindido del EPR ha sido manejado como eventual responsable, aunque todos los desprendimientos, salvo el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, no son más que máscaras eperristas. El ERPI sólo tiene capacidad operativa en Guerrero, y desde noviembre, en que fue ejecutado su jefe, el Comandante Ramiro, se encuentra en convulsión. El ERPI, sin embargo, llegó a establecer vínculos con la Familia Michoacana, lo que a algunos especialistas que no están en la investigación los tiene preocupados, por la posibilidad de que si resultara que esa organización está atrás del secuestro, el nuevo fenómeno que se vería es de narcoguerrilla.

¿Quién secuestró a Fernández de Cevallos? La pregunta no va a ser respondida, cuando menos durante el tiempo que dure en cautiverio el abogado. Su mejor opción es que sean profesionales –que le respetarán la vida porque les interesa el dinero-, y lo peor que le podría pasar es que fueran improvisados, pues su vida corre peligro. En cualquier caso, estiman en el gobierno como si fuera un acto de fe, esto puede llevarse todavía un tiempo para resolverse. Los secuestradores, por cierto, ya hicieron contacto con la familia y comenzó la negociación.

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