UN CASO HIPOTÉTICO que, ojalá, nunca se nos presente a usted o a mí. Desaparece uno de sus familiares, el patriarca para más señas. Tras la conmoción, ¿llamaría usted al peor de los enemigos del desaparecido, “levantado” o secuestrado para pedir su ayuda en la localización y rescate?
¿Llamó algún familiar o amigo cercano a Calderón para avisarle del oscuro suceso registrado en las últimas horas del viernes anterior? ¿Para pedir auxilio o apoyo? ¿Siquiera para nada más avisarle, aprovechando que había realizado una escala, de sus muchos viajes, en el Distrito Federal?
No parece ser el caso. Pudiera ser, sí en cambio, que los próximos al queretano hayan buscado a dos colaboradores del ocupante de Los Pinos, Fernando Gómez Mont y Arturo Chávez Chávez, a quienes se ubica cual surgidos de los “establos” de Fernández de Cevallos, y que éstos hayan transmitido la noticia que empañó el viaje de Calderón a España, primero, y después a los Estados Unidos.
Usted, por supuesto, llamaría a un amigo. Y si éste es más poderoso que el enemigo –cual sin duda lo es el envidioso Calderón del exitoso Diego–, más que mejor.
Carlos Salinas de Gortari, estoy cierto, sí habría recibido el SOS. Y rápidamente se habría puesto a trabajar al lado de Antonio Lozano Gracia –con quien está en deuda, por aquellas invenciones de La Paca, con las que se desvirtuaron las verdaderas acusaciones en contra de su hermano Raúl– y de otros verdaderos amigos del ex candidato presidencial que, en tal papel, le hizo otro servicio al salinato: una primera desaparición.
En ese tenor, Salinas habría pedido a otro ex colaborador de todas sus confianzas que se asomara al caso y, por supuesto, que hiciera todo lo que estuviera a su alcance para rescatarlo con vida: el general ahora retirado Mario Arturo Acosta Chaparro. Información en tal sentido fue ofrecida ayer, para más señas, en la primera plana del diario Reforma, donde se da cuenta de que “allegados al militar confirmaron que el polémico General fue contactado el lunes por la familia de Fernández de Cevallos para involucrarse en el caso”.
Luego de eso, la noche del martes, Acosta Chaparro fue baleado, recibiendo un tiro en el pecho, lo que le mantiene internado en una instalación sanitaria militar.
También la mediación de Salinas habría servido para que la principal televisora del país, anunciara que dejaría de bordar en el caso de la desaparición del muy polémico ex senador. El ex Presidente, lo saben muchos, sigue mandando en Televisa. Con Calderón, esta empresa sólo mantiene una rentable relación comercial.
A un tiempo, se han dado –para no variar– pifias, retrasos, desconcierto, no sólo en el viajero Calderón, aún entre sus “cuates” que aquí se quedaron encargados: hasta 72 horas después del evento, por ejemplo, el supersecretario Genaro García Luna envía a su superpolicía (jejeje) Luis Cárdenas Palomino. Sí, ¡tres días después!
Retrasa un par de horas su viaje el ocupante de Los Pinos, porque de acuerdo a un vocero de Televisa, espera a que se redacte un comunicado oficial sobre el caso del queretano y se queda a revisarlo.
La PGR, de otra parte, está involucrada en las indagatorias, pero como que no está.
Es en el campo militar –¿por qué ahí?– donde se concentran los esfuerzos (sic) federales.
Y Calderón, viaje y viaje, sin dejar de pronunciar desatinos. Al presidente de gobierno español le dice que el llamado “Jefe” fue secuestrado y, en consecuencia, José Luis Rodríguez Zapatero así lo reproduce en un discurso de bienvenida. Aquí nadie usa el término y Fernández de Cevallos sigue en calidad de desaparecido.
Ya en territorio del continente americano, Calderón descarta que en este evento exista un vínculo con el crimen organizado. ¿Cómo sabe? ¿Qué es lo que sí sabe? ¿Qué los que se nos oculta?
Reitera, horas más tarde lo mismo, pero además añade que este no es un mensaje que los narcotraficantes le estén enviando. ¿Por qué la seguridad? ¿Qué sabe entonces Calderón? ¿Qué oculta tras su ramplona retórica?
Y fíjese usted en esta perla:
“Los criminales me envían mensajes muy claros por otras vías. Creo que es un caso sumamente delicado. Para mí es muy triste, porque Diego es buen amigo mío (sic), es buen amigo de mi partido, pero no hay evidencia de que esta situación esté vinculada con el crimen organizado, no hay evidencia de que se trate de un secuestro; de acuerdo con la investigación no teníamos evidencia” (?).
¿Cómo se comunican los narcotraficantes con Calderón? ¿Vía Blackberry? ¿Acuden a Los Pinos, cual ya aconteció no hace mucho? ¿Usan como mensajero a algún funcionario que cobra en el área de seguridad?
¿Qué ocultan en Los Pinos?
Índice Flamígero: Si, como se dice, Calderón está negociando la aparición de Fernández de Cevallos por la libertad de un narcotraficante, entonces su corto sexenio –que se nos ha hecho un siglo a los ciudadanos–, ya acabó.
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