Aumenta la brecha entre ricos y pobres en América Latina

El 20% más rico acapara casi 60% de los recursos, mientras que el 20% más pobre recibe sólo el 3.5%

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América Latina y el Caribe es el continente más urbanizado del mundo. Cuatro de cada cinco latinoamericanos viven en centros urbanos en la región, pero no todos tienen acceso a servicios básicos.

Según el informe “Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe”, presentado en el V Foro Urbano Mundial, llevado a cabo en Rio de Janeiro, Brasil, del 22 al 26 de marzo, “desde mediados del siglo XX, América Latina y el Caribe ha pasado de ser una región predominantemente rural a convertirse en un territorio donde la mayoría de la población vive en asentamientos considerados estadísticamente urbanos”.

El estudio, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT), sostiene que en las ciudades latinoamericanas es donde mejor se percibe la desigualdad.

“Una consecuencia de la desigualdad de ingresos es la polarización social y residencial. Las ciudades de la región están caracterizadas por claras diferencias entre las áreas residenciales de ricos y pobres. Esto se muestra claramente en la distribución de viviendas formales e informales, con los ricos viviendo en sus elegantes casas en barrios con buenos servicios y los pobres teniendo que construir las propias con pocos servicios a través de procesos de autoconstrucción”, dice el documento.

Si bien se han producido avances en la cobertura de servicios públicos básicos, sólo 50% de los hogares urbanos latinoamericanos están conectados a redes de alcantarillado y tres de cada cuatro viviendas tienen acceso a servicio de agua potable.

El estudio, que analizó la pobreza y desigualdad en la región, encontró que entre 1990 y el 2008 la desigualdad sólo se redujo en 0.03, de 0.55 a 0.52 de acuerdo con el coeficiente de Gini, que mide la distribución de los ingresos donde 0 es la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 es la perfecta desigualdad (uno tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

Los altos niveles de inequidad, que se demuestran en que el 20% más rico acapara el 56.9% del ingreso total, mientras que el 20% más pobre sólo recibe 3.5%, “impiden un buen nivel de vida y una adecuada satisfacción de las necesidades básicas en educación, salud, trabajo y vivienda”.

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