Aristegui y la transición (traicionada y frustrada)

Álvaro Cepeda Neri

Se discute y analiza la transición que se quedó en mediocre alternancia, de peores gobernantes panistas por esa mezcla de malos, regulares y uno que otro más o menos sobresaliente priísta. De un PRI al que le imputan falsamente, ser un cambio de piel del PNR (1929) y del PRM (1946), convertido del alemanismo al díazordacismo, en portador de las conquistas revolucionarias a la Contrarrevolución. Y de Echeverría a López Portillo el populismo de derechas, hasta llegar al neoliberalismo económico o capitalismo salvaje con autoritarismo conservador de De la Madrid al calderonismo; y hoy derivando al victorianohuertismo con tantas fallas que encaja en la definición de un panismo fallido (Noam Chomsky: Estados fallido. El abuso del poder y el ataque a la democracia. Ediciones B).

Históricamente una transición, de cualquier modalidad de autocracia o democracia (desde democracias elementales a la más completa democracia que implica división, para pesos y contrapesos de poderes; Estado Federal, para relativizar la centralización del Estado Unitario, por la máxima descentralización), ha de ser en los términos sintetizados por Al Smith: “para resolver con más democracia los problemas de la democracia”, entreverada con fines republicanos. De otra manera, salvo prueba en contrario, no hay transición política modernizadora. Y en las entrevistas a 26 actores de la vida pública mexicana, sólo Miguel Ángel Granados Chapa (el Zarco de nuestro tiempo) y José Woldenberg, llevan sus respuestas al corazón de lo que es la transición... interrumpida que, sin embargo, alcanza a desmontar el sistema autoritario (puesto en jaque desde 1968). Y no logró completarse como jaque mate al presidencialismo que foxismo y calderonismo ejercieron para hacer regresiva esa transición.

La periodista Carmen Aristegui logró que sus entrevistados bordearan el problema de la transición que se ha vuelto decepción de alternancias (por causa de uno de esos 26 que rehusaron el cara-a-cara, el tonto que la hizo de inquilino de Los Pinos para el protagonismo de su vicepresidenta de facto). Está el cínico Manuel Espino (ayer foxista, ahora anticalderonista, pero siempre como la veleta que le echa la culpa de la traición al cambio de las corrientes del aire... de su ideología ultraderechista). Krauze, el ideólogo de Espino, se las da de sabelotodo sin la inteligencia cultivadísima de Cosío Villegas (al que quisiera emular y superar) ni la celebridad de Paz, se presenta como uno de los “elegidos” con su frase, tras citar a su elite-compañeros de viaje: “¿Te das cuenta de quienes estaban?”, como si la periodista no supiera quiénes eran.

Salinas rehusó, porque antes de recibir la invitación de Aristegui, De la Madrid, otro de los que conversaron con la periodista, soltó imputaciones contra su sucesor. Estas entrevistas dan vida al libro: Transición. Conversaciones y retratos de lo que se hizo y se dejó de hacer por la democracia en México, de casi 300 páginas a todo lujo, con fotografías de Ricardo Trabulsi a toda plana, captando la personalidad de los 26; son puntos de vista sobre la transición que no fue e interrumpida por los mismos que quisieron ser sus detonadores. Y fueron catalizadores del viejo sistema en lugar, como apuntó y apuntaló con su definición el luchador italiano, de que las crisis son el parteaguas “entre lo viejo que no quiere morir y lo nuevo que quiere nacer”.

Hay que adentrarse en las reflexiones de los entrevistados, con las del lector que las va tejiendo, simultáneamente, sobre lo que contestaron algunas (como siempre no están todos los que son) voces interpeladas con “un conjunto de interrogantes básicas” que constituyen el tronco por cuyas ramas se anduvieron la mayoría (Álvarez, Bartlet, Camacho, Castañeda, Creel, De la Fuente, De la Madrid... ¡Espino!, Fernández de Cevallos (la ardilla de Los Pinos salinistas); el pobrecito Fox, sin idea; Krauze, Labastida, López Obrador, Lujambio (el Fox-Calderón reeditado). La entrevistadora logra, con todos los asegunes de este reseñador, hacer que se pronuncie cada uno sobre una pseudotransición que fracasó: “Porque no se dio el paso al pluralismo de partidos, sino a las oligarquías de los partidos. No está representada la gente, el público, la ciudadanía, la sociedad, sino los grupos que la controlan”.

Dos anexos completan el libro. Una cronología a partir de 1988, cuando tras el cisma-escisión priísta (arsenal de políticos y politiquillos que desde el 2000 postulan los partidos), nace el Frente Democrático Nacional que postula a Cárdenas como candidato de oposición a la Presidencia de la República y materializa la “profecía” de Cosío Villegas: “De todos modos, si alguna vez surgiera ese nuevo partido, sería un desgajamiento del PRI y no algo ajeno a él”. Hasta llegar al 2009, con la entrevista de Carmen Aristegui a De la Madrid cuando éste quiso desdecirse de las imputaciones a Salinas, causando revuelo nacional. Los salinistas movieron complicidades y con su ventriloquia hicieron “hablar” al ex presidente para que “firmara” desmentidos, presentando sus acusaciones como originadas por su demencia senil... cuando fue lo único lúcido, veraz y certero de un ex contra otro ex que cerró la historia de la corrupción política y económica de la monarquía que duró 54 años.

La periodista, cuyos programas de noticias, comentarios y entrevistas son, desde hace años (y a pesar de las censuras llegadas al extremo de querer desparecerla de la radio y la televisión), solicitados por una creciente audiencia, alcanzó con este libro uno de sus mayores logros como reportera. Y nos brinda un texto cuyos retratos en prosa y fotográficos, ofrecen un muy completo abanico de opiniones de las derechas fundamentalistas (Espino, el “jefe” Diego, Fox, Lujambio), pasando por los centristas: Bartlett, Castañeda, Krauze; del centro-derecha: Labastida, Ugalde; democrático-republicanos: Woldenberg, Meyer, Bartra, con ellos dos periodistas: Denisse Dresser y Granados Chapa; y de izquierda: López Obrador, Muñoz-Ledo, Rosario Ibarra. Un aspirante... o tres: Creel, AMLO, De la Fuente. Álvarez, el panista y Jorge Carpizo.

Cada uno con su singularidad ideológica, política, periodística, académica respondieron los cuestionamientos incisivos de la entrevistadora, salvo Zedillo que le sacó al bulto. Salinas que tiró la toalla. Fox que remitió un escrito. El resto le entró al toma y daca de las conversaciones-entrevistas, para que los lectores analicen y saquen sus conclusiones. Y para continuar discutiendo la transición interrumpida, porque el peñanietismo copeteado busca ocultar las cabezas políticas que existen, agujas en un pajar, cuando es lo que necesita la transición para romper su interrupción.

Ficha bibliográfica:
Autora: Carmen Aristegui
Fotografía: Ricardo Trabulsi
Título: Transición
Editorial: Grijalbo.-2009

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