Ya te llevó la chingada…

A Puerta Cerrada / Marcela Gómez Zalce

• La molestia verde olivo
• La insoportable ingenuidad del ser… Sabina

El castigo puede demorarse, mi estimado, pero el crimen subsiste. Poco subliminales y ambiguos son los mensajes de nuestras fuerzas armadas hacia lo que es el descomunal desastre de la guerrita de Felipe Calderón contra la “ridícula minoría” y sus daños colaterales de los muertos civiles, que son los menos. En fechas recientes ha surgido la molestia verde olivo que devela el pequeño problemita en el tablero del gymboree (con minúsculas) presidencial.

Sobre todo cuando ya no hay duda de que eso de andar mandando a los militares a la calle, sin garantías ni marco legal, para que se rompan la madre en labores aptas para policías civiles ya agigantó los simpáticos ingredientes de la emocionante adversidad, yes?

Aunque en el fondo de las formas, my friend, está el ineludible hecho del fracaso de los civiles encargados de la seguridad pública que se engloba en el terreno de la seguridad nacional. Ahí donde las arañas de la corrupción han tejido su nido al amparo y resguardo de una cúpula ineficaz, incompetente e impune que usa y abusa de figuras como el arraigo —que en el futuro pasarán a la báscula de los derechos humanos— y que fabrica espectáculos, pirotecnia y show para disfrazar su monumental tiradero y la falta de una estrategia integral contra la organizada delincuencia.

Mientras la cifra de muertos llega al techo de los 23,000 y el titular de la SSPF y su talentosa asesora whatever, la poderosa Lizette Parra —la que premia y castiga a medios, funcionarios y colaboradores—, cranean lo que es verdaderamente importante y fundamental: cómo desviar la atención con obras taquilleras que desaten el aplauso del mordaz respetable, en los cuarteles los militares deslizan un ¡ya basta! ante la incertidumbre de la certidumbre que los llevará a la báscula de la historia como los hojaldras abusadores y asesinos de la irreflexiva guerrita de Calderón.

Mientras el presupuesto fluye y fluye a las arcas de la SSPF, el de la Sedena, año con año, es reducido mientras se agranda el escaso margen de maniobra verde olivo y los legisladores juegan al Tío Lolo danzando alrededor del marco legal encabezados por el partido en el poder (del no poder).

Chingón.

Lo inédito es que en estos aciagos momentos, la SSPF impulse a los spin doctors en el asunto del secuestro del joven Martí, que se encuentra en medio del batidillo de su Lore y La Güera. Sobre todo cuando García Luna Productions ha llevado a cartelera nacional éxitos como Josmar y el secuestro divino de un avión (en 3D) o The making of life behind bars de Florence Cassez, ¿no le parece?

Y curiosamente los testimonios de los revoltosos interrogados por la SSPF, my friend, acaban haciendo agua ante el MP federal. Así sucedió con el célebre Noé Robles Hernández, de la banda de Los Petricolet, una de las células de El Niño y de La Flor y… con María Elena Ontiveros, La Güera, cuyo testimonio en estos días pierde contundencia y se llena de divertidas contradicciones relacionadas con el fatídico retén.

Por lo mismo, el alegato del chofer del joven Martí, a quien pretendieron asesinar y lo dejaron con vida, es de suma relevancia. Y lo es, mi estimado, porque Cristian Salomones Flores no identifica a La Güera como la mujer en el retén sino a la comandante Lorena González, la mujer delgada, de poco busto, tez morena, pelo con rayos claros. La que identifica también por su voz. La que lo baja del auto, lo agarra de la cabeza para bajarlo y le dice que es un secuestro y que se lo llevó la chingada.

Ésa, mi estimado, es La Lore.

Con todo y que desahoguen las pruebas ahogadas en un cochinero de pirotecnia y show, no debe olvidarse quién es quién en esta historia que no sólo debe buscar la verdad histórica aclarando las confusiones en torno a la investigación, confundiendo a la concurrencia en un mar mediático de estiércol, sino derrumbar ese velo de corrupción e impunidad que (es) reina en las más altas esferas del poder.

¿Así o más claro…?

Por la mirilla

El ingenuo era yo (haiga sido como haiga sido), afirma Joaquín Sabina después de una comida en Los Pinos con Felipe Calderón y el cadáver de Bucareli, Fernandito, quien afirma que de ninguna manera su declaración supone que se retractó… ¿Tú le crees a Fernando y a Joaquín?



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