¿Y el censo?

Francisco Rodríguez / Índice Político

DENTRO DE UNOS días, justo en mayo, inicia en todo el país el levantamiento del censo nacional de población y vivienda correspondiente a la primera década del Siglo XXI. Limitado y para no variar fallido, este registro gubernamental –aunque encargado a un organismo aparentemente “autónomo”, cual lo es el INEGI– estará enmarcado por la desconfianza ciudadana surgida de la confirmación de que sus datos personales, igual los del IFE que los del SAT o los de empresas telefónicas y tiendas departamentales, se venden al mejor postor.

¿Con qué seguridad va usted a proporcionar ahora al INEGI la información que le sea requerida, si muy posiblemente ésta va a terminar en manos no sólo de policías, mercadólogos políticos, incluso delincuentes?

Censo “trunco”, dice de este ejercicio el especialista Ciro Murayama, quien resalta que este que se iniciará en un par de semanas, por ejemplo, “no contempla incluir preguntas que permitan conocer el nivel de ingresos de los hogares y, con ello, se priva de la oportunidad de saber, a través de un ejercicio censal, la situación real de la desigualdad social que las encuestas no captan –pues simplemente no llegan a los estratos de más altos ingresos”.

¡Qué bueno!, podría exclamar usted. Así ni los policías ni los delincuentes sabrán con cuánto es que pueden extorsionarlo, ¿no cree usted?

De acuerdo a Murayama, el cuestionario básico del censo también “excluye preguntas sobre condición de actividad económica, es decir, las que permiten determinar si una persona trabaja o no, además de las referidas a la rama de actividad y posición en el empleo, con las cuales se configura la información sobre la estructura ocupacional del país y se tienen elementos para estimar la dimensión de la precariedad laboral.

“La exclusión de preguntas sobre ingreso y condición de actividad es grave porque a partir de esos datos se puede hacer la estratificación indispensable para el diseño de las más diversas encuestas, así que también se está causando un daño a la calidad de las inferencias estadísticas, públicas y privadas, por venir.”

Eso sí, la derecha política gobernante, no omite preguntar sobre la religión de los mexicanos.

¿Con qué seguridad va usted a abrir la puerta de su hogar a quienes levanten el censo?

¿Con qué seguridad, sobre todo ahora que el crimen del siglo es, precisamente, el robo de identidad?

Datos de Estados Unidos revelan que cada cuatro segundos una identidad es robada y que alrededor de 10 millones de ciudadanos de ese país ya han resultado afectados.

Se calcula que el costo promedio de recuperar una identidad robada es de 8 mil dólares.

Los perjudicados tardan unas 600 horas en librarse de esta pesadilla y varios años en recobrar su buen nombre e historial crediticio.

Este ilícito es mucho más pernicioso que el fraude tradicional con medios de pago, que ocurre cuando alguien usa ilegalmente la chequera, la tarjeta de débito o la de crédito de otra persona.

El robo de identidad permite al delincuente abrir cuentas de banco, obtener tarjetas de crédito y teléfonos celulares, arrendar autos e inclusive departamentos a nombre de la víctima sin que ésta se entere.

En promedio, pasa un año antes de que el afectado descubra el robo. Por ello, pocos ladrones de identidades son detenidos.

Súmele a ello, también, las extorsiones telefónicas sobre supuestos secuestros, el cobro de cuotas de “seguridad” a comerciantes e industriales, y un largo etcétera de calamidades a las que los ciudadanos estamos expuestos.

No es el mejor momento para levantar el censo de población y vivienda.

Bien podría diferirse su levantamiento para el año próximo, luego de que exijamos a la Administración Federal el resguardo de todos los padrones que con nuestros datos, tiene en su poder.

¿O lo dejamos así, limitado, fallido, para nuestra seguridad?

Índice Flamígero: Comienzan a caer todos los teatros del histrión Genaro García Luna. El caso Florence Cassez, la “sustituta” inventada de “La Lore”, la falta de información sobre la presencia de los agentes de la SS en Ciudad Juárez, sus comentarios ácidos sobre Julio Schrer y su hijo del mismo nombre en reunión au petit comité, sus enormes fracasos en el combate a la delincuencia… más los que se acumulen de aquí al fin de semana.


Comentarios