Sara Sefchovich
Es muy interesante que, sin ser ciudadano mexicano ni estudioso de los asuntos mexicanos el cantante español se haya permitido criticar al Gobierno del País al que viene a presentar un show
Apenas pisó suelo mexicano, Joaquín Sabina ya estaba criticando la política del Presidente Calderón en el combate a las drogas: "Fue muy ingenuo al plantear la batalla al narcotráfico, porque esa guerra no la puede ganar él ni la puede ganar nadie", dijo.
Es muy interesante que, sin ser ciudadano mexicano ni estudioso de los asuntos mexicanos el cantante español se haya permitido criticar al Gobierno del País al que viene a presentar un show.
Y es muy interesante que lo haga sin que lo regañen, por menos que eso, hace unos años regresaron a un recién enviado Embajador de México en Costa Rica y allí mismo terminó su carrera diplomática, sino encima haciéndole la deferencia de que el mismísimo Secretario de Gobernación le respondiera públicamente a sus señalamientos.
En una carta publicada en los diarios, Fernando Gómez Mont se tomó la molestia de explicarle al artista que las cosas no son como él cree: negó "que el Gobierno federal haya actuado en cualquier momento con ingenuidad" y defendió "la decisión de actuar contra del crimen organizado (la cual) partió de un diagnóstico que cada día muestra resultados más contundentes y avanza en el fortalecimiento de las instituciones de seguridad pública y el sistema de justicia".
También es muy interesante lo fácil que el Ministro convenció al cantante de que el discurso oficial dice la verdad, porque unos días después ya se había arrepentido de sus palabras y decía que "el ingenuo soy yo". Pero claro, se trata de una persona que cambia fácilmente de opinión, porque a los cuatro vientos había declarado que lo que más feliz le hacía es "no tener que comer con presidentes" y unos días después de decirlo, ya estaba aceptando una invitación a comer a la residencia oficial de Los Pinos.
Y por fin, también resulta interesante que el Primer Mandatario que tanto se enoja con los que lo critican, se haya mostrado feliz y solícito con el señor Sabina y con todo y lo ocupadísimo que se supone que está, atendiendo los asuntos nacionales, le haya dedicado tres largas horas.
¿Qué hizo Joaquín Sabina para merecer tanta deferencia, mientras que nosotros, los que vivimos aquí y sufrimos los resultados de las decisiones gubernamentales y los que nos pasamos los años quemándonos las pestañas para entender a este país y hablamos y escribimos sobre él, nunca conseguimos que el gobierno nos escuche y tome en serio nuestras críticas? ¿Cuántos han dicho lo mismo que dijo Sabina sobre la guerra contra el narco y nadie les responde ni los agasaja?
No encuentro otra explicación para este asunto que el eterno afán mexicano de quedar bien con los de afuera, mientras los de adentro les importamos un cacahuate. O sí, hay otra explicación, y ella es el eterno doble discurso que permea a la política mexicana.
Que lo diga si no el siguiente ejemplo: la Asamblea Legislativa le da un reconocimiento a la Universidad Nacional Autónoma de México por la importancia de su labor en la educación. Los allí presentes le aplauden al Rector José Narro cuando dice que "sin un sistema educativo vigoroso y de calidad una sociedad está condenada".
Y todo eso sucede al mismo tiempo que ese cuerpo legislativo le estaba negando recursos a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México cuya función es precisamente educar a jóvenes. ¿Alguien entiende?
La razón que argumentan es que los resultados de la institución son pobres. Y por eso pretendían convocar al hasta hace unos días rector Manuel Pérez Rocha, para que les "informara". Pero él se negó a acudir, porque se trata de una institución autónoma, lo cual, de acuerdo al artículo tercero constitucional, significa que no tiene que informar más que a su propio Consejo Universitario. ¿Se les olvidó a los asambleístas la ley?
Claro que sí, como se les olvida todo lo que no sean sus intereses personales y partidistas, aun si como afirma Miguel Ángel Velázquez, este asunto "más que un despropósito, es una traición". ¡Y sobre todo viniendo de la supuesta izquierda que siempre le está criticando al gobierno federal y a la derecha porque no apoyan la educación y la cultura!
Es muy interesante que, sin ser ciudadano mexicano ni estudioso de los asuntos mexicanos el cantante español se haya permitido criticar al Gobierno del País al que viene a presentar un show
Apenas pisó suelo mexicano, Joaquín Sabina ya estaba criticando la política del Presidente Calderón en el combate a las drogas: "Fue muy ingenuo al plantear la batalla al narcotráfico, porque esa guerra no la puede ganar él ni la puede ganar nadie", dijo.
Es muy interesante que, sin ser ciudadano mexicano ni estudioso de los asuntos mexicanos el cantante español se haya permitido criticar al Gobierno del País al que viene a presentar un show.
Y es muy interesante que lo haga sin que lo regañen, por menos que eso, hace unos años regresaron a un recién enviado Embajador de México en Costa Rica y allí mismo terminó su carrera diplomática, sino encima haciéndole la deferencia de que el mismísimo Secretario de Gobernación le respondiera públicamente a sus señalamientos.
En una carta publicada en los diarios, Fernando Gómez Mont se tomó la molestia de explicarle al artista que las cosas no son como él cree: negó "que el Gobierno federal haya actuado en cualquier momento con ingenuidad" y defendió "la decisión de actuar contra del crimen organizado (la cual) partió de un diagnóstico que cada día muestra resultados más contundentes y avanza en el fortalecimiento de las instituciones de seguridad pública y el sistema de justicia".
También es muy interesante lo fácil que el Ministro convenció al cantante de que el discurso oficial dice la verdad, porque unos días después ya se había arrepentido de sus palabras y decía que "el ingenuo soy yo". Pero claro, se trata de una persona que cambia fácilmente de opinión, porque a los cuatro vientos había declarado que lo que más feliz le hacía es "no tener que comer con presidentes" y unos días después de decirlo, ya estaba aceptando una invitación a comer a la residencia oficial de Los Pinos.
Y por fin, también resulta interesante que el Primer Mandatario que tanto se enoja con los que lo critican, se haya mostrado feliz y solícito con el señor Sabina y con todo y lo ocupadísimo que se supone que está, atendiendo los asuntos nacionales, le haya dedicado tres largas horas.
¿Qué hizo Joaquín Sabina para merecer tanta deferencia, mientras que nosotros, los que vivimos aquí y sufrimos los resultados de las decisiones gubernamentales y los que nos pasamos los años quemándonos las pestañas para entender a este país y hablamos y escribimos sobre él, nunca conseguimos que el gobierno nos escuche y tome en serio nuestras críticas? ¿Cuántos han dicho lo mismo que dijo Sabina sobre la guerra contra el narco y nadie les responde ni los agasaja?
No encuentro otra explicación para este asunto que el eterno afán mexicano de quedar bien con los de afuera, mientras los de adentro les importamos un cacahuate. O sí, hay otra explicación, y ella es el eterno doble discurso que permea a la política mexicana.
Que lo diga si no el siguiente ejemplo: la Asamblea Legislativa le da un reconocimiento a la Universidad Nacional Autónoma de México por la importancia de su labor en la educación. Los allí presentes le aplauden al Rector José Narro cuando dice que "sin un sistema educativo vigoroso y de calidad una sociedad está condenada".
Y todo eso sucede al mismo tiempo que ese cuerpo legislativo le estaba negando recursos a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México cuya función es precisamente educar a jóvenes. ¿Alguien entiende?
La razón que argumentan es que los resultados de la institución son pobres. Y por eso pretendían convocar al hasta hace unos días rector Manuel Pérez Rocha, para que les "informara". Pero él se negó a acudir, porque se trata de una institución autónoma, lo cual, de acuerdo al artículo tercero constitucional, significa que no tiene que informar más que a su propio Consejo Universitario. ¿Se les olvidó a los asambleístas la ley?
Claro que sí, como se les olvida todo lo que no sean sus intereses personales y partidistas, aun si como afirma Miguel Ángel Velázquez, este asunto "más que un despropósito, es una traición". ¡Y sobre todo viniendo de la supuesta izquierda que siempre le está criticando al gobierno federal y a la derecha porque no apoyan la educación y la cultura!
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