Salvador Guerrero / Centro y Periferia
En esta entrega quiero plantear la posibilidad de que la aparente disputa entre el PRD capitalino y Marcelo Ebrard en realidad tiene la intención de ocultar el verdadero enfrentamiento que existe entre Bejarano y Andrés Manuel López Obrador, quien no ha perdido la confianza en Ebrard.
Hace exactamente dos semanas, AMLO afirmó, en reunión privada, lo siguiente: 1) “Dolores Padierna es una traidora” y de los otros “ya que ni se extrañe”, en alusión a los integrantes de Nueva Izquierda; 2) “Marcelo Ebrard es un extraordinario Jefe de Gobierno, leal, eficiente y que no se presta a las tentaciones de los que no nos quieren” y 3) “Aunque muchos no lo crean, sí estoy dispuesto a apoyar a Marcelo si está mejor posicionado que yo” cuando llegue el momento.
Vienen a colación estas afirmaciones, que igualmente son convicciones o representaciones retóricas de otra estrategia –precisamente aquella a la cual aluden constantemente diversas fuentes–, en el sentido de que en realidad la guerra entre ambos políticos ya está abierta para ocupar la candidatura del PRD a la Presidencia de la República en el 2012.
Es preciso ir con más cautela.
Cierto es que el líder del PRD en el Distrito Federal, Manuel Oropeza, así como Alejandro Sánchez Camacho, en la Cámara de Diputados y Leticia Quezada, en la ALDF, se han pronunciado clara y frontalmente para que Ebrard realice un plebiscito o consulta ciudadana antes de que inicie el proyecto de obra de la supervía que se extendería hacia ambos lados del controvertido Segundo Piso, que legó como obra pública a la ciudad la gestión de AMLO.
Sin conceder del todo veracidad a las afirmaciones de AMLO, asumamos por un minuto, como hipótesis, que efectivamente sus afirmaciones coinciden con lo que piensa y está dispuesto a respaldar en los actos. En tal caso, la confrontación con Ebrard no proviene de AMLO sino del más sistemático y hábil de los dirigentes del PRD en el DF, así como uno de los más controvertidos, convertido, según llegó, a asumir él mismo “en icono de la corrupción” por la “telecracia”: René Bejarano.
Así, no existe un “triángulo” en cuyos vértices visible, por ahora, estarían AMLO vs Ebrard vs Bejarano, sino una polarización simple entre dos campos adversarios: AMLO y Ebrard vs René Bejarano, que se hizo por lo pronto del control de 6 de los 16 comités distritales, el doble de NI, segunda fuerza en reconstitución en la capital y, después, los siguientes grupos.
En tal circunstancia, la disputa por la supervía que se presenta como si fuera una pelea anticipada de la gran batalla por la candidatura entre Ebrard y López Obrador, sería una inteligente cortina de humo de Bejarano para decirles del poder de veto que tiene, que debe ser considerado enteramente, y que ya hizo acuse de recibo como marginalizable por las huestes, tanto de AMLO como de Ebrard.
Como vocero de este último, el secretario general del PRD en el DF, Jesús Valencia, ha indicado que las posturas de sus compañeros de partido son “facciosas”. Descalificó la opinión de Oropeza al llamarla no institucional y dice no negarse a realizar un plebiscito.
Por lo pronto, la situación que no solo importa al PRD, sino a toda la ciudadanía, es evidencia de que día con día se hace necesario que en particular la obra pública y las motivaciones de ella y contra ella, sean visibles ante los electores que serán tanto sus beneficiarios como sus afectados provisionales, si es que, con el vigor de Ebrard y el poder de AMLO, inician su realización este año.
En esta entrega quiero plantear la posibilidad de que la aparente disputa entre el PRD capitalino y Marcelo Ebrard en realidad tiene la intención de ocultar el verdadero enfrentamiento que existe entre Bejarano y Andrés Manuel López Obrador, quien no ha perdido la confianza en Ebrard.
Hace exactamente dos semanas, AMLO afirmó, en reunión privada, lo siguiente: 1) “Dolores Padierna es una traidora” y de los otros “ya que ni se extrañe”, en alusión a los integrantes de Nueva Izquierda; 2) “Marcelo Ebrard es un extraordinario Jefe de Gobierno, leal, eficiente y que no se presta a las tentaciones de los que no nos quieren” y 3) “Aunque muchos no lo crean, sí estoy dispuesto a apoyar a Marcelo si está mejor posicionado que yo” cuando llegue el momento.
Vienen a colación estas afirmaciones, que igualmente son convicciones o representaciones retóricas de otra estrategia –precisamente aquella a la cual aluden constantemente diversas fuentes–, en el sentido de que en realidad la guerra entre ambos políticos ya está abierta para ocupar la candidatura del PRD a la Presidencia de la República en el 2012.
Es preciso ir con más cautela.
Cierto es que el líder del PRD en el Distrito Federal, Manuel Oropeza, así como Alejandro Sánchez Camacho, en la Cámara de Diputados y Leticia Quezada, en la ALDF, se han pronunciado clara y frontalmente para que Ebrard realice un plebiscito o consulta ciudadana antes de que inicie el proyecto de obra de la supervía que se extendería hacia ambos lados del controvertido Segundo Piso, que legó como obra pública a la ciudad la gestión de AMLO.
Sin conceder del todo veracidad a las afirmaciones de AMLO, asumamos por un minuto, como hipótesis, que efectivamente sus afirmaciones coinciden con lo que piensa y está dispuesto a respaldar en los actos. En tal caso, la confrontación con Ebrard no proviene de AMLO sino del más sistemático y hábil de los dirigentes del PRD en el DF, así como uno de los más controvertidos, convertido, según llegó, a asumir él mismo “en icono de la corrupción” por la “telecracia”: René Bejarano.
Así, no existe un “triángulo” en cuyos vértices visible, por ahora, estarían AMLO vs Ebrard vs Bejarano, sino una polarización simple entre dos campos adversarios: AMLO y Ebrard vs René Bejarano, que se hizo por lo pronto del control de 6 de los 16 comités distritales, el doble de NI, segunda fuerza en reconstitución en la capital y, después, los siguientes grupos.
En tal circunstancia, la disputa por la supervía que se presenta como si fuera una pelea anticipada de la gran batalla por la candidatura entre Ebrard y López Obrador, sería una inteligente cortina de humo de Bejarano para decirles del poder de veto que tiene, que debe ser considerado enteramente, y que ya hizo acuse de recibo como marginalizable por las huestes, tanto de AMLO como de Ebrard.
Como vocero de este último, el secretario general del PRD en el DF, Jesús Valencia, ha indicado que las posturas de sus compañeros de partido son “facciosas”. Descalificó la opinión de Oropeza al llamarla no institucional y dice no negarse a realizar un plebiscito.
Por lo pronto, la situación que no solo importa al PRD, sino a toda la ciudadanía, es evidencia de que día con día se hace necesario que en particular la obra pública y las motivaciones de ella y contra ella, sean visibles ante los electores que serán tanto sus beneficiarios como sus afectados provisionales, si es que, con el vigor de Ebrard y el poder de AMLO, inician su realización este año.
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