Obispos y pederastia; Garzón y la Falange

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Atribulados y pasmados han de estar los consumidores de información, sobre todo aquellos que tienen puesta toda su confianza en los administradores de la Iglesia Católica más que en el marco doctrinario y en la divinidad, de la que derivan la gracia y la verdadera, la auténtica fe. Los obispos mexicanos y Tarcisio Bertone perdieron la oportunidad de permanecer callados, porque lo criticable, lo imperdonable, lo abominable, lo indefendible es que los celosos guardianes de la pureza, de la virginidad sean pedófilos, abusadores, violadores.

Puntualicemos. Los obispos mexicanos solicitan -pero no imploran, no ruegan, no se humillan como lo aconseja el Evangelio- perdón a las víctimas de abusos sexuales de sacerdotes, lo que es un buen comienzo, pero de inmediato desbarran cuando sostienen, afirman que los problemas de pederastia son causados por el “libertinaje sexual” en que vive la sociedad; es decir, ¿también vivieron en el libertinaje sexual Marcial Maciel y sus imitadores?

Todo indica que así fue y así es. El Derecho Canónico nada tiene contemplado para detenerlo, las autoridades eclesiales tampoco tienen instrumentos de disciplina y aterrados reaccionan cuando se les pide considerar poner a disposición de las autoridades civiles a los predadores sexuales protegidos por las sotanas o los hábitos, pues si dan ese paso, poco tardarían los gobiernos en solicitar a las iglesias poner a disposición del fuero común a quienes desde la fe extorsionan o cometen fraude en nombre de Dios, y entonces sí la fuente de financiamiento del Vaticano de inmediato correría el riesgo de secarse.

Lo inesperado parece suceder, pues además de buscar la cara de sus víctimas para pedir perdón, dicen mostrarse dóciles a que las autoridades se ocupen de los casos de predación sexual en sus diversas manifestaciones. Fue durante la 89 Asamblea Ordinaria de la CEM, donde puntualizaron que en los casos de pederastia habría cero tolerancia, y que ninguno de los ensotanados se prestará a hacer arreglos o componendas en perjuicio de las víctimas.

El secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, investido de soberbia y de desconocimiento científico, humano y evangélico, se atrevió a vincular la homosexualidad con la pedofilia. ¡Vaya con los curas!

Para confirmar la certeza de que el mundo anda de cabeza, el español Darío Rivas y la argentina Inés García Holgado se convirtieron en los primeros en entablar demanda judicial en Argentina contra Francisco Franco, caudillo por la gracia de Dios, y sus represores, amparados en la jurisdicción universal que rige para los crímenes de lesa humanidad.

Para buscar apoyo, los demandantes sostuvieron, durante una conferencia de prensa, que olvidar el pasado es cometer una injusticia con las víctimas de la represión, con las generaciones futuras; que la búsqueda de justicia histórica, por dolorosa que sea, no sólo es importante para España sino que tiene ramificaciones para Europa, para el mundo entero.

Darío Rivas sostiene que “en España se continúa viviendo como durante los 40 años de la dictadura de Francisco Franco. Hay en cierto modo un silencio cómplice. El camino de la concordia y de la reconciliación no excluye la justicia ni implica el olvido”.

Baltasar Garzón buscaba la reivindicación total de las víctimas del franquismo, sustentando su esfuerzo en el proyecto Memoria Histórica, pero acusaciones de grupos ultraderechistas, entre ellos la Falange (o lo que queda de ella) se opusieron a la revisión de cerca de 113 mil casos de ejecuciones, entre otros delitos de lesa humanidad, ocurridos entre 1936 y 1975.

A Garzón lo acusan los ultraderechistas de iniciar un juicio cuando hay una amnistía, por lo que los familiares de las víctimas que hoy residen en Argentina, reclaman el ejercicio de la jurisdicción universal para que se investigue el genocidio franquista.

Lo anterior me hace pensar en la oferta se ofrece en Eje Central, y percibo esta página como el lugar de Internet donde “todavía es posible reflexionar sin vergüenza sobre la posibilidad de la palabra. La posibilidad de escribir sobre los mecanismos del poder, más allá de las historias, más allá de los detalles. Reflexionar acerca de si todavía era (es) posible decir los nombres, uno a uno, señalar los rostros, desnudar los cuerpos del delito y convertirlos en elementos de la arquitectura de la autoridad, de la impartición de justicia. Perseguir las dinámicas de lo real, la afirmación del poder, sin metáforas, sin mediaciones, con la sola llama de la escritura”, ya sea que ese poder esté investido de togas, de bandas presidenciales, de sotanas y autoridades emanadas de la divinidad o de la ley.

Por eso frenan a Baltasar Garzón, y también por eso los curas pederastas y abusadores no desaparecerán, porque la verdadera, la auténtica autoridad dispone lo que es la realidad.

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