Álvaro Cepeda Neri
Calderón, su empleado al frente de la secretaría del Trabajo (ya le sobra lo de Previsión Social): Lozano Alarcón, que ya se cree con espolones para escalar la candidatura panista a la presidencia y diputados federales y senadores azules, están empeñados en contrarreformar la Ley Federal del Trabajo. Ésta, aunque vigente, no es cumplida por patrones y empresarios (nativos o extranjeros). De casi 30 millones de mexicanos, sindicalizados o no (los sindicatos también los traicionaron), apenas 10 millones tienen a su favor un 20 por ciento de lo prescrito por esa ley que, reglamenta al Art. 123 constitucional. Los trabajadores del país están casi en el desamparo.
Para legalizar ese desamparo, los panistas en los poderes presidencial y legislativo, con apoyo de los gobernadores del PAN para que sus diputados locales aprueben, en su caso si la contrarreforma pasa, pujan para que obreros y empleados se queden sin defensa una vez desmanteladas, del curpus jurídico, las conquistas conseguidas desde la posrevolución y que han sido cercenadas desde el alemanismo al zedillismo (los 54 años del viejo PRI). Y que con el arribo de Fox y Calderón, los trabajadores fueron definitivamente sometidos.
Y así hemos llegado con Lozano (el de los espejuelos al estilo de Díaz Ordaz; ambos son poblanos) quien, por instrucciones de Calderón y los dos acatando los intereses patronales, se decidieron a presentar la iniciativa de contrarreforma a la legislación secundaria o sea la Ley Federal del Trabajo, para tratar de disimular que al no haber cambios a la Constitución, los mexicanos nos vamos a tragar que los panistas no limarán el filo constitucional, aunque sí introduzcan cambios que buscan sacrificar más a los obreros. Ya estos sufren bajísimos salarios (el año pasado les aumentaron... ¡dos pesos!) que, por si fuera poco, más se reducen ante el alza de los precios, por una inflación galopante. Carecen de servicios médicos, porque el IMSS sirve para dos cosas: para nada y... para nada.
Calderón-Lozano y el PAN arremeten por todas partes al Estado y a la sociedad, aprovechándose de que son gobierno, para dejar (en el 2012, pues todo apunta a que perderán la elección presidencial) difíciles condiciones supuestamente irreversibles, para beneficiar al capitalismo salvaje de los patrones, banqueros e inversionistas. La embestida de Lozano es otra provocación de los calderonistas, para ver si los mexicanos resistimos más vueltas a la tuerca, que ya de por sí nos oprime, generando más y más inconformidades sociales. Por todo el territorio hay hechos y síntomas de que ya no hay espacios para resistir. Es una situación generalizada de pobreza, desempleo y de medidas contrarias a lo dispuesto constitucionalmente, de que el gobierno se establece en beneficio del pueblo. Hoy mismo los beneficiados son los patrones, ricos y empresarios; éstos no cumplen con la Ley Federal del Trabajo y los panistas quieren, de una vez por todas, adecuarla a los intereses de ellos. Y esperan que los trabajadores no digan ni pío.
Calderón, su empleado al frente de la secretaría del Trabajo (ya le sobra lo de Previsión Social): Lozano Alarcón, que ya se cree con espolones para escalar la candidatura panista a la presidencia y diputados federales y senadores azules, están empeñados en contrarreformar la Ley Federal del Trabajo. Ésta, aunque vigente, no es cumplida por patrones y empresarios (nativos o extranjeros). De casi 30 millones de mexicanos, sindicalizados o no (los sindicatos también los traicionaron), apenas 10 millones tienen a su favor un 20 por ciento de lo prescrito por esa ley que, reglamenta al Art. 123 constitucional. Los trabajadores del país están casi en el desamparo.
Para legalizar ese desamparo, los panistas en los poderes presidencial y legislativo, con apoyo de los gobernadores del PAN para que sus diputados locales aprueben, en su caso si la contrarreforma pasa, pujan para que obreros y empleados se queden sin defensa una vez desmanteladas, del curpus jurídico, las conquistas conseguidas desde la posrevolución y que han sido cercenadas desde el alemanismo al zedillismo (los 54 años del viejo PRI). Y que con el arribo de Fox y Calderón, los trabajadores fueron definitivamente sometidos.
Y así hemos llegado con Lozano (el de los espejuelos al estilo de Díaz Ordaz; ambos son poblanos) quien, por instrucciones de Calderón y los dos acatando los intereses patronales, se decidieron a presentar la iniciativa de contrarreforma a la legislación secundaria o sea la Ley Federal del Trabajo, para tratar de disimular que al no haber cambios a la Constitución, los mexicanos nos vamos a tragar que los panistas no limarán el filo constitucional, aunque sí introduzcan cambios que buscan sacrificar más a los obreros. Ya estos sufren bajísimos salarios (el año pasado les aumentaron... ¡dos pesos!) que, por si fuera poco, más se reducen ante el alza de los precios, por una inflación galopante. Carecen de servicios médicos, porque el IMSS sirve para dos cosas: para nada y... para nada.
Calderón-Lozano y el PAN arremeten por todas partes al Estado y a la sociedad, aprovechándose de que son gobierno, para dejar (en el 2012, pues todo apunta a que perderán la elección presidencial) difíciles condiciones supuestamente irreversibles, para beneficiar al capitalismo salvaje de los patrones, banqueros e inversionistas. La embestida de Lozano es otra provocación de los calderonistas, para ver si los mexicanos resistimos más vueltas a la tuerca, que ya de por sí nos oprime, generando más y más inconformidades sociales. Por todo el territorio hay hechos y síntomas de que ya no hay espacios para resistir. Es una situación generalizada de pobreza, desempleo y de medidas contrarias a lo dispuesto constitucionalmente, de que el gobierno se establece en beneficio del pueblo. Hoy mismo los beneficiados son los patrones, ricos y empresarios; éstos no cumplen con la Ley Federal del Trabajo y los panistas quieren, de una vez por todas, adecuarla a los intereses de ellos. Y esperan que los trabajadores no digan ni pío.
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