Los azules y la contrarreforma antilaboral

Álvaro Cepeda Neri

Antes o “en-de-nantes” a los policías les apodaron “los azules”. Y “tamarindos” a los uniformados de café con leche, encargados de dirigir el tráfico de vehículos. A los de la policía secreta, por ser tan obvios, “policías chinos”. A los dizque del servicio de “inteligencia” o espías del gobierno, los “corre-ve-y-dile” o chismosos. Actualmente los azules son los panistas que han desilusionado hasta a sus propios convictos y confesos militantes, y no se diga a los que se fueron con la finta de la alternancia que sirvió para maldita la cosa. Ni Fox ni Calderón con sus azules (y uno que otro ex priísta, pues el PRI ha sido y sigue siendo el árbol cuyos frutos da recursos humanos al PAN, al PRD, PT, Verdes y a Convergencia).

Los azules eran antes los “mochos”, porque para todo se persignan, invocan a su Dios, se confiesan para volver a pecar y les da por las procesiones que, por cierto son muy diferentes a las peregrinaciones del pueblo a la Guadalupana. Estandarte éste que utilizó Hidalgo (no el del retrato al que nos tienen acostumbrados, y que para modelo el pintor hizo posar al que era el médico de Maximiliano: austriaco de ojos azules, muy alto y “güerito”). También son apodados “panuchos. Llegaron al poder presidencial por hábil maniobra de Zedillo (el que fuera suplente de Colosio y tras el homicidio de éste de inmediato lo impuso Salinas como sucesor, para consumar el último fraude electoral del PRI).

Pues bien, los azules en estos nueve años para nada sirvieron. Fox fracasó nadando de a muertito en la corrupción que superó a la priista durante sus 54 años. Ahora Calderón (una caricatura de Reforma: 7/IV/10, lo presenta, visitando las ruinas que dejó el sismo en Mexicali, como “experto en desastres”), por conducto de su secretario del Trabajo, física y psicológicamente muy parecido a Díaz Ordaz, el feroz autoritario del 68, presentó ante el Congreso su iniciativa para contrarreformar la Ley Federal del Trabajo y poner en la mira al Art. 123 constitucional. Se trata de restarle conquistas laborales a los trabajadores y dejarlos indefensos ante los patrones.

Quieren los azules “modernizar” las relaciones de por sí ventajosas para los empresarios, haciendo aparecer sus respuestas como para mejorar a los trabajadores, cuando es todo lo contrario. Alegan los azules que los obreros tienen muchas ventajas, pero es sabido que en nueve años del PAN las Juntas de Conciliación y Arbitraje se han dedicado a romper las huelgas y a impedir aumentos reales en los salarios. El año pasado se autorizó... ¡dos pesos por zona”. Lozano Alarcón, el empleado de Calderón en la STPS, que aspira a ser el candidato presidencial de los azules, publicó un resumen de la contrarreforma, en la que se puede ver, con el lenguaje enrevesado, las trampas azules para que caigan los obreros y beneficien más a los patrones. Es de esperarse que como todas las iniciativas azules-calderonistas, la de materia laboral tampoco pase. El capitalismo salvaje de los azules y patrones es lo que quieren establecer.

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