Golpe de Estado a las Chivas

Fausto Pretelín / Globali…¿qué?

Cuando la afición de las Chivas nos comenzábamos a creer que el Chicharito era el goleador necesario para ganar el título al mejor equipo de México, nos avisan que 9.1 millones de dólares (118 millones de pesos) se interpusieron entre el balón y el Chicharito; entre las Chivas y el título; entre Vergara y la esperanza de ficción adquirida semanalmente por la afición al equipo tapatío. Demasiados billetes para seguir con la camiseta de las Chivas-Omnilife. Ahora, serán los aficionados del Manchester United, quienes disfruten las tortas ahogadas con chícharos en forma balón.

Al Manchester United se le entiende mejor a través de las videoconsolas y primeras páginas de tabloides rosas con interiores sensacionalistas. Mencionar los nombres de David Beckham, Cristiano Ronaldo (ex jugadores del Manchester United) así como los de Wayne Rooney y Michael Owen (militantes de los Diablos ingleses) y, finalmente, el del entrenador Sir Alex Ferguson (personaje que se tutea con la madre Reina) nos demuestra que el Manchester United es una especie de gobierno de un país cuya Constitución se basa en las leyes inmutables del marketing. Sus tres poderes son el financiero (virtualmente la Bolsa de valores se incentiva a través de quinielas futboleras), el antropológico cuyos miembros estelares son los hooligans y el publicitario, encargado de representar una segunda vida rica en emociones, luces estimulantes y catarsis durante los fines de semana.

El destino manipulado (bonito oxímoron) por el marketing provoca que la felicidad siempre sea asimétrica. Por ejemplo, la felicidad del Barcelona subyace en los goles de Messi mientras que en la tristeza del Real Madrid se encuentran las pedanterías de Cristiano Ronaldo. En el caso del Chicharito, mientras que los ciudadanos gobernados por el Manchester United verán a uno más competir por el puesto de Rooney, Owen, Berbatov y Macheda, al otro lado de la isla nos encontramos los aficionados de las Chivas observando la sonrisa Colgate de Vergara.

En plena globalización no es fácil ser seguidor de las Chivas, un equipo en el que no juegan extranjeros pero que, paradójicamente, coloca a jugadores en el extranjero. Otra asimetría incomprensible: si el mercado nacional sufre de escasez de figuras, un equipo como las Chivas, exporta recursos humanos. David Ricardo no lo entendería. Él aseguraba que las ventajas comparativas de los países generan riqueza a través del comercio. Si un país es productor de guayabas y naranjas siempre ganará competitividad si se especializa en una sola fruta, por ejemplo, guayabas y renuncia a la producción de naranjas. De esa manera dejará que otro país gane competitividad a través de la producción de naranjas y, ahora sí, ambos países exportarán, el primero guayabas y el segundo naranjas; el primero importará naranjas y el segundo guayabas. Pero no. Las Chivas tienen el problema de renunciar a la importación debido a una patología post revolucionaria que el partido tricolor desarrolló en el cuerpo de la nación cuyo lema pude ser el siguiente: “Como México no hay dos”. Es probable que así lo sintiera un jugador de las Chivas llamado José Villegas Tavares, durante las décadas de los 60 y 70, quien pasó a la inmortalidad de Wikipedia como el jugador que, al menos en dos ocasiones, le embargó ataques de nostalgia por estar fuera del país. A continuación transcribo, de manera textual, lo que en Wikipedia aparece sobre el síndrome del Jamaicón:

  • Preparándose para el Mundial de Chile 1962 se decía que si el Jamaicón había vencido una y otra vez a Garrincha con las Chivas había suficiente defensa para el combinado mexicano. La Federación concertó una gira por Europa y con Ignacio Trelles al mando viajaron a Londres donde disputando partidos de fogueo, Trelles decidió alinear al portero suplente “Piolín” Mota. Al comunicarle la alineación, Mota se preocupo mucho pero le dijo Trelles que no se preocupara por que el Jamaicón estaría para apoyarlo. Ese partido fue una derrota por ocho goles ante la selección inglesa, ese día Villegas no pudo contener al atacante inglés. Al ser entrevistado el Jamaicón por un periodista dijo: “que extrañaba a su mamacita, que llevaba días sin tomarse una birria y que la vida no era vida si no estaba en su tierra.”
  • De acuerdo con Carlos Calderón la escena se sitúa en Lisboa previo al Mundial de Suecia 1958 donde se ofreció una cena al equipo mexicano. Villegas abandonó la cena y al no aparecer Trelles fue a buscarlo y lo encontró deambulando melancólico en los jardines del hotel y es donde se produce el siguiente diálogo: “¿José ya cenaste, qué haces aquí afuera?”. El Jamaicón le respondió: “Cómo voy a cenar si tienen preparada una cena de rotos. Yo lo que quiero son mis chalupas, unos buenos sopes y no esas porquerías que ni de México son.

Pues bien, todo indica que el festejo del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución serán celebrados en el Old Trafford de Manchester: chalupas, sopes, pozole y tortas ahogadas patrocinadas por Omnilife, es decir, por el golpista, don Jorge Vergara y su señora esposa.


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