El problema de la escasez de agua en Sonora al D.F.

Álvaro Cepeda Neri

La escasez de agua potable ya es de dimensiones mundiales. El agua, resultado del proceso químico entre el hidrógeno y el oxígeno ahora también llamada “oro blanco”, el “oro negro” o petróleo están en etapa de agotamiento y, con el cambio climático, son el tríptico que agobia a la humanidad. El petróleo, que sustituyó al carbón de piedra y a la quema de madera, ha sido el sustento del paso gigantesco a la industrialización que impulsó la modernización y el desarrollo. Éste, no es igual en todos los países, lo que mantiene zonas atrasadas, intermedias y de notables avances.

En ese incontenible desarrollo material el “oro blanco” (como la plata, el cobre, hierro, etc. que utiliza la humanidad como instrumentos técnicos) son elementos todavía insustituibles para la supervivencia humana. Existen regiones cuyos ríos son abundantes caudales del líquido, mucho del cual forma los amenazados glaciares y hielo-nieve en las montañas canadienses, europeas y cercanas a los Polos. Empero, el agua potable (la de lluvia, por su concentración de acidez y la de los océanos por su exceso de sal, requieren complicadísimos filtros para transformarla en bebible), ya empezó a escasear, como parece que presenta esos síntomas el petróleo y los metales preciosos, con lo cual la humanidad enfrenta un muy grave, dramático, problema.

La India tiene mil 200 millones de habitantes; China más de mil 500, y hasta la fecha no han dado a conocer si el agua para uso doméstico en sus países presenta carencias. Lo que sí es que en México, el apodo-apócope de los Estados Unidos Mexicanos, ya tenemos trágicos faltantes de agua y comunidades en no pocos de nuestros casi mil 500 municipios, donde sus habitantes no tienen agua y a otros, sobre todo donde sobreviven los indefensos indígenas, se las quitan, por medio de robos gubernamentales, para llevarla a zonas urbanas (como a los mazahuas, en el Estado de México). Lo mismo está por suceder en el sur de Sonora, donde por la reducida cantidad de ese bien (por eso no hay lo que se llama “segundos cultivos”), su gobierno panista quiere llevarse el agua para la capital sonorense.

Y qué decir de la capital del país, donde siguen llegando mexicanos del resto del país y que con una población, entre asentada y flotante, de casi 20 millones, presenta falta de agua, proveniente del sistema Cutzamala, cuyas presas no se llenan en tiempos de lluvia. No hay de dónde obtenerla, y sus pozos saqueados provocan el hundimiento de la ciudad y aparición de grietas gigantescas. Ya hay, a la sordina, luchas por el agua y enfrentamientos de gobernantes, en lugar de colaborar, entre panistas, perredistas y priistas. Mientras la población carece cada año de agua, las embotelladoras hacen su negocio y los restaurantes, sin conciencia de sus dueños y personal sirven vasos de agua sin que se los pidan y al no ser usados por los comensales, se desperdician. Por la mayor parte de nuestra geografía, la escasez del líquido ha encendido los focos rojos que muy pocos ven.

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