El negocio de la Supervía

Adrián Rueda / Capital Político

La abierta oposición del PRD capitalino al proyecto anunciado por Marcelo Ebrard para la construcción de la llamada Supervía Poniente en el Distrito Federal, no es más que el recrudecimiento de la lucha interna rumbo a 2012.

Más allá de la necesidad de nuevas vialidades para la ciudad, intereses muy oscuros se mueven alrededor de este proyecto, donde Marcelo dice que por sus pantalones se va a hacer, y René Bejarano le responde que no.

Indudablemente que esa vía, que no es más que un libramiento para que los ricos no sufran el tráfico de los pobres en la ciudad, tendrá efectos políticos favorables para el jefe de Gobierno del DF, porque estará lista para 2012.

Obras como esas gustan y dan confianza a las clases media y alta, que no tendrían reparos en apoyar un proyecto de izquierda que se preocupe por el bienestar de los hombres de dinero.

Por supuesto que desahogaría varias arterias de la ciudad, que hoy está hecha un caos; el alivio se sentiría… claro, en plena época electoral.

El gobierno de Marcelo, marcado por el camachismo, es especialista en generar el caos, provocar la desesperación de la gente ya la mera hora salir como el gran salvador de la ciudad, solucionando sus más terribles males.

Por supuesto que cualquiera se da cuenta de que las calles de la capital son intransitables, pero no falta el mal pensado que sugiere que el caos es provocado para generar la necesidad de soluciones radicales, como el super negocio de la Supervía.

Cualquier ciudadano común puede dar cuenta de que en horas pico no existe operativo vial alguno de la Secretaría de Seguridad Pública. A lo largo de las congestionadas avenidas no se ve a ningún elemento de Tránsito.

Hasta parece que a propósito los guardan para que el caos sea mayor, pues ni siquiera hacen presencia en la ciudad a pesar de las supermotos con las que fueron dotados y que tantos millones de pesos costaron a la ciudad.

Además el DF está lleno de obras que complican aún más la circulación, pero todo estará listo –con todo y la nueva Línea 12 del Metro- previo a la contienda presidencial de 2012, cuando la ciudad mostrará otro rostro y los capitalinos agradezcan a Marcelo.

Eso será un capital político importante para el jefe de Gobierno, que si no le alcanzara para pelear la Presidencia de la República, le facilitaría conservar a través de uno de los suyos el control de la capital para el siguiente sexenio.

Pero además de ese capital político, también existe el capital económico que una obra de esas dimensiones deja a los gobiernos en turno; sobre todo por los constructores que la harán.

La Supervía, que irá de Santa Fe a Luis Cabrera, fue adjudicada directamente a Controladora Vía Rápida Poetas, integrada por OHL y Grupo COPRI, que entre los constructores no tiene la mejor fama.

Son muchos los que dicen que además de no ser los más formales, sus obras nos son precisamente las de mayor calidad en el mercado, pero de todos modos ellos las harán y las explotarán.

Al parecer la gente de COPRI tiene una excelente relación con Manuel Camacho Solís, ex jefe de Ebrard al que asesora en su carrera política en busca del poder dentro de dos años.

Dicen que esa relación podría ayudar en serio a Marcelo; no como los negocios que Bejarano le ponía a Andrés Manuel López Obrador –como los que hizo con Carlos Ahumada-, que comparado a este eran changarreros.

Como la ganancia en todos los sentidos sería mucha para Ebrard, el profesor de las ligas quiere boicotear el proyecto y ayer lanzó una vez más a Manolo El Maizoro Oropeza para que, a nombre del PRD, pidiera una consulta ciudadana para ver si los capitalinos apoyan la Supervía Poniente.

Todos saben que si se realizara la consulta, el jefe de Gobierno se vería en problemas, pues no tiene canicas con qué competir en las calles y sería arrollado.

Aunque lo congruente sería aceptar poner a consulta la obra, pues ese es un mecanismo que Marcelo ha impulsado, tanto que se gastó 500 millones de pesos de los capitalinos en su dizque consulta por el petróleo.

Porque independientemente de que la obra sea necesaria, lo cierto es que en nada beneficiará a las comunidades por donde pasará, que sólo verán circular los vehículos pero no la podrán utilizar.

CENTAVITOS… Ahora resulta que los gobiernos local y federal se pelean por una Güera: la que organizó el retén que permitió el secuestro del joven Fernando Martí, que posteriormente fue asesinado. Para la Policía Federal la verdadera Güera es María Elena Ontiveros; para el procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera, la verdadera es Lorena González, La Lore, presa en Santa Marta. El problema no es sencillo, pues los federales quieren salvar a la Lore, que trabajó muy cerca de Facundo Rosas y Luis Cárdenas Palomino, gente de confianza de Genaro García Luna, mientras que Mancera quiere hundirla porque fue la que le entregaron sus colaboradores, quienes le ocultaron la información sobre la banda de Los Petricciolet, que pusieron en manos de los federales y que resultaron los verdaderos culpables.


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