José Gil Olmos
Más allá del espectáculo que para muchos medios ha representado el caso de Paulette Gebara Farah, la muerte de la niña ha mostrado, una vez más, las serias deficiencias que Enrique Peña Nieto tiene como gobernador y que no ha podido tapar con la millonaria campaña que ha pagado a Televisa, desde que empezó su administración, para llegar a la presidencia en 2012.
Y no es ésta la primera vez que Peña Nieto refleja su incapacidad como gobernador. No hace mucho, en febrero pasado, el municipio de Chalco se inundó por las aguas negras del canal de desagüe, afectando 500 casas de familias pobres. El gobernador mexiquense, quien pretende ser presidente de la República, tardó días en atender el problema, y cuando los hizo fue sólo para dar paliativos.
Algo similar ocurrió meses antes en el fraccionamiento residencial Valle Dorado, municipio de Tlalnepantla, que también sufrió una inundación, sin que hubiera una reacción inmediata del gobernador.
Son muchas las muestras de incapacidad de Peña Nieto como gobernante, pues ha dejado tras de si una serie de casos y problemas que no ha resuelto o les ha dado soluciones temporales.
De memoria podríamos citar las lagunas que quedaron con el caso de la muerte de su esposa Mónica Pretelini, quien no recibió a tiempo ni con urgencia la atención médica, pues fue llevada al hospital ABC en ambulancia terrestre, cuando ya nada se podía hacer para salvarla. Queda la duda de por qué no la llevo inmediatamente en el helicóptero en el que Peña Nieto viaja regularmente hasta de noche, y también por qué ordenó la incineración inmediata.
Otro caso igualmente escandaloso fue el de su antecesor Arturo Montiel, de quien se descubrieron malos manejos de los recursos públicos, mientras que sus hijos y a su exesposa Maude Vercini heredaron propiedades lujosas en México y Francia. El gobierno de Peña Nieto sólo tapó las pruebas que inculpaban a Montiel y su familia, haciendo lujo de la impunidad.
Un ejemplo más fue el asesinato de Enrique Salinas, en diciembre de 2004. Hasta el momento no se sabe quiénes lo asesinaron, y menos los motivos. Basta recordar que el cuerpo del hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari fue encontrado dentro de un automóvil estacionado en el fraccionamiento Lomas de Anáhuac, Estado de México, con varios disparos de arma de fuego.
La cabeza de Enrique Salinas tenía una bolsa de plástico, pero no murió de asfixia. Al cabo de dos años de investigación se pretendió dar como causa de muerte la extorsión de dos policías, pero fue desechada y el asesinato sigue impune hasta el momento.
Otros casos con un sello de impunidad son los de las mujeres asesinadas en el Estado de México, entidad que tiene el registro más alto de feminicidios en todo el país.
Según datos de 2009 del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), 529 mujeres y niñas fueron asesinadas en ocho estados de la República. De éstos, 173 fueron cometidos en el Estado de México, 93 en Baja California, 69 en Sinaloa, 63 en Tamaulipas, 57 en Jalisco, 38 en Nuevo León, 33 en Morelos y tres en Zacatecas.
De enero de 2007 a diciembre de 2009, el organismo documentó 2 mil 15 homicidios dolosos contra mujeres y niñas en 18 de las 32 entidades federativas de la República mexicana. Destaca el Estado de México, con 556, seguido por el Distrito Federal, con 235 casos; Sinaloa, con 179; Jalisco, 164, y Chihuahua, con 157 casos en el mismo periodo.
A pesar del crecimiento de este fenómeno, en lo que va del gobierno de Peña Nieto no se ha hecho nada para detenerlo, y la impunidad y la violencia contra las mujeres en la entidad parece no tener fin.
La campaña mediática que ha pagado a Televisa desde que fue elegido como gobernador, no logra tapar todos estos problemas que Peña Nieto trae encima sin resolverlos.
Ni se diga del caos del transporte público en toda la entidad, o de la corrupción de la policía, o bien de las obras viales de relumbrón que ha hecho, como el segundo piso en el Periférico, que en nada ha resuelto la vialidad.
En cualquier otro estado o en el Distrito Federal, un caso como el de la muerte de Paulette hubiera puesto en el filo de la renuncia a quienes gobiernan. Pero a Peña Nieto nadie lo toca, menos las dos grandes televisoras que, en lugar de señalar a los responsables, han hecho de este caso una pésima telenovela.
Cada vez que aparece en los canales de Televisa y TV Azteca, el gobernador mexiquense opina o anuncia su boda desde el Vaticano, luciéndose con la artista Angélica Rivera, en una pésima versión de la pareja francesa Nicolás Sarkozy y Carla Bruni.
Así, pues, las cartas de Peña Nieto como gobernante no son las mejores, a pesar de la millonaria propaganda y publicidad desplegada en los medios. Habría que verlo en un debate de ideas para saber qué dice, cómo define su proyecto político y cómo piensa enfrentar los múltiples retos que tiene el país y que con el paso del tiempo se agravan.
Hay que ver de qué madera esta hecho el hijo pródigo del grupo Atlacomulco, porque lo que ha mostrado hasta el momento deja mucho que desear y mucho que decir.
Más allá del espectáculo que para muchos medios ha representado el caso de Paulette Gebara Farah, la muerte de la niña ha mostrado, una vez más, las serias deficiencias que Enrique Peña Nieto tiene como gobernador y que no ha podido tapar con la millonaria campaña que ha pagado a Televisa, desde que empezó su administración, para llegar a la presidencia en 2012.
Y no es ésta la primera vez que Peña Nieto refleja su incapacidad como gobernador. No hace mucho, en febrero pasado, el municipio de Chalco se inundó por las aguas negras del canal de desagüe, afectando 500 casas de familias pobres. El gobernador mexiquense, quien pretende ser presidente de la República, tardó días en atender el problema, y cuando los hizo fue sólo para dar paliativos.
Algo similar ocurrió meses antes en el fraccionamiento residencial Valle Dorado, municipio de Tlalnepantla, que también sufrió una inundación, sin que hubiera una reacción inmediata del gobernador.
Son muchas las muestras de incapacidad de Peña Nieto como gobernante, pues ha dejado tras de si una serie de casos y problemas que no ha resuelto o les ha dado soluciones temporales.
De memoria podríamos citar las lagunas que quedaron con el caso de la muerte de su esposa Mónica Pretelini, quien no recibió a tiempo ni con urgencia la atención médica, pues fue llevada al hospital ABC en ambulancia terrestre, cuando ya nada se podía hacer para salvarla. Queda la duda de por qué no la llevo inmediatamente en el helicóptero en el que Peña Nieto viaja regularmente hasta de noche, y también por qué ordenó la incineración inmediata.
Otro caso igualmente escandaloso fue el de su antecesor Arturo Montiel, de quien se descubrieron malos manejos de los recursos públicos, mientras que sus hijos y a su exesposa Maude Vercini heredaron propiedades lujosas en México y Francia. El gobierno de Peña Nieto sólo tapó las pruebas que inculpaban a Montiel y su familia, haciendo lujo de la impunidad.
Un ejemplo más fue el asesinato de Enrique Salinas, en diciembre de 2004. Hasta el momento no se sabe quiénes lo asesinaron, y menos los motivos. Basta recordar que el cuerpo del hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari fue encontrado dentro de un automóvil estacionado en el fraccionamiento Lomas de Anáhuac, Estado de México, con varios disparos de arma de fuego.
La cabeza de Enrique Salinas tenía una bolsa de plástico, pero no murió de asfixia. Al cabo de dos años de investigación se pretendió dar como causa de muerte la extorsión de dos policías, pero fue desechada y el asesinato sigue impune hasta el momento.
Otros casos con un sello de impunidad son los de las mujeres asesinadas en el Estado de México, entidad que tiene el registro más alto de feminicidios en todo el país.
Según datos de 2009 del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), 529 mujeres y niñas fueron asesinadas en ocho estados de la República. De éstos, 173 fueron cometidos en el Estado de México, 93 en Baja California, 69 en Sinaloa, 63 en Tamaulipas, 57 en Jalisco, 38 en Nuevo León, 33 en Morelos y tres en Zacatecas.
De enero de 2007 a diciembre de 2009, el organismo documentó 2 mil 15 homicidios dolosos contra mujeres y niñas en 18 de las 32 entidades federativas de la República mexicana. Destaca el Estado de México, con 556, seguido por el Distrito Federal, con 235 casos; Sinaloa, con 179; Jalisco, 164, y Chihuahua, con 157 casos en el mismo periodo.
A pesar del crecimiento de este fenómeno, en lo que va del gobierno de Peña Nieto no se ha hecho nada para detenerlo, y la impunidad y la violencia contra las mujeres en la entidad parece no tener fin.
La campaña mediática que ha pagado a Televisa desde que fue elegido como gobernador, no logra tapar todos estos problemas que Peña Nieto trae encima sin resolverlos.
Ni se diga del caos del transporte público en toda la entidad, o de la corrupción de la policía, o bien de las obras viales de relumbrón que ha hecho, como el segundo piso en el Periférico, que en nada ha resuelto la vialidad.
En cualquier otro estado o en el Distrito Federal, un caso como el de la muerte de Paulette hubiera puesto en el filo de la renuncia a quienes gobiernan. Pero a Peña Nieto nadie lo toca, menos las dos grandes televisoras que, en lugar de señalar a los responsables, han hecho de este caso una pésima telenovela.
Cada vez que aparece en los canales de Televisa y TV Azteca, el gobernador mexiquense opina o anuncia su boda desde el Vaticano, luciéndose con la artista Angélica Rivera, en una pésima versión de la pareja francesa Nicolás Sarkozy y Carla Bruni.
Así, pues, las cartas de Peña Nieto como gobernante no son las mejores, a pesar de la millonaria propaganda y publicidad desplegada en los medios. Habría que verlo en un debate de ideas para saber qué dice, cómo define su proyecto político y cómo piensa enfrentar los múltiples retos que tiene el país y que con el paso del tiempo se agravan.
Hay que ver de qué madera esta hecho el hijo pródigo del grupo Atlacomulco, porque lo que ha mostrado hasta el momento deja mucho que desear y mucho que decir.
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