Los Legionarios de Cristo están en alerta. Saben que existen posibilidades de que El Vaticano le meta la mano a su dinero y discretamente, a espaldas de Roma, están comenzando a sacar todos los recursos de la orden. La batalla de las cúpulas millonarias de los Legionarios de Cristo ya no está en la credibilidad, perdida ante la contundencia de las acusaciones contra su fundador Marcial Maciel, ni en la eventualidad de recuperar el prestigio y el poder. Se preparan, con el dinero fuera de la orden, a reinventarse bajo otro nombre, cambiando a Maciel por Juan Pablo II.
Los Legionarios no están errados. Una investigación de El Vaticano de siete meses al fondo de las arcas de la orden fundada por Marcial Maciel en 1941, está a semanas de ser revelada. Ya no es sobre Maciel, de quien están averiguando si en efecto tiene una tercera familia en Suiza y su adicción a la morfina, sino sobre sus finanzas. Casi en el mismo periodo, la publicación independiente The National Catholic Reporter realizó una investigación periodística de cuyo primer segmento fue difundido el pasado 6 de abril donde aborda el tema.
El trabajo firmado por Jason Barry, quien en 1997 fue el coautor del primer reportaje sobre la pedofilia de Maciel en el periódico Hartford Courant, abre por primera vez la ventana sobre la forma como Maciel usó los recursos millonarios de la orden para su peculio y para sobornar a altas figuras de la curia vaticana para comprar poder. El reportaje es devastador para el círculo íntimo de Juan Pablo II y muestra como corruptos a quien durante tres lustros fue la segunda figura más poderosa de El Vaticano, Angelo Sodano, el secretario de El Vaticano, y a Stanislaw Dziwisz, quien era el responsable de la mismas privadas del Papa.
El reportaje de Barry refuerza la sospecha de un número creciente de Legionarios que no creen cómo era posible que personas como el actual jefe de la orden, Álvaro Corcuera, o el segundo de Maciel durante años, Luis Garza Medina, vicario general y miembro de una de las familias cabezas del viejo Grupo Monterrey, así como los responsables de las finanzas de los Legionarios, no supieran de los abusos, tanto sexuales de Maciel a seminaristas –unos 20 desde la fundación de la orden a los 60´s-, como financieros. Maciel, de acuerdo con Legionarios que están cuestionando a sus superiores internamente, vivía como millonario, viajando en el desaparecido Concord, con Mercedes Benz a su disposición en México y Roma, y disponía de recursos para escaparse meses por Europa, sin que supieran que estaba haciendo.
El cuestionamiento lo hicieron también los investigadores de El Vaticano, que están tratando de determinar qué han hecho con una fortuna que se estima en 34 mil millones de dólares (415 mil millones de pesos) en activos, según cálculos del semanario italiano L’espresso, y que maneja un presupuesto anual de 650 millones de dólares (7 mil 900 millones de pesos), para sus operaciones en 23 países, que sostienen a 700 sacerdotes, mil 300 seminaristas e instituciones educativas para entrenar a las más altas burguesías en esas naciones.
Las preguntas que han hecho los investigadores de El Vaticano, que entregarán un informe este mismo mes al papa Benedicto XVI, quien según el National Catholic Reporter nunca aceptó los sobornos de Maciel, fueron bien interpretadas por los Legionarios, de acuerdo con las medidas preventivas que están haciendo. Personas conectadas con algunos de los financieros más relevantes de la orden, revelaron que están sacando todo el dinero que tienen en cuentas de los Legionarios o cuentas privadas. Los Legionarios están temiendo que El Vaticano intervenga esas cuentas, aunque todavía hay considerandos legales que se analizan en Roma sobre si pueden o no quitarles el dinero por malversación de fondos y corrupción.
Las cúpulas de los Legionarios no van a esperar. Inclusive, en paralelo a dejar vacías las arcas de la orden, previendo que El Vaticano sí las intervendrá, tomaron la decisión de empezar a sepultar a Los Legionarios de Cristo, dejar que se hunda en la ignominia Marcial Maciel, a quien idolatraban y defendieron durante lustros de todas las acusaciones de pedofilia, y empezar a construir una nueva orden bajo la misma estructura operativa y jerárquica actual. Quieren volver a empezar sin los lastres del nombre de Maciel y el desprestigio universal que se sigue acumulando sobre la orden de los Legionarios, de acuerdo con la información.
Para este fin, de acuerdo con las personas que conocen de primera mano los planes, planearon utilizar la figura y el nombre de Juan Pablo II para crear la nueva congregación en torno de él, y retomar gradualmente el interrumpido camino de acumulación de capital y entrenamiento de cuadros políticos y empresariales en el mundo, bajo la nueva cara. El primero de dos reportajes que publicó esta semana el National Catholic Reporter, por inducción o coincidencia, empezó a documentar que el papado de Juan Pablo II también se empapó de corrupción.
Aunque no se ha relacionado a Juan Pablo II con los sobornos y el dinero sucio que empiezan a aparecer como una constante de Maciel y los Legionarios de Cristo para ganar poder político con su entorno íntimo, es la primera vez que la corrupción llega tan cerca de la puerta del finado Papa. Es notorio que mientras Los Legionarios sacan los recursos de las arcas de la orden y piensen en Juan Pablo II como su nuevo guía, sus más cercanos durante su papado queden identificados como corruptos. Son indicios de una guerra muy dura de sobrevivencia política, donde en un campo de batalla no visto hasta ahora luchan Benedicto XVI, los Legionarios de Cristo y el equipo de Juan Pablo II, en medio de la crisis política y moral más grave que se haya conocido en la Iglesia Católica.
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