Álvaro Cepeda Neri
No hay gobernante (sobre todo en los regímenes autoritarios, es decir: autocráticos), que no recurra al espionaje. Todavía continúa la tradición, de que en toda clase de reuniones, públicas y privadas, aparecían “las orejas”, es decir: ciudadanos a sueldo de esos gobernantes, vestidos según la ocasión, que tienen rango de policías “secretos”. Estos reportan a su jefe lo que escuchan, más si se trata de ataques, críticas e insultos a los del poder político; notificando los nombres de quienes participan. La Secretaría de Gobernación del gobierno federal, desde que Carranza se hizo presidente, hasta ahora Calderón, ha existido un órgano semioculto (el CISEN), dedicado a esa labor de espionaje a ciudadanos, empresarios, altos jefes militares, políticos y... etcétera.
Así que no es ninguna novedad lo que se descubrió en el municipio Benito Juárez y su cabecera Cancún (dicen los que saben del cambio climático que la península de Yucatán, completita, está desapareciendo debido a que el mar le gana terreno; mientras la de Baja California puede desprenderse si la fractura de San Andrés sigue, con cada sismo, separándola de Sonora). Al parecer, según la última nota que tuve en mis manos, de la reportera Norma Anaya (El Financiero: 16/IV/10), en un céntrico departamento cancunense, se halló “un sofisticado centro de espionaje contra empresarios, políticos y hasta periodistas”, por órdenes de Gregorio Sánchez Martínez a través de Manuel Vera Salinas. Son perredistas los que están involucrados y ya Roberto Borge Angulo, precandidato a la gubernatura de Quintana Roo dijo, que si él se saca la rifa del tigre, no espiará a nadie.
En Sonora, cuando el nefasto sexenio del muy pronto en el banquillo de los acusados en Juicio Político y Juicio Penal (por los 49 homicidios infantiles de la guardería), José Eduardo Robinson-Bours Castelo, las investigaciones periodísticas del matutino Cambio-Sonora (periódico que Bours persiguió hasta cerrarlo) también descubrieron un centro de espionaje. Después la revista Contralínea-Sonora (una vez más, las instalaciones de Contralínea nacional acaban de ser saqueadas por la mano negra de quienes le temen a las libertades de prensa), exhibió el asunto y Bours arremetió contra ella hasta robarse las ediciones. Denunciado ante la PGR de Calderón, priva la impunidad.
Los gobernantes espían; y los de Cancún no podían quedarse atrás. Ya veremos quien se atreve a denunciar el hecho y si llega hasta sus últimas consecuencias. Lo dudo. Es más: doble contra sencillo que ni el aparato del estado ni el federal harán nada. Ambos son tapaderas, ambos espían y si se enteran de algo que no les conviene, entonces proceden perversamente. Se supo, asimismo que en el Estado de México, donde desgobierna quien gana constantemente concursos de belleza, que es el caso de Peña Nieto, éste espiaba a los del PAN, del PRI, empresarios y periodistas, ya que al pésimo gobernante mexiquense le importa si, en lugar de opinar que no es un político, aseguran que es feo.
No hay gobernante (sobre todo en los regímenes autoritarios, es decir: autocráticos), que no recurra al espionaje. Todavía continúa la tradición, de que en toda clase de reuniones, públicas y privadas, aparecían “las orejas”, es decir: ciudadanos a sueldo de esos gobernantes, vestidos según la ocasión, que tienen rango de policías “secretos”. Estos reportan a su jefe lo que escuchan, más si se trata de ataques, críticas e insultos a los del poder político; notificando los nombres de quienes participan. La Secretaría de Gobernación del gobierno federal, desde que Carranza se hizo presidente, hasta ahora Calderón, ha existido un órgano semioculto (el CISEN), dedicado a esa labor de espionaje a ciudadanos, empresarios, altos jefes militares, políticos y... etcétera.
Así que no es ninguna novedad lo que se descubrió en el municipio Benito Juárez y su cabecera Cancún (dicen los que saben del cambio climático que la península de Yucatán, completita, está desapareciendo debido a que el mar le gana terreno; mientras la de Baja California puede desprenderse si la fractura de San Andrés sigue, con cada sismo, separándola de Sonora). Al parecer, según la última nota que tuve en mis manos, de la reportera Norma Anaya (El Financiero: 16/IV/10), en un céntrico departamento cancunense, se halló “un sofisticado centro de espionaje contra empresarios, políticos y hasta periodistas”, por órdenes de Gregorio Sánchez Martínez a través de Manuel Vera Salinas. Son perredistas los que están involucrados y ya Roberto Borge Angulo, precandidato a la gubernatura de Quintana Roo dijo, que si él se saca la rifa del tigre, no espiará a nadie.
En Sonora, cuando el nefasto sexenio del muy pronto en el banquillo de los acusados en Juicio Político y Juicio Penal (por los 49 homicidios infantiles de la guardería), José Eduardo Robinson-Bours Castelo, las investigaciones periodísticas del matutino Cambio-Sonora (periódico que Bours persiguió hasta cerrarlo) también descubrieron un centro de espionaje. Después la revista Contralínea-Sonora (una vez más, las instalaciones de Contralínea nacional acaban de ser saqueadas por la mano negra de quienes le temen a las libertades de prensa), exhibió el asunto y Bours arremetió contra ella hasta robarse las ediciones. Denunciado ante la PGR de Calderón, priva la impunidad.
Los gobernantes espían; y los de Cancún no podían quedarse atrás. Ya veremos quien se atreve a denunciar el hecho y si llega hasta sus últimas consecuencias. Lo dudo. Es más: doble contra sencillo que ni el aparato del estado ni el federal harán nada. Ambos son tapaderas, ambos espían y si se enteran de algo que no les conviene, entonces proceden perversamente. Se supo, asimismo que en el Estado de México, donde desgobierna quien gana constantemente concursos de belleza, que es el caso de Peña Nieto, éste espiaba a los del PAN, del PRI, empresarios y periodistas, ya que al pésimo gobernante mexiquense le importa si, en lugar de opinar que no es un político, aseguran que es feo.
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