Educando a Arizona

Jenaro Villamil

En 1987 los hermanos Coen filmaron una ácida comedia sobre los extremos en la sociedad norteamericana. Era una fábula de la situación conservadora que dejó la ola reaganista. En esta película, una exmujer policía y un ladrón rehabilitado se casan. Ante la imposibilidad de tener hijos, deciden raptar a uno de los quintillizos de un magnate local llamado Nathan Arizona.

La cinta fue muy mal recibida por los críticos “políticamente correctos”, pero como buena parte de la obra de los Coen constituyó un retrato de la ignorancia y de las locuras extremistas que predominan en amplios segmentos de la sociedad norteamericana.

Algo similar está ocurriendo con la ley SB1070, promulgada el pasado 23 de abril por la gobernadora Jan Brewer, apoyada solamente por los grupos ultraconservadores y racistas de su entidad. La ley viola abiertamente la cuarta enmienda de la Constitución de Estados Unidos que prohíbe los registros y las detenciones arbitrarias. Su única justificación es acabar con la “inmigración ilegal”, lo cual resulta no sólo hipócrita, sino demagógico, en una nación cuya economía depende de manera fundamental de la presencia de más de 12 millones de mexicanos “sin papeles”, pero trabajadores.

La promulgación de la ley está logrando el efecto inverso de lo que pretendía atacar. Según la gobernadora, “esto es una crisis que nosotros no creamos y que el gobierno se ha negado a resolver”, en clara referencia a las demandas de la derecha estadunidense para criminalizar la inmigración.

El presidente Barack Obama se ha resistido a realizar una reforma restrictiva, pero ahora puede encontrar el consenso nacional e internacional necesario para empujar una auténtica reforma integral que discuta el gran fantasma del Tea Party estadunidense: la amnistía general para los indocumentados.

“Arizona es el Alabama de los hispanos”, afirmó Antonio González, líder latino, en claro paralelismo con las protestas de la comunidad afroamericana que encabezó las movilizaciones por la defensa de los derechos civiles en 1960. A partir de entonces, la población afroamericana asumió una dignidad y un activismo que explican, en buena medida, la llegada de Obama a la Casa Blanca.

Ahora, las comunidades mexicanas, ilegales y documentadas, se están uniendo para enfrentar lo que puede convertirse en la peor derrota para la derecha norteamericana.

Arizona es la entidad con el mayor índice de crecimiento demográfico en Estados Unidos y, paradójicamente, es también el último estado que se convirtió en parte de la Unión Americana, el 14 de febrero de 1912, después de más de medio siglo de haberse anexado tras la invasión norteamericana a México y la firma de los Tratados Guadalupe Hidalgo.

A pesar de su condición de “estado joven”, la población de Arizona se cuadruplicó entre 1950 y 1980. Actualmente tiene más de 7 millones de habitantes, de los cuales, el 30 por ciento son de origen latino o hispano y de éste universo, 21 por ciento es de origen mexicano.

Arizona tiene la mayor tasa de crecimiento demográfico --7.6 por ciento-- de todo Estados Unidos. Y la explicación es muy clara: la presencia de los mexicanos y de sus familias ha dinamizado la economía de un estado que dependió durante décadas de la minería y ahora se ha convertido en un polo industrial y también turístico.

¿Cómo pretenden frenar esta tendencia los kukuxklanes del nuevo milenio en Estados Unidos? Con leyes absurdas y grupos paramilitares de “cazadores de migrantes” que reviven lo peor del extremismo norteamericano.

Los analistas han señalado que las próximas elecciones estatales de noviembre alentaron que se aprobara esta ley restrictiva de los derechos civiles y violatoria de la cuarta enmienda de la Constitución de Estados Unidos que prohíbe los registros y las detenciones arbitrarias.

La derrota en la opinión pública nacional e internacional es la sanción más clara en contra de esta ley. Hasta la Organización de Estados Americanos, un elefante blanco que se caracteriza por su extremada cautela, calificó como “racista” e “inaceptable” de esta ley.

Si pretendían expulsar a los mexicanos de Arizona, la entidad donde los navajos y apaches enfrentaron durante varias décadas del siglo XIX a los colonizadores racistas, ahora los Wasp se enfrentarán a un gigante de color moreno que pretenden invisibilizar.

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