Casi 17 millones de armas se importan a nuestro país

Álvaro Cepeda Neri

Han estado siendo los investigadores del ITAM y el ISTESEM, los dos tecnológicos más relevantes, dentro del cuadro de escuelas de estudios superiores, en relación al problema de la inseguridad-seguridad (el binomio debería plantearse al revés: seguridad-inseguridad, contrario sensu de que el orden de los factores no altera el resultado, pues en nuestro ya desgraciado país por ese asunto, lo que prevalece es la inseguridad y se buscan las soluciones para rescatar la seguridad). Varios de sus profesores han dado a conocer sus trabajos. Ahora le tocó al catedrático Athanasios Hristoulas, poner a consideración de la opinión pública lo que ha encontrado en sus pesquisas académicas.

Primero, que circulan en el país (fuera de las que tienen los militares, cuerpos policiacos, y las agencias que proliferan ofreciendo servicios de guardaespaldas), más de 16 millones de armas. Casi son 17 millones. Éstas están en manos de los narcotraficantes y sus matones. El reportero Eduardo Ortega entrevistó al profesor, quien agregó que de nuestro país al vecino del norte, se transportan más de 400 toneladas de cocaína para satisfacer la demanda de 20 millones de estadounidenses que la consumen. Son los mercados de armas de allá, donde prácticamente se venden al mejor postor, los que surten a las delincuencias.

Supongamos, pues, que 20 millones de estadounidenses consumen drogas que las mafias, lideradas por las mexicanas, les surten. Es entonces un comercio de millones de millones de dólares. Con estos los narcos compran armas a los estadounidenses para que sus matones estén armados hasta los dientes. Se dice, además, que han comprado cohetes teledirigidos. Y comprobado está que sus arsenales son, cuantitativamente, superiores a los que tienen los militares y las policías. Tan es así que a los narcotraficantes les han incautado millones de dólares, toda clase de transporte terrestre y aéreo; armas: granadas, rifles de alto poder con miras telescópicas, pistolas de última generación.

Y los sicarios, que son una especie de ejército de guerrillas, están invictos y a la ofensiva, dejando, según las siempre sospechosas cifras oficiales, más de 20 mil homicidios; miles de violaciones a los derechos humanos y asesinatos de personas inocentes: niños, jóvenes y adultos, entre mujeres y hombres. Todo porque los delincuentes tienen, por la venta de drogas, cientos de miles de millones de dólares. Y adquieren las armas que necesitan en el mercado estadounidense (y otros, como el ruso, y en el resto del mercado de la piratería de armas). Presionado Calderón por la visita de la señora Clinton y que ha sido llamado a Washington, hasta ahora se atrevió a decir que el armamento de los narcos llega de los estadounidenses y que estos consumen el 90 por ciento de la droga producida en México y otros países (como Colombia, Afganistán e Irán). Si Calderón no se pone realista ante Obama, entonces el problema no tiene solución, atrapado como está en el binomio: armas por drogas.

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