Atentados en Consulados

Francisco Rodríguez / Índice Político

¿CONVIENE A LOS
capos del narcotráfico “calentar las plazas” lanzando ataques a los consulados de Estados Unidos en nuestro país? La respuesta lógica sería en sentido negativo. No, no les conviene. Atrae reflectores. Focaliza en esos sitios la presencia de las Fuerzas Armadas y policiacas nacionales y, claro, las estadounidenses –afectadas en sus instalaciones-- lo que resulta en un estorbo a las rutinas del comercio y exportación de estupefacientes.

Luego entonces, ¿quién resulta beneficiado?

Una respuesta podría estar en el ámbito de los movimientos armados o guerrillas, cual ya se ha apuntado aquí, apenas el 25 de marzo.

La historia mundial reciente está llena de episodios en los cuales han sido movimientos contestatarios quienes protagonizan los ataques a las legaciones diplomáticas consulares. Vea usted algunos:

14 junio 2002.- Doce muertos al estallar un coche-bomba frente al consulado de EU en Karachi, Pakistán, en una acción atribuida a la organización Harkat ul Muyahidin al Almi (Movimiento de Combatientes del Mundo).

20 noviembre 2003.- Veintisiete muertos y 450 heridos en dos atentados con bomba en el centro de Estambul, Turquía, contra el Consulado General Británico y las oficinas del banco británico HSBC. Una de las víctimas fue el cónsul británico Roger Short.

6 de diciembre 2004.- Nueve muertos (ninguno estadounidense) y 13 heridos en un ataque contra el consulado de EEUU en Yeda, Arabia Saudí. Tras estallar un coche bomba, los terroristas irrumpieron en el recinto y tomaron durante tres horas a 18 empleados como rehenes. Tres de los atacantes fueron abatidos. Osama Bin Laden divulgó en internet el 16 de diciembre una grabación sonora felicitándose por el asalto.

2 marzo 2006.- Cinco muertos, entre ellos un diplomático estadounidense, y casi 50 heridos en un supuesto ataque suicida contra el Consulado de EEUU en Karachi (sur de Pakistán), un día antes de la llegada a ese país del presidente George W. Bush.

Hace apenas unos días, Pakistán volvió a ser escenario de otro ataque similar, ahora en Peshewar, reivindicado por la guerrilla talibán.

¿Son guerrilleros o “narcos” quienes han lanzado ataques a los consulados estadounidenses en Monterrey y Nuevo Laredo?

O, permítame ser malpensado, ¿será acaso que los “defensores de la ley y el orden”, aquellos que dicen están al servicio de la ciudadanía para “servir y proteger” han sido autores de estos atentados con el único fin de justificar lo que ya se anuncia como “guerra prolongada” en contra de los mañosos, cual se llama a estos delincuentes?

Desde hace una semana, en efecto, y luego de que el general secretario de la Defensa Nacional se reuniera con legisladores, en todos los medios se han comentado sus previsiones: los soldados, dijo Guillermo Galván Galván, se mantendrán en las calles de 5 a 10 años más. Una “guerra” más que prolongada que, ya nos dijo el ¿todavía? titular de Gobernación Fernando Gómez Mont, no es contra las drogas, sino contra la inseguridad.

Así las cosas, los ataques a instituciones nacionales y, sobre todo, extranjeras, justificarían la presencia castrense y policiaca –que, en algunos casos, tiene carácter de ocupación militar--, de ciudades enteras, pueblos, rancherías, sí, pero también autopistas, carreteras y todo tipo de caminos en la geografía nacional.

¿Quiénes son los autores de los atentados a los consulados estadounidenses?

¿De verdad los narcos? ¿La guerrilla urbana, acaso? ¿Las propias fuerzas de la fallida Administración, para justificar así no sólo su presencia fuera de los cuarteles, incluso la intromisión de investigadores y policías de EU en nuestro país?

Ojala usted no sea tan malpensado como lo soy yo.

Índice Flamígero: En la opinión del psicoanalista social José Antonio Lara, “en el ejército no hay teoría pedagógica tendiente a preparar y a despertar un sentido crítico y de humanidad en los soldados. Por el contrario, el ejército practica una anti-pedagogía. Ha resumido la formación de elementos a una mera instrucción tendiente a borrar todo sentido crítico y todo razonamiento de quien, vía diversas circunstancias, se ve en la penosa necesidad de enrolarse.
El primer paso de la instrucción es darle prioridad al cuerpo, a lo físico, es decir, dejan de lado el pensamiento. El segundo paso consiste en borrar todo pensamiento crítico: aquí se valen de historias y de discursos en donde presentan a las fuerzas armadas como heroicas. Se hace creer a los soldados que tienen una misión: de manera por demás psicótica les hacen creer que ellos son salvadores, mártires, etc. Imaginemos tan sólo a un sujeto con una historia familiar traumática que se enfrenta a lo dicho anteriormente: el resultado lo vemos de manera cotidiana: elementos del ejército que sin el más mínimo razonamiento igual matan a un perro que a un niño, porque para ellos es lo mismo. Como lo dice el general secretario: los muertos no son humanos son daños colaterales. El sistema cognitivo de los miembros del ejército está dañado, hay una obturación del pensamiento racional. Prevalecen en estos sujetos los instintos de muerte y de sadismo despertados por la instrucción que reciben…”

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