Una reunión de miedo

Martha Anaya / Crónica de Política

El sólo ver a todo el equipo de seguridad de los Estados Unidos entrar a la cancillería mexicana quitaba el aliento. Sí, todos ahí, los más altos funcionarios de la administración de Barack Obama.

Daba miedo el sólo imaginar qué podrían estar planteando Hillary Clinton (secretaria de Estado), Robert M. Gates (secretario de Defensa), Janet Napolitano (secretaria de Seguridad Interior), Dennis Blair (director de Inteligencia Nacional), John O. Brennan (Asesor Presidencial en Seguridad Nacional y Contraterrorismo), el almirante Michaell Mullen (Jefe del Estado Mayor Conjunto), John Morton (subsecretario de Seguridad Interior para Inmigración y Aduanas), Gary G. Grindler (subprocurador General Interino), Adam Szubin (director de la Oficina de Control de Bienes de Extranjeros), Patrick Ward (subdirector Interino de la Oficina de Reducción de la Oferta de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca) y Michele M. Leonhart (Administradora Interina de la Agencia Antidrogas).

No recuerdo reunión de tan alto nivel en décadas. Ni siquiera cuando mataron al agente de la DEA, Enrique el “Kiki” Camarena, en el sexenio de Miguel de la Madrid.

La Secretaría de Relaciones Exteriores afirma que este encuentro ya estaba programado como parte del seguimiento a la Iniciativa Mérida. Suponiendo que así fuera, apuesto que el nivel de esta reunión no habría sido el mismo si no hubiesen estado de por medio los asesinatos de las tres personadas ligadas con el Consulado de los Estados Unidos en Ciudad Juárez.

Muertes que, diría Hillary Clinton, “nos rompieron el corazón”; y que llevaron a admitir a la secretaria de Estado en su conferencia de prensa –luego de tres horas a puertas cerradas con sus contrapartes mexicanas– que se estaba llevando esta guerra “a la sociedad civil”.

Se envolvió, pues, este tete a tete bajo la etiqueta de la “Segunda reunión formal del Grupo Consultivo de Alto Nivel”, mientras en Los Pinos crecía la suspicacia que desde el primer momento de los sucesos en Juárez consideraron: la posibilidad de que esas tres muertes hubiesen sido “provocadas” por los vecinos del norte.

Pero todos guardaban las apariencias, al menos en público. Ante las cámaras, Hillary le pasaba el brazo sobre los hombros a la canciller Patricia Espinosa, le tomaba de las manos, sonreían; Fernando Gómez Mont firmaba –fuera de cámaras– con Janet Napolitano un memorando de cooperación sobre procesamientos e intercambio de información de mexicanos al ser repatriados; y el embajador de México en EU, Arturo Sarukhan, no perdía detalle de lo que sucedía.

¿Qué informaron luego de más de tres horas a puertas cerradas? Muy poco si se toman literalmente sus palabras. Mucho, si abrimos la puerta a lo que esas palabras apenas apuntan.

El paraguas de su nuevo objetivo lo expuso Clinton en esta frase: Estamos “extendiendo” la Iniciativa Mérida con la idea de “construir instituciones” y no constreñirla al tema de la seguridad.

Y a partir de ahí, situó:

-El gobierno de Estados Unidos pretende “fortalecer las instituciones” mexicanas y “construir” comunidades más fuertes.

-“Reforzar” la frontera y su espacio aéreo en la esa zona.

-“Reforzar” la inteligencia y la ley para prevenir el financiamiento ilegal y el comercio ilegal de armas.

-Vamos por una estrategia “total” y queremos trabajar “mano con mano” con el gobierno mexicano.

Sí, reconoció su “responsabilidad” en el combate al narcotráfico, pero eso mismo dijo en el primer encuentro, en diciembre de 2008.

En realidad, además de lo que apuntó en términos concretos –como los ya citados–, interesante fue lo que no respondió y la manera en que dio vuelta a algunas de las preguntas que se formularon en la conferencia de prensa.

Le preguntó CNN: La expansión económica y social del Plan Mérida que plantean significa que la estrategia militar no es suficiente?

La respuesta fue así: “De hecho es un reconocimiento de que estamos en una estrategia total… y la seguridad es fundamental”.

En eso estaba cuando le vino un acceso de tos. Pasó a otro tema cuando se repuso.

Reforma inquirió: ¿Solicitaron la extradición fast track?

-La extradición es importancia para nuestra estrategia–, repuso escuetamente la secretaria de Estado.

El Financiero le preguntó si se desmilitarizaría la Iniciativa Mérida.

No hubo respuesta al respecto.

Hillary resumió así los trabajos: “Hoy acordamos un camino específico, con medidas específicas para destruir la capacidad de los criminales y para fortalecer las instituciones y construir comunidades fuertes”.

Lo que ello significa en términos concretos y operativos quedó a la imaginación. Al igual que lo que aconteció durante hora y media que, posteriormente, estuvieron reunidos Hillary Clinton y Felipe Calderón en Los Pinos.

Cuando la delegación estadounidense salió rumbo al aeropuerto algunos colegas soltaron su sentir: “Nomás de verlos da miedo…”

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