Un panista más en la cloaca de la corrupción

Álvaro Cepeda Neri

No es una exageración afirmar que los panuchos, panistas de viejo y nuevo cuño, en nueve años, ya superaron al grupo priísta, en cuanto a la corrupción. Se presentaron (de 1939 al 2000), como blancas palomas y resultaron halcones, no en el sentido zoológico en su rama de aves de rapiña, como en la expresión que se usa para calificar a los humanos depredadores que, sobre todo en el ejercicio del poder público (en las empresas el comercio son, también, canela fina) han estado abusando particularmente desde la toma del presidencialismo y más gubernaturas, que incluye a empresas paraestatales y demás organismo, como el Procampo, Pronósticos Deportivos, Seguro Popular y Salud, guarderías y el manoteo del PAN en la Secretaría de la Reforma Agraria con la prima de Calderón. Piratas de la política, esos panistas, han hecho de presidencias municipales, diputaciones estatales, gubernaturas y de la presidencia con sus veintitantas dependencias de la administración central y otras tantas de la descentralizada, un botín.

Recién acaba de flotar en las aguas negras de esa corrupción azul el caso de Procampo, que depende de la Secretaría de Agricultura, y donde sus dos secretarios, uno Alberto Cárdenas, ya fugado al renunciar, y el vigente: Javier Mayorga (con su familia y amigos-cómplices) se han beneficiado de los millonarios subsidios que, a su vez, lo hicieron con varios narcotraficantes. Mientras a los agricultores pequeños y medianos, como a los campesinos comunales y todavía ejidatarios, y a los indígenas, apenas si les han dado limosna para apoyarlos, en cambio a los panistas el ya renunciado de la conducción de Procampo, incluyéndose él, les han dado los millones de pesos para que sus latifundios prosperen como el PAN manda.

Al renunciar, hace no menos de cuatro meses, el tal Bebeto Cárdenas, ex desgobernador de Jalisco y actualmente con ganas de ser el candidato (a perder) presidencial de Acción Nacional, en cuanto reasumió su cargo de senador logró con los demás panistas, que no fuera turnado al Pleno del Senado la propuesta de depurar el listado de Procampo, para así encubrir a los beneficiarios, entre éstos el titular de Agricultura, su familia, los narcotraficantes y demás poderosos latifundistas protegidos por los panistas. Al abortar ese botín la investigación periodística (El Universal: 15 y 16/II/10), ha estallado la crítica y demanda a Calderón sancionar los abusos de Procampo y la Sagarpa.

Obviamente ni Calderón ni ningún panista procederán y la impunidad seguirá siendo la tapadera de la cada vez mayor corrupción de los calderonistas a los que nadie, hasta ahora, han podido presentar ante la PGR (ésta la otra madriguera panista) y el ya renunciado director de Procampo será, a su vez, amparado para que, enriquecido, siga en Tamaulipas siendo un agricultor próspero y ayude a su pariente que será candidato a gobernador de esa entidad. Los del PAN, pues, son la corrupción a lo bestia.

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