Todos somos Juárez, Reynosa… ¿y Monterrey?

A Puerta Cerrada / Marcela Gómez Zalce

• Ingobernabilidad y caos
• Los daños colaterales


El orgullo, mi estimado, equilibra todas las miserias. Desgarrador y devastador inicio de semana. No sólo por la cifra de ejecutados que tiñe de rojo las plazas en disputa por el organizado crimen que, gracias a la desaseada ejecución de Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, el cártel sufre rupturas y pleitos en su interior por el control que ha desestabilizado aún más la radiografía criminal en entidades como Tamaulipas, Morelos y Nuevo León.

La otrora joya norteña y orgullo empresarial regiomontano, Monterrey, es hoy botón de caos y desorden ante un frágil, desdibujado, incompetente y rebasado joven gobernador que en pocos meses ha demostrado no estar a la altura de las complejas y delicadas circunstancias que ameritan ser sopesadas con suma cautela.

Y para colmo de las parajodas de la vida política, my friend, cualquier movimiento de inconformidad social que pueda salirse de los divertidos cauces es inmediatamente aplastado, sofocado y sometido por las fuerzas federales y/o estatales. Se ha constatado en diversas ocasiones cómo el (des)gobierno de Felipe Calderón actúa en contra de los trabajadores del SME o del sindicato minero utilizando la fuerza para apaciguar los enchilados ánimos que calientan el contexto que se acerca a niveles preocupantes de ingobernabilidad contrastando con lo ocurrido en Monterrey, donde el organizado crimen se aventó la lindura de bloquear calles y carreteras, amenazando la vida pública, la ciudadanía y desafiar abiertamente la inexistente autoridad.

¿Cómo explicar lo sucedido sin entrar en el hoyo negro de las complicidades, la corrupción y la total impunidad que contamina las cacareadas fuerzas del orden…? ¿Dónde está Rodrigo Medina y su runfla de torpes disfuncionales que llevan escasos meses en el poder y que en medio del descomunal desmadre sólo atreven a escupir el desgastado discurso que ya nadie cree?

La presumida estrategia de esta irreflexiva guerra vuela peligrosamente en barrena, mi estimado, cuando en medio de inéditos tiroteos y alucinadas refriegas los daños colaterales son las vidas de civiles que terminan enlutando, consternando, preocupando y fastidiando a millones de mexicanos.

Lo sucedido en el TEC, ahí en la prestigiada institución educativa en Monterrey donde fallecieron dos de sus estudiantes en un fuego cruzado entre el Ejército y Los Zetas, que, para no perder la costumbre del magnífico sello sexenal de etiquetar como pandilleros y en este caso, de sicarios, a los occisos, ha marcado al débil desgobierno de Medina de la Cruz cuyo miserable procurador, Arturo Garza y Garza manipuló la información desarrollando incertidumbre y después el acreditado enojo el rector y familiares ante la tragedia que cimbra a la golpeada ciudad.

Y documentando el catastrofismo de este (sobre)Vive México en Primavera, la corrupción carcome a la policía estatal de Nuevo León desencadenando ayer el cándido anuncio de Rodrigo sobre el cese de 81 elementos (¿que se irán a la calle…?), acompañado de un discurso que no emociona, y peor aún, no convence.

¿Cómo puede explicar el mandatario estatal que una caterva de criminales bloqueen impunemente vías de acceso a plena luz del día en una ciudad como Monterrey…?

Simple.

Porque no hay autoridad. No hay gobernador. No hay ley.

Lo que hay es la ley de los cárteles anidada en la cúpula del poder. Ahí donde bailan los intereses que marcaron también a la administración de Natividad González Parás, cuyos cables están intrínsecamente conectados al desgobierno de su minúsculo delfín que regala lugares comunes declarando que los criminales quieren generar el caos y amedrentarnos a todos, al final no lograrán hacer lo uno ni lo otro.

Hoy, la realidad derrumba ese ridículo sonsonete que danza alrededor de los féretros. Hoy Monterrey está de luto, agraviado y amedrentado. Convocar a marchas masivas para que la ciudadanía se exprese contra la violencia es pirotecnia barata. La ciudadanía quiere orden, seguridad y un Estado de Derecho.

Y si el gobernador Rodrigo Medina de la Cruz no puede... que por favor tenga dignidad y renuncie.

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