El complejo de subordinación (inferioridad) –evidente en la psicología del mexicano– y de superioridad (arrogancia) –presente en la mentalidad del estadounidense– ha determinado el comportamiento entre estas EU y México
Dolia Estévez
Sidney Weintraub, reconocido economista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, acaba de publicar un nuevo libro que examina la relación históricamente errática entre México y EU desde una perspectiva distinta: el síndrome de dependencia-dominio.Un-Equal Partners, The United States and Mexico (Socios desiguales, los Estados Unidos y México, University of Pittsburgh Press, 2010) explica cómo el complejo de subordinación (inferioridad) –evidente en la psicología del mexicano– y de superioridad (arrogancia) –presente en la mentalidad del estadounidense– ha determinado el comportamiento entre estas dos naciones.
En los anales de la literatura política abundan obras (Vecinos distantes, el clásico de Alan Riding, entre los más emblemáticos) que han tratado de descifrar y justificar la compleja relación entre México y EU, países que pese a sus profundas diferencias económica, militar y cultural están destinados (¿condenados?) a vivir juntos. El nuevo libro de Weintraub, quien ha invertido más de 30 años de su vida en el estudio de la realidad mexicana, representa el último intento por explicar esta atípica convivencia. El texto, de 172 páginas, analiza las consecuencias de la ecuación dependencia-dominio en seis áreas clave: comercio; inversión y finanzas; narcotráfico; energía; migración, y frontera.
Para el autor, la traumática historia –desde la guerra de anexión territorial en 1848, hasta la incursión militar en Veracruz en 1914– ha incidido decisivamente en el sentimiento de dependencia y dominio. Empero, no ha sido el único factor. La inhabilidad mexicana para confrontar los problemas económicos y políticos de las últimas tres décadas también han contribuido. Weintraub estima que los orígenes de la relación dependencia-dominio son las profundas asimetrías económica, política y militare entre los dos. Sin embargo, la asimetría no es exclusividad de la relación bilateral sino un fenómeno generalizado en el trato de EU con casi todo el mundo. ¿Por qué, entonces, con México es un factor tan determinante? Porque no hay otra nación subdesarrollada –con 40 millones de pobres y un PIB 16 veces inferior al de EU– que comparta 3,000 kilómetros de frontera con la potencia hegemónica.
Weintraub descalifica el cliché de “amor-odio” para explicar la dinámica binacional pues, dice, entre los protagonistas hay poco odio y “amor” no es la palabra indicada. Lo que hay en México es cierto respeto hacia EU y mucho oportunismo. El oportunismo es lo que lleva a millones de mexicanos a emigrar. Los avances recientes en el trato bilateral no han logrado superar los complejos de inferioridad y arrogancia. A la fecha siguen siendo el principal impedimento, si se quiere psicológico, para cultivar una asociación entre pares.
MANO A MANO
En una inusual audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), convocada para abordar la violencia contra periodistas en México, Brisa Maya Solís, presidenta de Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), y Darío Ramírez, representante mexicano de Artículo 19, calificaron de “falaz” el recurrente discurso gubernamental de culpar al crimen organizado por las agresiones contra la prensa. La evidencia muestra, dijeron, que “agentes del Estado continúan siendo los principales perpetradores de agresiones” contra la libertad de expresión. De acuerdo con los denunciantes, de las 244 agresiones registradas en 2009, 160 (65.5 %) fueron cometidos por funcionarios públicos. El dramático dato sorprendió y preocupó a los miembros de la CIDH.
Gustavo Salas (fiscal especial para la Atención de Delitos contra Periodistas), Alejandro Negrín (SRE) y José Antonio Guevara (Gobernación), en representación del Estado mexicano, negaron las imputaciones de los representantes de la sociedad civil y reiteraron el “compromiso incontestable” de Calderón con la defensa de los derechos humanos.
HOMENAJE PÓSTUMO
Para honrar la memoria del embajador Carlos Rico, acaecido en enero pasado, la Comisión Fulbright aprobó la beca “Fulbright Carlos Rico” para el estudio de América del Norte. El anuncio se hizo durante acto en el Woodrow Wilson Center en el que se rindió homenaje a la extraordinaria contribución del apreciado diplomático y académico al mejoramiento de las relaciones trilaterales.
Dolia Estévez
Sidney Weintraub, reconocido economista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, acaba de publicar un nuevo libro que examina la relación históricamente errática entre México y EU desde una perspectiva distinta: el síndrome de dependencia-dominio.Un-Equal Partners, The United States and Mexico (Socios desiguales, los Estados Unidos y México, University of Pittsburgh Press, 2010) explica cómo el complejo de subordinación (inferioridad) –evidente en la psicología del mexicano– y de superioridad (arrogancia) –presente en la mentalidad del estadounidense– ha determinado el comportamiento entre estas dos naciones.
En los anales de la literatura política abundan obras (Vecinos distantes, el clásico de Alan Riding, entre los más emblemáticos) que han tratado de descifrar y justificar la compleja relación entre México y EU, países que pese a sus profundas diferencias económica, militar y cultural están destinados (¿condenados?) a vivir juntos. El nuevo libro de Weintraub, quien ha invertido más de 30 años de su vida en el estudio de la realidad mexicana, representa el último intento por explicar esta atípica convivencia. El texto, de 172 páginas, analiza las consecuencias de la ecuación dependencia-dominio en seis áreas clave: comercio; inversión y finanzas; narcotráfico; energía; migración, y frontera.
Para el autor, la traumática historia –desde la guerra de anexión territorial en 1848, hasta la incursión militar en Veracruz en 1914– ha incidido decisivamente en el sentimiento de dependencia y dominio. Empero, no ha sido el único factor. La inhabilidad mexicana para confrontar los problemas económicos y políticos de las últimas tres décadas también han contribuido. Weintraub estima que los orígenes de la relación dependencia-dominio son las profundas asimetrías económica, política y militare entre los dos. Sin embargo, la asimetría no es exclusividad de la relación bilateral sino un fenómeno generalizado en el trato de EU con casi todo el mundo. ¿Por qué, entonces, con México es un factor tan determinante? Porque no hay otra nación subdesarrollada –con 40 millones de pobres y un PIB 16 veces inferior al de EU– que comparta 3,000 kilómetros de frontera con la potencia hegemónica.
Weintraub descalifica el cliché de “amor-odio” para explicar la dinámica binacional pues, dice, entre los protagonistas hay poco odio y “amor” no es la palabra indicada. Lo que hay en México es cierto respeto hacia EU y mucho oportunismo. El oportunismo es lo que lleva a millones de mexicanos a emigrar. Los avances recientes en el trato bilateral no han logrado superar los complejos de inferioridad y arrogancia. A la fecha siguen siendo el principal impedimento, si se quiere psicológico, para cultivar una asociación entre pares.
MANO A MANO
En una inusual audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), convocada para abordar la violencia contra periodistas en México, Brisa Maya Solís, presidenta de Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), y Darío Ramírez, representante mexicano de Artículo 19, calificaron de “falaz” el recurrente discurso gubernamental de culpar al crimen organizado por las agresiones contra la prensa. La evidencia muestra, dijeron, que “agentes del Estado continúan siendo los principales perpetradores de agresiones” contra la libertad de expresión. De acuerdo con los denunciantes, de las 244 agresiones registradas en 2009, 160 (65.5 %) fueron cometidos por funcionarios públicos. El dramático dato sorprendió y preocupó a los miembros de la CIDH.
Gustavo Salas (fiscal especial para la Atención de Delitos contra Periodistas), Alejandro Negrín (SRE) y José Antonio Guevara (Gobernación), en representación del Estado mexicano, negaron las imputaciones de los representantes de la sociedad civil y reiteraron el “compromiso incontestable” de Calderón con la defensa de los derechos humanos.
HOMENAJE PÓSTUMO
Para honrar la memoria del embajador Carlos Rico, acaecido en enero pasado, la Comisión Fulbright aprobó la beca “Fulbright Carlos Rico” para el estudio de América del Norte. El anuncio se hizo durante acto en el Woodrow Wilson Center en el que se rindió homenaje a la extraordinaria contribución del apreciado diplomático y académico al mejoramiento de las relaciones trilaterales.
Comentarios
Además de que siempre es bueno leer y entender los argumentos de personas que no necesariamente dedican sus líneas a difundir la verdad o expresarse con objetividad, hay que entender como se piensa desde otros enfoques y aprender a contraargumentar.
Saludos y gracias por tu comentario nos es muy valioso conocer tu opinión sobre lo que publicamos en RMX.