¿Qué ayudemos a resolver la inseguridad y la pobreza?

Álvaro Cepeda Neri

Dejó el inquilino de Los Pinos, que en lugar de por la vía de la alternancia y la transición para más y mejor democracia entreverada de republicanismo, tomaron casi por asalto los panistas para intentar, por enésima vez (si consultamos en las páginas de nuestra historia), imponen su credo religioso, impedir que las mujeres tengan sus plenos derechos (uno de ellos: el de su libertad para decidir sobre sus embarazos); oponerse al reconocimiento de todas las variedades sexuales (los desgobernadores panistas han interpuesto una controversia constitucional para irse sobre los matrimonios homosexuales vigentes sólo en la capital del país) y para seguir embistiendo con sus prejuicios las conquistas que han de permitir ampliar y enriquecer la tolerancia religiosa, política y social para ponernos a tono con las modernizaciones racionales de la humanidad.

Esos panistas tienen, en su ocaso presidencial al señor Calderón como portavoz (y en el secretario de Gobernación al mayor truculento con sus aparentes poses de víctima y de haber dizque renunciado a su militancia panista) y ya que dejó pasar tres años sin hacer nada y todo lo hicieron, en la oposición, los demás partidos representados en el Congreso, se ha estado dedicando a un activismo estéril, como el que está llevando demagógicamente en Chihuahua, la entidad con homicidios diarios, cuando lo debió hacer desde entonces. Busca posicionarse para dejar sucesor o para aprovechar el golpismo militar encubierto con el combate ineficaz a los paramilitares, sicarios del narcotráfico y demás delincuencias que le llevan la delantera a los soldados y policías.

Nos ha salido con que los mexicanos debemos ayudar a combatir la inseguridad que ya se apoderó del país y ayudar a resolver la pobreza masiva que ha capturado a millones de mexicanos. Nos propone el fin, la finalidad, pero olvida el cómo, los medios para colaborar en solucionar ambos problemas. Contra los matones al servicio de los narcos y el comercio de las drogas, estamos indefensos, salvo que nos den de alta como militares. Y nadie puede denunciar esas actividades, porque las venganzas contra quienes se atrevan a eso son más rápidas que la protección policiaca. Contra la pobreza no tenemos los mexicanos, el grueso de estos, ya de por sí sobreviviendo en el maldito desempleo, la escasez de dinero, los bajísimos salarios y que apenas si a unos les alcanza para mal consumir. Somos más de 90 millones de mexicanos aplastados por la mala política calderonista para fomentar las inversiones privadas y, por la corrupción panista, con un mínimo gasto social en obras y actividades que generen empleo. Calderón y su grupo azul, los panuchos, no han servido ni para hacerla de policías y por eso la inseguridad agobia a la Nación. No tenemos manera de participar en esas dos invitaciones. Estamos desamparados en todo, ya que el foxismo y el calderonismo echaron todo a perder. El país clama por nuevos dirigentes en la presidencia y por eso ya se escuchan voces pidiendo a Calderón su renuncia.

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