Adrián Rueda
Amén de la tragedia que rodea su caso, la sigilosa salida de Salvador Cabañas del país confirma lo que todo mundo sospechaba: a Televisa y al gobierno del DF les urge echarle tierra al asunto.
Desde que se supo que el futbolista del América había sido baleado en el bar Bar de Insurgentes, hubo comunicación fluida entre El Zócalo y San Ángel para ver como se iba a manejar la información.
Se acordó que en el aspecto mediático Marcelo Ebrard no cargaría con la culpa, contrario a lo que ocurrió con el News Divine, y que toda la bronca debería recaer en los dueños y en la delegación Álvaro Obregón.
Y así ocurrió, pues no hubo día que en los noticiarios de la televisora no se pidiera la cabeza del delegado Eduardo Santillán por permitir la operación irregular de ese bar.
Todo ello a pesar que los principales clientes del establecimiento eran precisamente artistas, ejecutivos y futbolistas ligados al emporio televisivo, que hicieron del bar Bar uno de sus lugares predilectos.
Luego de la agresión, nada se dijo sobre los motivos de Cabañas para estar cerca de las cinco de la mañana de un lunes departiendo en un antro, cuando cinco horas tarde tendría que estar entrenando.
La idea era desviar el asunto y por eso todo mundo se puso a trabajar en un libreto, que se fue modificando conforme avanzaron las horas y los días; todo mundo estaba estupefacto, primero con la agresión y luego por la milagrosa recuperación.
En sus prisas por bajar el tono al asunto, las autoridades locales cometieron una cadena de errores, sobre los que se empezaron a tejer varias leyendas ciudadanas, que ligaban al futbolista con las drogas, las apuestas y hasta los asuntos pasionales.
Una de las primeras pifias gubernamentales la cometió el propio Ebrard, quien avisado por su jefe de Policía, Manuel Mondragón, tomó el teléfono y llamó a la sede de San Ángel parea darles el pésame “por la muerte de Cabañas”.
El jefe de Gobierno se sorprendió cuando le aclarraron que el futbolista no estaba muerto, sino gravemente herido.
Marcelo había sido enterado de la “muerte” del paraguayo por Mondragón, quien llevó la noticia hasta el antiguo Palacio del Ayuntamiento. Ese error le costó la cabeza a Lorenzo Fernández, uno de los directores generales de la SSP-DF.
Y es que este funcionario fue el que malinformó al secretario de que Cabañas había ya fallecido, lo que originó el oso de Marcelo ante Televisa.
Pero no fue la única pifia, pues más tarde se sumó la del procurador Miguel Ángel Mancera, quien ese mismo lunes salió a dar datos falsos sobre la identidad de uno de los presuntos agresores.
Ante ese error, Ebrard ordenó al procurador no salir a medios y no volver a dar ninguna entrevista sobre el caso, y advirtió que después de que el asunto muriera en los medios, alguien tenía que pagar la pifia.
Sobre todo por el costo que representaba para el gobierno dar a conocer nombres falsos, que pusieran de nuevo en entredicho la veracidad de las investigaciones en esa dependencia, como fue el caso de El Apá.
Seis empleados del bar y el gerente fueron acusados de complicidad en el intento de asesinato y se identificó a un cliente, a quien conocían como El JJ o El Modelo, como el agresor directo del futbolista.
Mientras eso ocurría, Cabañas tenía una milagrosa recuperación, pero sus médicos siempre advirtieron que no debería declarar sobre el caso porque no se iba a acordar de nada.
Aunque sí recordaba quién era, cómo se llamaban sus hijos, su esposa y reconoció perfectamente a sus padres, a quienes incluso habló en guaraní, el neurocirujano que lo atendió dijo que no tendría caso.
Especialistas en la materia dicen que hasta un estudiante de medicina sabe que, por las condiciones de su recuperación, el futbolista podría recordar todo lo acontecido hasta antes de que recibiera el balazo en la cabeza.
Que efectivamente no recordaría nada del tiempo en que permaneció sedado, pero que lo demás estaría intacto.
Y parece que eso es cierto, porque la Procuraduría de Justicia del DF no le tomó declaración y el futbolista ya se fue del país, dejando pendiente su testimonio, que es primordial.
Por eso ahora le gente común puede sacar la conclusión que quiera y todas parecerán creíbles. Desde que era amante de un narco, hasta que se negó a pagar las grapas o las apuestas del futbol, pues no hay elementos para probarlo, tampoco hay para desmentirlo.
Los dueños del antro han empezado a soltar fotos de los asiduos al lugar, y como hay varios peces grandes, muchos creen que será cosa de días cuando reabran el bar para que el asunto no pase a mayores.
CENTAVITOS… El anuncio hecho ayer por Marcelo de que unificará los 450 programas sociales del gobierno capitalino en uno solo denominado Red Ángel trae cola. La intención del jefe de Gobierno de concentrar la ayuda social a viejitos, madres solteras, desempleados, becarios y un sinfín de beneficiarios del dinero público de los capitalinos no es casual, porque se trabajará en un padrón único, que a la hora de las votaciones es muy útil. Habrá que ver quién es el encargado de esa red, pues se echará la lupa encima rumbo a 2012. Por otro lado, esto significa la estocada final para el secretario de Desarrollo Social, Martí Batres, que oficialmente pasa a ser un cadáver político.
Amén de la tragedia que rodea su caso, la sigilosa salida de Salvador Cabañas del país confirma lo que todo mundo sospechaba: a Televisa y al gobierno del DF les urge echarle tierra al asunto.
Desde que se supo que el futbolista del América había sido baleado en el bar Bar de Insurgentes, hubo comunicación fluida entre El Zócalo y San Ángel para ver como se iba a manejar la información.
Se acordó que en el aspecto mediático Marcelo Ebrard no cargaría con la culpa, contrario a lo que ocurrió con el News Divine, y que toda la bronca debería recaer en los dueños y en la delegación Álvaro Obregón.
Y así ocurrió, pues no hubo día que en los noticiarios de la televisora no se pidiera la cabeza del delegado Eduardo Santillán por permitir la operación irregular de ese bar.
Todo ello a pesar que los principales clientes del establecimiento eran precisamente artistas, ejecutivos y futbolistas ligados al emporio televisivo, que hicieron del bar Bar uno de sus lugares predilectos.
Luego de la agresión, nada se dijo sobre los motivos de Cabañas para estar cerca de las cinco de la mañana de un lunes departiendo en un antro, cuando cinco horas tarde tendría que estar entrenando.
La idea era desviar el asunto y por eso todo mundo se puso a trabajar en un libreto, que se fue modificando conforme avanzaron las horas y los días; todo mundo estaba estupefacto, primero con la agresión y luego por la milagrosa recuperación.
En sus prisas por bajar el tono al asunto, las autoridades locales cometieron una cadena de errores, sobre los que se empezaron a tejer varias leyendas ciudadanas, que ligaban al futbolista con las drogas, las apuestas y hasta los asuntos pasionales.
Una de las primeras pifias gubernamentales la cometió el propio Ebrard, quien avisado por su jefe de Policía, Manuel Mondragón, tomó el teléfono y llamó a la sede de San Ángel parea darles el pésame “por la muerte de Cabañas”.
El jefe de Gobierno se sorprendió cuando le aclarraron que el futbolista no estaba muerto, sino gravemente herido.
Marcelo había sido enterado de la “muerte” del paraguayo por Mondragón, quien llevó la noticia hasta el antiguo Palacio del Ayuntamiento. Ese error le costó la cabeza a Lorenzo Fernández, uno de los directores generales de la SSP-DF.
Y es que este funcionario fue el que malinformó al secretario de que Cabañas había ya fallecido, lo que originó el oso de Marcelo ante Televisa.
Pero no fue la única pifia, pues más tarde se sumó la del procurador Miguel Ángel Mancera, quien ese mismo lunes salió a dar datos falsos sobre la identidad de uno de los presuntos agresores.
Ante ese error, Ebrard ordenó al procurador no salir a medios y no volver a dar ninguna entrevista sobre el caso, y advirtió que después de que el asunto muriera en los medios, alguien tenía que pagar la pifia.
Sobre todo por el costo que representaba para el gobierno dar a conocer nombres falsos, que pusieran de nuevo en entredicho la veracidad de las investigaciones en esa dependencia, como fue el caso de El Apá.
Seis empleados del bar y el gerente fueron acusados de complicidad en el intento de asesinato y se identificó a un cliente, a quien conocían como El JJ o El Modelo, como el agresor directo del futbolista.
Mientras eso ocurría, Cabañas tenía una milagrosa recuperación, pero sus médicos siempre advirtieron que no debería declarar sobre el caso porque no se iba a acordar de nada.
Aunque sí recordaba quién era, cómo se llamaban sus hijos, su esposa y reconoció perfectamente a sus padres, a quienes incluso habló en guaraní, el neurocirujano que lo atendió dijo que no tendría caso.
Especialistas en la materia dicen que hasta un estudiante de medicina sabe que, por las condiciones de su recuperación, el futbolista podría recordar todo lo acontecido hasta antes de que recibiera el balazo en la cabeza.
Que efectivamente no recordaría nada del tiempo en que permaneció sedado, pero que lo demás estaría intacto.
Y parece que eso es cierto, porque la Procuraduría de Justicia del DF no le tomó declaración y el futbolista ya se fue del país, dejando pendiente su testimonio, que es primordial.
Por eso ahora le gente común puede sacar la conclusión que quiera y todas parecerán creíbles. Desde que era amante de un narco, hasta que se negó a pagar las grapas o las apuestas del futbol, pues no hay elementos para probarlo, tampoco hay para desmentirlo.
Los dueños del antro han empezado a soltar fotos de los asiduos al lugar, y como hay varios peces grandes, muchos creen que será cosa de días cuando reabran el bar para que el asunto no pase a mayores.
CENTAVITOS… El anuncio hecho ayer por Marcelo de que unificará los 450 programas sociales del gobierno capitalino en uno solo denominado Red Ángel trae cola. La intención del jefe de Gobierno de concentrar la ayuda social a viejitos, madres solteras, desempleados, becarios y un sinfín de beneficiarios del dinero público de los capitalinos no es casual, porque se trabajará en un padrón único, que a la hora de las votaciones es muy útil. Habrá que ver quién es el encargado de esa red, pues se echará la lupa encima rumbo a 2012. Por otro lado, esto significa la estocada final para el secretario de Desarrollo Social, Martí Batres, que oficialmente pasa a ser un cadáver político.
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