Francisco Rodríguez
HACE OCHO AÑOS, el primer día de febrero de 2002, el entonces contralor Francisco Barrio presentó, en rumbosa ceremonia, el código de ética de los funcionarios públicos surgidos del Partido Acción Nacional. En tal evento el chihuahuense hizo la advertencia de que habría terquedad para que los empleados de la Administración Pública Federal se ajustaran a los estándares éticos más elevados.
Dijo también en aquella ocasión que una administración corrupta siempre tratará de tapar sus miserias, negando incluso el acceso a la información básica y necesaria, pero al fin y al cabo toda la verdad de los asuntos públicos saldrá a relucir.
Presente en la ceremonia, el entonces dirigente nacional del PAN Luis Felipe Bravo Mena, hoy secretario particular de Felipe Calderón, dijo que asumir tal código de ética, implicaba un rechazo total a la corrupción.
Ocho años han pasado. Y el tal código de ética debe estar arrumbado en algún rincón lleno de telarañas.
¿Ética? Nada de eso. Ya el secretario de Felipe Calderón en materia de Agricultura, Francisco Javier Mayorga, ha dicho textualmente que “ni por ética” renuncia a las prebendas del Procampo, uno de los programas asistencialistas de la Administración, diseñado para apoyar a productores que no tienen acceso a los financiamientos de la banca privada y que generalmente el PAN condiciona a apoyos electorales.
Es así como igual que a los panistas se les criticaba por su rechazo a la moral pública –“la moral es un árbol que da moras”, frase que se atribuye al cacique potosino Gonzalo N. Santos--, los panistas son refractarios a la ética.
Hay ya, incluso, una intentona del ocupante de Los Pinos, a través de su (¿todavía) secretario Fernando Gómez Mont, para restringir la labor del Instituto Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública (IFAI), para que sus resoluciones pasen antes por un tribunal que decidiría si son o no aplicables.
Y vienen a la mente las palabras de Barrio: toda administración corrupta siempre tratará de tapar sus miserias…
Miserables, pues, los panistas están reñidos con la ética.
Ejemplos como el de Mayorga hay muchos y muy frecuentes, además.
Uno de ellos es el de otro Francisco, Juan Molinar Horcasitas, quien apenas ha sido señalado por una comisión investigadora de la Corte Suprema cual uno de los responsables del crimen de la guardería sonorense en la que perdieron la vida 49 infantes. Algo que todos ya sabíamos, pero que ahora cobra carácter oficial.
Entrevistado en Madrid, España, el ex director general del IMSS y ahora --por “leal”--, secretario de Calderón en el área de Comunicaciones y Transportes, el ex consejero ciudadano (jejeje) del IFE se vio alejado de todo tipo de ética o moral pública, al cuestionar a los investigadores de la Corte Suprema y las interpretaciones que éstos hicieron a las leyes y normas en las que el IMSS basa la subrogación de sus servicios.
Cierto es que, como dice mi amiga Leonor Magenties experta en salud pública, la subrogación de dichos servicios es casi casi la panacea que alivia las finanzas del siempre maltrecho Instituto –saqueado desde siempre por quienes ahí han desfilado en cargos directivos--, pero el quid de la cuestión es la entrega de los contratos a familiares, amigos, aliados y, sobre todo, cómplices, sin la verificación y la supervisión responsables.
Trata Molinar de desviar la atención del respetable.
No es la suboragación la que está en entredicho, es la subrogación amafiada, amañada, criminal.
Precisamente la que, sin ética, ha cobrado la vida de decenas de inocentes, y ha dejado marcados y maltrechos de por vida a otros tantos.
¿Ética? ¿Acaso una taquilla en donde se consiguen tickets?
Para irse de puntitas a…
Índice Flamígero: El veracruzano Gerardo Buganza ya no es panista. Protesta así por el “dedo-pastelazo” que benefició a Miguel Ángel Yunes Linares, alias Miyuli, –también peleado a muerte con la ética— como candidato a la gubernatura veracruzana. En una carta enviada al vapuleado César Nava, el ahora ex panista dice haber militado en las filas del partido fundado por Gómez Morín “con honor, lealtad, honradez y honestidad intelectual”, atributos de los que a todas luces carecen Nava y su titiritero Calderón.
HACE OCHO AÑOS, el primer día de febrero de 2002, el entonces contralor Francisco Barrio presentó, en rumbosa ceremonia, el código de ética de los funcionarios públicos surgidos del Partido Acción Nacional. En tal evento el chihuahuense hizo la advertencia de que habría terquedad para que los empleados de la Administración Pública Federal se ajustaran a los estándares éticos más elevados.
Dijo también en aquella ocasión que una administración corrupta siempre tratará de tapar sus miserias, negando incluso el acceso a la información básica y necesaria, pero al fin y al cabo toda la verdad de los asuntos públicos saldrá a relucir.
Presente en la ceremonia, el entonces dirigente nacional del PAN Luis Felipe Bravo Mena, hoy secretario particular de Felipe Calderón, dijo que asumir tal código de ética, implicaba un rechazo total a la corrupción.
Ocho años han pasado. Y el tal código de ética debe estar arrumbado en algún rincón lleno de telarañas.
¿Ética? Nada de eso. Ya el secretario de Felipe Calderón en materia de Agricultura, Francisco Javier Mayorga, ha dicho textualmente que “ni por ética” renuncia a las prebendas del Procampo, uno de los programas asistencialistas de la Administración, diseñado para apoyar a productores que no tienen acceso a los financiamientos de la banca privada y que generalmente el PAN condiciona a apoyos electorales.
Es así como igual que a los panistas se les criticaba por su rechazo a la moral pública –“la moral es un árbol que da moras”, frase que se atribuye al cacique potosino Gonzalo N. Santos--, los panistas son refractarios a la ética.
Hay ya, incluso, una intentona del ocupante de Los Pinos, a través de su (¿todavía) secretario Fernando Gómez Mont, para restringir la labor del Instituto Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública (IFAI), para que sus resoluciones pasen antes por un tribunal que decidiría si son o no aplicables.
Y vienen a la mente las palabras de Barrio: toda administración corrupta siempre tratará de tapar sus miserias…
Miserables, pues, los panistas están reñidos con la ética.
Ejemplos como el de Mayorga hay muchos y muy frecuentes, además.
Uno de ellos es el de otro Francisco, Juan Molinar Horcasitas, quien apenas ha sido señalado por una comisión investigadora de la Corte Suprema cual uno de los responsables del crimen de la guardería sonorense en la que perdieron la vida 49 infantes. Algo que todos ya sabíamos, pero que ahora cobra carácter oficial.
Entrevistado en Madrid, España, el ex director general del IMSS y ahora --por “leal”--, secretario de Calderón en el área de Comunicaciones y Transportes, el ex consejero ciudadano (jejeje) del IFE se vio alejado de todo tipo de ética o moral pública, al cuestionar a los investigadores de la Corte Suprema y las interpretaciones que éstos hicieron a las leyes y normas en las que el IMSS basa la subrogación de sus servicios.
Cierto es que, como dice mi amiga Leonor Magenties experta en salud pública, la subrogación de dichos servicios es casi casi la panacea que alivia las finanzas del siempre maltrecho Instituto –saqueado desde siempre por quienes ahí han desfilado en cargos directivos--, pero el quid de la cuestión es la entrega de los contratos a familiares, amigos, aliados y, sobre todo, cómplices, sin la verificación y la supervisión responsables.
Trata Molinar de desviar la atención del respetable.
No es la suboragación la que está en entredicho, es la subrogación amafiada, amañada, criminal.
Precisamente la que, sin ética, ha cobrado la vida de decenas de inocentes, y ha dejado marcados y maltrechos de por vida a otros tantos.
¿Ética? ¿Acaso una taquilla en donde se consiguen tickets?
Para irse de puntitas a…
Índice Flamígero: El veracruzano Gerardo Buganza ya no es panista. Protesta así por el “dedo-pastelazo” que benefició a Miguel Ángel Yunes Linares, alias Miyuli, –también peleado a muerte con la ética— como candidato a la gubernatura veracruzana. En una carta enviada al vapuleado César Nava, el ahora ex panista dice haber militado en las filas del partido fundado por Gómez Morín “con honor, lealtad, honradez y honestidad intelectual”, atributos de los que a todas luces carecen Nava y su titiritero Calderón.
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