Pedro Echeverría V.
1. El tema político que más se ha discutido en México en las últimas semanas –paralelo al fortalecimiento del narcotráfico y sus victoriosas confrontaciones contra el ejército de gobierno- ha sido la llamada política de alianzas electorales entre partidos (PRI, PAN, PRD y otros) que disputan los principales cargos del país, desde la presidencia de la República, la legislatura y hasta la presidencia municipal de la más miserable y recóndita población. Dado que esos tres partidos son los mayoritarios y cualquier alianza PAN-PRD puede lograr un triunfo aliado sobre el PRI que ha recuperado enormemente su poder desde 2006, el tema ha dado mucho para la especulación política. En tanto la extrema derecha en el gobierno (PAN) se ha aliado a la socialdemocracia (PRD) “para acabar con el caciquismo priísta” el PRI argumenta que “la derecha y la izquierda no pueden aliarse porque corresponden a dos programas radicalmente distintos”.
2. La realidad es que hay enormes trampas –no puede esperarse otra cosa de partidos tan corruptos- en las argumentaciones: a) el PRI, que se ha calificado como partido de centro, puede aliarse –como históricamente lo ha hecho- con la socialdemocracia o con la derecha porque de ambos es cercano; b) la alianza de los extremos –según él- es totalmente ilegal porque no persigue el mejoramiento del país sino sólo oponerse al PRI; c) PAN-PRD dicen que quieren acabar con el caciquismo y la corrupción en Oaxaca y Puebla queriendo tapar que esos vicios son enfermedad gravísima en todo el país, entre todos los gobernadores, políticos y empresarios. Los altos dirigentes de esos tres partidos crecieron y viven aún las putrefacciones que se dan en las alianzas, sobre todo en los acuerdos de intercambios que se dan entre partidos y gobierno de los que la población sólo llega a enterarse por errores que cometen los mismos negociadores.
3. El pasado lunes 15 estuve en una exposición de ideas acerca de las alianzas electorales entre partidos en la terraza de la hermosa mansión del llamado Museo del Estanquillo o “Casa Monsiváis”, situada a dos calles del Zócalo de la ciudad de México. Aprovechando el día de asueto, nos reunimos alrededor de 150 personas con el fin de escuchar las intervenciones de los doctores Ramón de la Fuente (UNAM), Denis Dresser (ITAM), Pedro Salazar (IIJ-UNAM) y Alberto Aziz (CIESAS) Este Foro fue convocado por un instituto de estudios dirigido por el PRD, pues en primera fila estaban los orteguistas Graco Ramírez, Carlos Navarrete y Guadalupe Acosta. La realidad es que los tres ponentes hombres se manejaron con mucho tacto y moderación dando respaldo a las alianzas “buenas” y rechazando aquellas sin objetivos claros, pero la Dresser echó caballería contra el PRI y justificó las alianzas para “evitar el regreso del monstruo”.
4. El jurista Salazar señaló –en breve exposición- que hay alianzas electorales legítimas como las de Oaxaca y Puebla, pero las otras no lo son porque están llenas de manipuleos entre partidos y dirigentes. La segunda en exponer fue la articulista Dresser quien en larga intervención “puso el grito al cielo” ante “el seguro retorno del PRI a la Presidencia” y el enorme peligro que representa para la democracia. Fue muy aplaudida, quizá por las características de la audiencia mayoritariamente de simpatizantes del PRD. Luego escuchamos a Aziz quien, en exacto análisis aceptó las alianzas pero no sin antes advertir los peligros y, por último, antes de pasar a las preguntas del público, participó el ex rector De la Fuente quien planteó que nada se perdía al vivir con las alianzas otras experiencias político electorales. Al parecer el miedo al regreso del PRI está haciendo olvidar los funestísimos gobiernos panistas.
5. La realidad parece demostrar que seguir analizando y discutiendo si convienen o no las alianzas se convierte en un divertimento de políticos e “intelectuales” que piensan que es un problema muy importante y difícil de solucionar. Sin embargo muy pocos se preguntan en serio el real objetivo de las alianzas para los políticos y si la población –en las condiciones que vive- sale beneficiada en el malabarismo de la política mexicana en las que los partidos y las élites políticas y empresariales se dividen siempre las ganancias. El asunto de las alianzas es –sin duda alguna- un asunto exclusivamente de políticos y de partidos que buscan el poder o más poder. Cualquier diferencia que actualmente aflora entre PRI, PAN y PRD, desaparecerá entre unos meses después que los comicios legalicen, legitimen y convaliden todos los acuerdos que tras bambalinas que los partidos y gobernantes realizan a espaldas de la población.
6. Así como no existe ningún político neutral, parece necio pensar que en política mexicana o mundial pudiera existir algún conferencista neutral o independiente. De manera natural todos están comprometidos con la ideología en que se han formado, con una forma de pensar o, de plano, con intereses o lazos económicos y políticos inconfesables. Si nadie puede escapar de esa realidad, de entrada debe adelantarse por honestidad que se posee una ideología, una forma de pensar y que no se puede ser neutral. Lo que siempre me queda absolutamente claro es que los organizadores de una conferencia, una mesa redonda, una entrevista, ponen adelante su ideología, invitan a las personas que más necesitan para justificar sus posiciones políticas e ideológicas. Otra cosa sería analizar o confrontar ideas con el objetivo de aclararlas y sin afán que ganar nada. ¿Cuánto habrá costado al PRD contratar apoyadores de las alianzas?
7. ¿Algún indígena, campesino, obrero, algún pobre y miserable de la ciudad, que juntos son más del 50 por ciento de la población de México sabe de política o política de alianzas? Conocen los nombres PRI y PAN porque llevan ya 80 y 70 años de existencia, pero no solo nunca han conocido los nombres de sus representantes en las legislaturas sino que ni siquiera del presidente de la República, a pesar de las decenas de veces que se repiten al día en los medios de información. Mientras se dilapidan miles de millones de pesos del presupuesto nacional en saturada propaganda televisiva y radial para que la gente vote, los problemas de la población pobre del país se agravan y el desgobierno del panista Calderón es cada día más incapaz para enfrentar los asuntos y de resolverlos. El asunto de las alianzas sólo conviene a la clase política que con ellas o sin ellas busca consolidar y prolongar sus mandatos y su poder.
1. El tema político que más se ha discutido en México en las últimas semanas –paralelo al fortalecimiento del narcotráfico y sus victoriosas confrontaciones contra el ejército de gobierno- ha sido la llamada política de alianzas electorales entre partidos (PRI, PAN, PRD y otros) que disputan los principales cargos del país, desde la presidencia de la República, la legislatura y hasta la presidencia municipal de la más miserable y recóndita población. Dado que esos tres partidos son los mayoritarios y cualquier alianza PAN-PRD puede lograr un triunfo aliado sobre el PRI que ha recuperado enormemente su poder desde 2006, el tema ha dado mucho para la especulación política. En tanto la extrema derecha en el gobierno (PAN) se ha aliado a la socialdemocracia (PRD) “para acabar con el caciquismo priísta” el PRI argumenta que “la derecha y la izquierda no pueden aliarse porque corresponden a dos programas radicalmente distintos”.
2. La realidad es que hay enormes trampas –no puede esperarse otra cosa de partidos tan corruptos- en las argumentaciones: a) el PRI, que se ha calificado como partido de centro, puede aliarse –como históricamente lo ha hecho- con la socialdemocracia o con la derecha porque de ambos es cercano; b) la alianza de los extremos –según él- es totalmente ilegal porque no persigue el mejoramiento del país sino sólo oponerse al PRI; c) PAN-PRD dicen que quieren acabar con el caciquismo y la corrupción en Oaxaca y Puebla queriendo tapar que esos vicios son enfermedad gravísima en todo el país, entre todos los gobernadores, políticos y empresarios. Los altos dirigentes de esos tres partidos crecieron y viven aún las putrefacciones que se dan en las alianzas, sobre todo en los acuerdos de intercambios que se dan entre partidos y gobierno de los que la población sólo llega a enterarse por errores que cometen los mismos negociadores.
3. El pasado lunes 15 estuve en una exposición de ideas acerca de las alianzas electorales entre partidos en la terraza de la hermosa mansión del llamado Museo del Estanquillo o “Casa Monsiváis”, situada a dos calles del Zócalo de la ciudad de México. Aprovechando el día de asueto, nos reunimos alrededor de 150 personas con el fin de escuchar las intervenciones de los doctores Ramón de la Fuente (UNAM), Denis Dresser (ITAM), Pedro Salazar (IIJ-UNAM) y Alberto Aziz (CIESAS) Este Foro fue convocado por un instituto de estudios dirigido por el PRD, pues en primera fila estaban los orteguistas Graco Ramírez, Carlos Navarrete y Guadalupe Acosta. La realidad es que los tres ponentes hombres se manejaron con mucho tacto y moderación dando respaldo a las alianzas “buenas” y rechazando aquellas sin objetivos claros, pero la Dresser echó caballería contra el PRI y justificó las alianzas para “evitar el regreso del monstruo”.
4. El jurista Salazar señaló –en breve exposición- que hay alianzas electorales legítimas como las de Oaxaca y Puebla, pero las otras no lo son porque están llenas de manipuleos entre partidos y dirigentes. La segunda en exponer fue la articulista Dresser quien en larga intervención “puso el grito al cielo” ante “el seguro retorno del PRI a la Presidencia” y el enorme peligro que representa para la democracia. Fue muy aplaudida, quizá por las características de la audiencia mayoritariamente de simpatizantes del PRD. Luego escuchamos a Aziz quien, en exacto análisis aceptó las alianzas pero no sin antes advertir los peligros y, por último, antes de pasar a las preguntas del público, participó el ex rector De la Fuente quien planteó que nada se perdía al vivir con las alianzas otras experiencias político electorales. Al parecer el miedo al regreso del PRI está haciendo olvidar los funestísimos gobiernos panistas.
5. La realidad parece demostrar que seguir analizando y discutiendo si convienen o no las alianzas se convierte en un divertimento de políticos e “intelectuales” que piensan que es un problema muy importante y difícil de solucionar. Sin embargo muy pocos se preguntan en serio el real objetivo de las alianzas para los políticos y si la población –en las condiciones que vive- sale beneficiada en el malabarismo de la política mexicana en las que los partidos y las élites políticas y empresariales se dividen siempre las ganancias. El asunto de las alianzas es –sin duda alguna- un asunto exclusivamente de políticos y de partidos que buscan el poder o más poder. Cualquier diferencia que actualmente aflora entre PRI, PAN y PRD, desaparecerá entre unos meses después que los comicios legalicen, legitimen y convaliden todos los acuerdos que tras bambalinas que los partidos y gobernantes realizan a espaldas de la población.
6. Así como no existe ningún político neutral, parece necio pensar que en política mexicana o mundial pudiera existir algún conferencista neutral o independiente. De manera natural todos están comprometidos con la ideología en que se han formado, con una forma de pensar o, de plano, con intereses o lazos económicos y políticos inconfesables. Si nadie puede escapar de esa realidad, de entrada debe adelantarse por honestidad que se posee una ideología, una forma de pensar y que no se puede ser neutral. Lo que siempre me queda absolutamente claro es que los organizadores de una conferencia, una mesa redonda, una entrevista, ponen adelante su ideología, invitan a las personas que más necesitan para justificar sus posiciones políticas e ideológicas. Otra cosa sería analizar o confrontar ideas con el objetivo de aclararlas y sin afán que ganar nada. ¿Cuánto habrá costado al PRD contratar apoyadores de las alianzas?
7. ¿Algún indígena, campesino, obrero, algún pobre y miserable de la ciudad, que juntos son más del 50 por ciento de la población de México sabe de política o política de alianzas? Conocen los nombres PRI y PAN porque llevan ya 80 y 70 años de existencia, pero no solo nunca han conocido los nombres de sus representantes en las legislaturas sino que ni siquiera del presidente de la República, a pesar de las decenas de veces que se repiten al día en los medios de información. Mientras se dilapidan miles de millones de pesos del presupuesto nacional en saturada propaganda televisiva y radial para que la gente vote, los problemas de la población pobre del país se agravan y el desgobierno del panista Calderón es cada día más incapaz para enfrentar los asuntos y de resolverlos. El asunto de las alianzas sólo conviene a la clase política que con ellas o sin ellas busca consolidar y prolongar sus mandatos y su poder.
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