Juárez, más peligroso que Bagdad o Kabul

Gregorio Ortega Molina

La duda se convirtió en certidumbre en cuanto Patricia Espinosa y Hillary Clinton concluyeron su conferencia de prensa: los gabinetes de seguridad de México y Estados Unidos se reunieron en la cancillería mexicana para la foto, pues las conversaciones aquí desarrolladas fueron para ultimar detalles de lo previamente acordado con semanas, si no que con meses de anticipación.

Del convenio son cuatro los puntos que apoyarán el exitoso desarrollo de la Iniciativa Mérida: Desarticulación de las organizaciones delictivas; apoyo mutuo para fortalecer las instituciones de ambos países; desarrollo de una frontera segura y competitiva, y -lo más importante y sin lo cual los tres puntos anteriores carecen de sentido político y económico- fortalecimiento de la cohesión social en ambos países, aunque al referirse a las riveras del río Bravo me hubiese gustado que la redacción del protocolo firmado dijese “entre ambos países”, pues la cultura, la civilización de esa zona del continente produjo ya el tex-mex, literatura, música y no sé cuantas manifestaciones culturales más, características del territorio México-estadounidense.

Para dejar en el lector la certeza de que todo estaba previamente pactado, incluso la presión mediática orquestada y ejercida por los cerebros de la seguridad nacional de ese país, recuperamos la declaración del general Barry McCaffrey, ex zar antidrogas de Estados Unidos, quien asegura: 'Juárez es inmensamente más peligroso que Bagdad o Kabul. Para mí es necesario que Estados Unidos dé serios niveles de apoyo a las instituciones de seguridad mexicanos y no tres helicópteros. El Ejército mexicano ha logrado confrontar a los cárteles, pero ellos en muchos casos han intimidado o corrompido a la policía'; el asesor de las Naciones Unidas, Edgardo Buscaglia, dijo que en este momento hay 980 zonas de violencia en todo México y que en esos sitios, tanto del norte como centro y sur del país, será necesaria la presencia de militares al carecerse de autoridad en esas regiones.

Días antes, The Wall Street Journal señaló que la estrategia del presidente Felipe Calderón para enfrentar a los cárteles del narcotráfico en Ciudad Juárez fracasó. El periódico considera que la situación en Ciudad Juárez ha puesto a prueba la estrategia de lucha contra el narcotráfico del presidente Calderón e incluso su presidencia.

Para suavizar el tono de las declaraciones y el agravio de lo dicho, antier la secretaria Hillary Clinton aceptó la responsabilidad de su país en la violencia en la frontera común: “Sabemos que la demanda de drogas y la compra de armas hace que se facilite la violencia en México”; apuntó también que se trabaja para ampliar la Iniciativa Mérida, porque no se trata sólo de seguridad, sino de llegar a las comunidades y construir desarrollo social y económico. Para concluir, puntualizó que Estados Unidos respalda con fuerza la valiente campaña mexicana contra las organizaciones criminales violentas y reconoce el sacrificio de hombres y mujeres en las fuerzas armadas y policíacas.

Pero la proverbial codicia de los puritanos y buenos samaritanos sajones no podía permanecer tras bambalinas, pues de acuerdo a información de Ejecentral.com.mx, “en el marco de la visita de Hillary Clinton a México, el Departamento de Estado de EU ha difundido que ha incrementado sus controles para detectar y eliminar el lavado de dinero del narco mexicano. En un escueto comunicado, esa oficina ha dicho que ha creado un grupo bilateral de detección de operaciones financieras ilegales del crimen organizado formado por agencias de seguridad de ambos países. Ambas partes ya cooperan en la creación de programas y estrategias que mejorarán la coordinación investigativa y acusaciones y la detención de grandes cantidades de efectivo”.

Lo que al gobierno de Estados Unidos, a los poderes fácticos de ese país interesa, no es el combate al narcotráfico, por ello se muestra complacido que éste se desarrolle fuera de su territorio, sea en Colombia, Panamá, Perú o México, lo que necesita con urgencia y es lo que busca, es el control del dinero negro producido por el narcotráfico, para reciclarlo en su economía y aliviar las cicatrices sociales dejadas por la crisis provocada por la voracidad de sus organismos financieros y bursátiles. Eso es lo que está en juego mientras la nación mexicana puede deslizarse, insensiblemente, al Estado de excepción.

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