Teodoro Rentería Arróyave
Desde luego que debemos de apoyar la alerta de los legisladores de oposición, quienes certeramente han calificado de injerencista la participación en suelo mexicano de agentes estadounidenses con el pretexto de colaborar en la investigación de los asesinatos de tres personas vinculadas al consulado en Ciudad Juárez, Chihuahua y desde luego la critica a la actitud permisiva del gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Por el contrario, desechar el falaz argumento del presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, el panista Gustavo Madero, quien en esa actitud sempiterna de apoyarle todo a “su presidente”, se apresuró a declarar que ante la participación de agentes del FBI en las investigaciones de los asesinatos en Ciudad Juárez, “no deben exacerbarse los ánimos nacionalistas y entender que colaboración no es intervencionismo”.
Sin apasionamientos y sin chauvinismos analicemos la actitud de los funcionarios de la gran potencia: ya lo habíamos dicho, enterado de los trágicos acontecimientos, seguramente en el salón oval de la Casa Blanca, el presidente Barack Obama dio un puñetazo en su escritorio de caoba y tronó: “esto me indigna y lo condenó”.
Por su parte, la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano fue más precisa en su actitud injerencista, primero con su crítica: “La presidencia de Felipe Calderón ha estado profundamente involucrada -para contener la violencia en Ciudad Juárez-, decidiendo incluso el envío de efectivos militares. Pero esto no ha ayudado en nada”.
Y luego en su tajante anuncio: agentes del FBI y DEA se encuentran ya en la ciudad fronteriza mexicana colaborando en la investigación de los asesinatos de tres personas, dos estadounidenses y un mexicano vinculados al consulado de su país, menos mal que rechazó la solicitud del gobernador de Texas, Rick Perry, otro intervencionista nato, de enviar tropas nuevas a lo largo de la frontera con México.
En respuesta a las declaraciones del presidente estadounidense Barack Obama y de la propia Janet Napolitano, el presidente Felipe Calderón Hinojosa, durante su tercera visita a Ciudad Juárez, hizo la siguiente endeble declaración:
El combate al crimen organizado y el freno al tráfico de drogas, armas y dinero ilícito deben ser una tarea compartida entre México y Estados Unidos, pero “cada quien en su territorio y cada quien en el ámbito de su competencia".
“El crimen organizado que asuela a Juárez tiene su origen en fenómenos como el consumo y el tráfico de drogas en y hacia Estados Unidos; el tráfico de armas en la frontera proveniente de Estados Unidos, y los efectos de éstos generan una grave amenaza para ciudadanos de ambos países; es indispensable que se asuma plenamente como una responsabilidad compartida”, puntualizó además el jefe del Ejecutivo mexicano.
No queremos decir que sean malas la declaraciones de Calderón Hinojosa, pero se esperaban más severas, más amplias y más contundentes, sobre todo cuando los funcionarios estadounidenses se arrogan facultades que por el simple principio de la soberanía de los pueblos son totalmente inaceptables, en consecuencia, de acuerdo con los legisladores de oposición que califican de injerencista la participación en suelo mexicano de agentes estadounidenses y con la critica a la actitud permisiva del gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Desde luego que debemos de apoyar la alerta de los legisladores de oposición, quienes certeramente han calificado de injerencista la participación en suelo mexicano de agentes estadounidenses con el pretexto de colaborar en la investigación de los asesinatos de tres personas vinculadas al consulado en Ciudad Juárez, Chihuahua y desde luego la critica a la actitud permisiva del gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Por el contrario, desechar el falaz argumento del presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, el panista Gustavo Madero, quien en esa actitud sempiterna de apoyarle todo a “su presidente”, se apresuró a declarar que ante la participación de agentes del FBI en las investigaciones de los asesinatos en Ciudad Juárez, “no deben exacerbarse los ánimos nacionalistas y entender que colaboración no es intervencionismo”.
Sin apasionamientos y sin chauvinismos analicemos la actitud de los funcionarios de la gran potencia: ya lo habíamos dicho, enterado de los trágicos acontecimientos, seguramente en el salón oval de la Casa Blanca, el presidente Barack Obama dio un puñetazo en su escritorio de caoba y tronó: “esto me indigna y lo condenó”.
Por su parte, la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano fue más precisa en su actitud injerencista, primero con su crítica: “La presidencia de Felipe Calderón ha estado profundamente involucrada -para contener la violencia en Ciudad Juárez-, decidiendo incluso el envío de efectivos militares. Pero esto no ha ayudado en nada”.
Y luego en su tajante anuncio: agentes del FBI y DEA se encuentran ya en la ciudad fronteriza mexicana colaborando en la investigación de los asesinatos de tres personas, dos estadounidenses y un mexicano vinculados al consulado de su país, menos mal que rechazó la solicitud del gobernador de Texas, Rick Perry, otro intervencionista nato, de enviar tropas nuevas a lo largo de la frontera con México.
En respuesta a las declaraciones del presidente estadounidense Barack Obama y de la propia Janet Napolitano, el presidente Felipe Calderón Hinojosa, durante su tercera visita a Ciudad Juárez, hizo la siguiente endeble declaración:
El combate al crimen organizado y el freno al tráfico de drogas, armas y dinero ilícito deben ser una tarea compartida entre México y Estados Unidos, pero “cada quien en su territorio y cada quien en el ámbito de su competencia".
“El crimen organizado que asuela a Juárez tiene su origen en fenómenos como el consumo y el tráfico de drogas en y hacia Estados Unidos; el tráfico de armas en la frontera proveniente de Estados Unidos, y los efectos de éstos generan una grave amenaza para ciudadanos de ambos países; es indispensable que se asuma plenamente como una responsabilidad compartida”, puntualizó además el jefe del Ejecutivo mexicano.
No queremos decir que sean malas la declaraciones de Calderón Hinojosa, pero se esperaban más severas, más amplias y más contundentes, sobre todo cuando los funcionarios estadounidenses se arrogan facultades que por el simple principio de la soberanía de los pueblos son totalmente inaceptables, en consecuencia, de acuerdo con los legisladores de oposición que califican de injerencista la participación en suelo mexicano de agentes estadounidenses y con la critica a la actitud permisiva del gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
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