Martha Anaya / Crónica de Política
Las palabras de Felipe Calderón se prestan a la interpretación…, ¡a inquietantes interpretaciones!
Terminaba el Encuentro Nacional de Vivienda cuando el Presidente aceptó algunas preguntas de los industriales.
El guanajuatense Jesús Aguilera le planteó: ¿Cambiará de estrategia anticrimen? ¿Cuál es su pronóstico para el final del camino?, porque lo que venga después de usted no está garantizado…
Y de paso inquirió si ya tenía “color” de quién sería su sucesor en el cargo.
Dos temas entreverados. Pero comencemos con la última parte de la respuesta de Calderón
“Y bueno… –dijo Calderón ante todos los asistentes–, pues ya lo del color de quién sea, pues ahora sí que, este.., quizás tenga alguna idea…”
Soltó la risa, los asistentes también; pero siguió :
“No, no, pero aquí lo importante, más que el color del partido…, que dé color en el tema de seguridad y de la ley. Y eso es lo que debe determinar, yo creo, el rumbo del país.”
Detengámonos en la frase. ¿Quién quiere Calderón que lo suceda en el cargo? Según sus palabras, el partido de quien provenga no es tan importante como el hecho de que, aquel que lo suceda, “de color” en el tema de seguridad y de la ley.
Ahora preguntémonos: ¿quiénes caben bajo esta definición?
¿Tenía en mente Felipe Calderón al secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, cuando respondió la pregunta? ¿Al secretario de la Defensa, el general Guillermo Galván Galván? ¿Al secretario de Marina, el almirante Francisco Saynez? ¿Al Procurador General de la República, Arturo Chávez? ¿ A Juan Miguel Alcántara Soria, a Jorge Tello Peón…?
Si la prioridad en la próxima sucesión presidencial será el tema de la seguridad –no el económico, el social, el educativo, el de salud, ni el del trabajo o la pobreza–, quedan descartados los prospectos que hasta ahora se han apuntado por parte del PAN.
Claro, nada asegura que sean los panistas quienes vayan a ganar las elecciones presidenciales del 2012, pero las palabras de Calderón apuntan al menos hacia dónde podría dirigir sus designios en la elección del candidato blanquiazul.
O, más aún, ¿podría haber estado pensando Calderón n un Estado de excepción, en algún otro escenario?
Quizás sea mucho especular, pero las palabras improvisada de Calderón, al calor de las preguntas –fuera de programa—de los industriales, se prestan a la interpretación.
Las palabras de Felipe Calderón se prestan a la interpretación…, ¡a inquietantes interpretaciones!
Terminaba el Encuentro Nacional de Vivienda cuando el Presidente aceptó algunas preguntas de los industriales.
El guanajuatense Jesús Aguilera le planteó: ¿Cambiará de estrategia anticrimen? ¿Cuál es su pronóstico para el final del camino?, porque lo que venga después de usted no está garantizado…
Y de paso inquirió si ya tenía “color” de quién sería su sucesor en el cargo.
Dos temas entreverados. Pero comencemos con la última parte de la respuesta de Calderón
“Y bueno… –dijo Calderón ante todos los asistentes–, pues ya lo del color de quién sea, pues ahora sí que, este.., quizás tenga alguna idea…”
Soltó la risa, los asistentes también; pero siguió :
“No, no, pero aquí lo importante, más que el color del partido…, que dé color en el tema de seguridad y de la ley. Y eso es lo que debe determinar, yo creo, el rumbo del país.”
Detengámonos en la frase. ¿Quién quiere Calderón que lo suceda en el cargo? Según sus palabras, el partido de quien provenga no es tan importante como el hecho de que, aquel que lo suceda, “de color” en el tema de seguridad y de la ley.
Ahora preguntémonos: ¿quiénes caben bajo esta definición?
¿Tenía en mente Felipe Calderón al secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, cuando respondió la pregunta? ¿Al secretario de la Defensa, el general Guillermo Galván Galván? ¿Al secretario de Marina, el almirante Francisco Saynez? ¿Al Procurador General de la República, Arturo Chávez? ¿ A Juan Miguel Alcántara Soria, a Jorge Tello Peón…?
Si la prioridad en la próxima sucesión presidencial será el tema de la seguridad –no el económico, el social, el educativo, el de salud, ni el del trabajo o la pobreza–, quedan descartados los prospectos que hasta ahora se han apuntado por parte del PAN.
Claro, nada asegura que sean los panistas quienes vayan a ganar las elecciones presidenciales del 2012, pero las palabras de Calderón apuntan al menos hacia dónde podría dirigir sus designios en la elección del candidato blanquiazul.
O, más aún, ¿podría haber estado pensando Calderón n un Estado de excepción, en algún otro escenario?
Quizás sea mucho especular, pero las palabras improvisada de Calderón, al calor de las preguntas –fuera de programa—de los industriales, se prestan a la interpretación.
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