Fuego amigou

David Aponte

La creciente violencia en el México de 2010, la peor que se ha vivido en la presente década, vino del brazo de una fuerte campaña del gobierno de Estados Unidos y autoridades estatales para evitar que los ciudadanos estadounidenses visitaran algunos destinos turísticos mexicanos. Desde Washington y algunos gobiernos del sur estadounidense se disparó fuego amigo contra el socio al que se supuestamente le tienden las manos en la guerra contra el narcotráfico. ¿Cuál es el hecho, el evento que detonó la artillería mediática y las advertencias para los turistas, principalmente los jóvenes universitarios? La creciente situación de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua, que mostró su peor cara con la masacre de 15 estudiantes en Villas de Salvárcar, acontecimiento que cimbró al país en los últimos días de enero.

Las masacres de jóvenes y, el posterior, asesinato de tres personas relacionadas con el consulado estadounidense en Juárez elevaron el nivel de la alarma, los contenidos en el gobierno de Washington y la refriega en los medios de comunicación estadounidenses. En unos cuantos días, la alerta emitida en febrero por el Departamento de Estado se convirtió en advertencia, con la clara intención de persuadir a los turistas para que tomarán precauciones en algunos destinos del violento y acosado territorio mexicano.

En unos cuantos días, la alerta permeó en distintos sectores de la sociedad estadounidense. El pánico y la alerta máxima, por las confrontaciones del crimen organizado y los muertos civiles en las calles mexicanas, comenzaron a apoderarse de las autoridades federales, universidades, colegios y gobiernos locales, que pronto lanzaron campañas para convencer a los estudiantes, a los spring breakers, de buscar sitios más amables y seguros para pasar sus vacaciones: México es peligroso. De manera muy clara, señalaron el puerto de Acapulco como un sitio inseguro. No les faltó razón; en el segundo fin de semana de marzo fueron asesinadas 17 personas.

Reporteros de medios de comunicación estadounidenses tomaron como agenda informativa la situación de violencia en México y la visita de los spring breakers. Desde Estados Unidos se difundieron imágenes de padres angustiados, cuyos hijos se encontraban en los destinos turísticos mexicanos. Las crónicas de algunos enviados de medios estadounidenses contrastaban el goce de los jóvenes en las playas de Acapulco, con las cifras de muertos relacionados con el tráfico de drogas.

De acuerdo con datos del Departamento de Estado de Estados Unidos, más de 100 mil jóvenes estadounidenses visitan México en las vacaciones de primavera. Ni las alertas convertidas en advertencias, ni las prohibiciones de padres y profesores frenaron la llegada de los spring breakers, principalmente a los estados de Guerrero y Quintana Roo. El hecho que marcó este año es que hubo más vigilancia en los centros turísticos.

El Departamento de Estado colocó, como todos los años, advertencias para algunos destinos turísticos de México, con datos para prevenir accidentes o ataques de la delincuencia común. Sin embargo, dedicó una alerta de alto nivel a Acapulco para los vacacionistas de primavera: La violencia relacionada con las drogas se ha incrementado en el puerto. A pesar de que los ataques no están dirigidos a residentes extranjeros o turistas, los ciudadanos deben estar vigilantes de su propia seguridad.

Durante 2009, la temporada de vacaciones de los estudiantes también estuvo marcada por las advertencias. En aquella ocasión, la noticia de un afligido y preocupado padre de familia, que no quería ver a su hijo en el puerto de Acapulco, cruzó la frontera. El ex director de la CIA, George Trenet, suplicó a su hijo John Michael que cancelara su viaje al estado de Guerrero. El joven obedeció y la noticia estalló en los medios de comunicación. Hoy, quizá como nunca antes, el fuego amigo atacó con más severidad a México y todavía no se conocen los resultados económicos de las campañas.

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