¿A evaluar qué?... ¡A menos que sea volver a contar los muertos!

Álvaro Cepeda Neri

Un día después de que por el mundo (varios periódicos dieron la información, entre ellos El País, de España: 15/III/10) corriera como pólvora encendida, que la provocación de los narcos llegó a cometer homicidios contra personal del Consulado estadounidense, en el municipio de Juárez: el espacio donde se acumulan muertos por las balas de los pistoleros y las disparadas por soldados y policías; mientras los sobrevivientes, mexicanos que nada tienen que ver en el comercio de las drogas, aterrorizados no hallan qué hacer: unos huyen a donde pueden y la mayoría, que llora a sus familiares asesinados, se encomienda a sus dioses a la espera de que una ráfaga de proyectiles les quite la vida.

Silencian en la administración calderonista, que ya en Ciudad Juárez están más de 20 mil efectivos, entre soldados y policías, que sólo corren de un lado para otro, mientras los matones del narcotráfico, con la ventaja que les da su mejor armamento, sus espías (muy bien pagados) y estar “cazando” a los uniformados, siguen llevando la delantera en una ya prácticamente guerra de guerrillas, exhibiendo la estrategia militar y política del calderonismo como otra más de sus acciones fallidas. Está visto que como se ha llevado a cabo la intervención militar, más se ha recrudecido la virulencia de los delincuentes que, al matar a dos empleados del Consulado, están dispuestos a provocar una intervención armada estadounidense, si antes el señor Calderón no toma otra decisión para resolver esa tremenda crisis de inseguridad.

Esos hechos tienen a México ensangrentado y convertido en madriguera de todos los cárteles de las drogas y a las mafias que controlan ese comercio, dueños de fortunas que rebasan lo imaginable. Un día después de lo sucedido, los boletines de Los Pinos difundieron por todos los medios de comunicación, que Calderón iría a Ciudad Juárez, “para evaluar la situación”. Como no sea para volver a contar los homicidios, no vemos a qué va el panista. Su presencia ha sido recibida por los narcos con más asesinatos, durante las horas de su pisa y corre, mientras insiste en que su estrategia es la única.

Está más que visto que las visitas de Calderón son provocadoras. Parece, ante los mexicanos y sobre todo para los juarenses, que Calderón tiene un pleito con los narcos y que a ambos nada les interesa que se acumulen los homicidios, que una población tenga en vilo su vida y que toda la Nación vea como solución que Calderón presente su renuncia, en términos constitucionales, por causa grave. Y la gravedad consiste en que no ha podido resolver el problema de la cada vez más sangrienta confrontación. No puede estar yendo Calderón a Ciudad Juárez, resguardado por 10 mil soldados, insistir que su estrategia es la correcta. Y luego regresarse, para que por todo el país estemos al borde de un estallido (que nada tiene que ver con una Revolución) y que cada habitante tenga armas para repeler las agresiones. Volver a contar los muertos, en cada visita, ha envalentonado más a los narcotraficantes.

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