Martha Anaya / Crónica de Política
-¿No cree que las declaraciones de Felipe Calderón exhiben al Ejército?
-Si los narcos son una “ridícula minoría” cómo es que el Ejército Mexicano no puede con ellos?
-¿Se pasó de bravucón el Presidente?
Las preguntas se sucedían aquí y allá, incomodaban, levantaban ámpula; y todo porque –refiriéndose a los narcotraficantes– Calderón declaró que no nos íbamos a dejar dominar por esa “ridícula minoría”, montada sobre el miedo de muchos.
El primero en saltar ante esas declaraciones fue el diputado Ardelio Vargas, presidente de la Comisión de Defensa Nacional, con un “no sé si son mayorías o minorías, pero la violencia la está resintiendo toda la población y es obvio que las organizaciones criminales están perfectamente articuladas”.
Más aún, el priista –quien trabajó en el Cisen y en la Policía Federal Preventiva– advirtió que las fuerzas armadas no sólo estaban a la espera de un incremento en la violencia sino que preveían escenarios “de alto impacto”: atentados más graves, de mayor nivel, con “agresiones a funcionarios”.
Esa fue su respuesta al desplante presidencial.
En el Senado, Francisco Labastida Ochoa también se hizo oír: “Lamentablemente no son una minoría; y más que ridícula, son peligrosos…”
Esa minoría –dibujó el priista– asesina a 25 o más personas al día. Ha habido días en los cuales ha asesinado a 40 o 50 gentes. Esa minoría tiene una capacidad de corrupción enorme. Su capacidad de reponer a los hombres que pierde en hechos de violencia es muy grande porque la capacidad de recursos financieros es enorme.
Esa minoría, abundó Labastida, ha puesto en jaque a Monterrey, esa minoría tiene en jaque a una parte del estado de Sinaloa, esa minoría puso en jaque al estado de Guerrero y particularmente a Acapulco; esa minoría tiene en Chihuahua y en Ciudad Juárez en vilo a la población, con el “Jesús en la boca”, entonces subestimar el poder de destrucción y el poder de crear pánico de esta minoría, me parece que no responde a la realidad.
Le siguió el coordinador de la bancada perredista, Silvano Aureoles en este tono:
“No es cierto que es una ridícula minoría. Los hechos lo demuestran cuando tiene el gobierno infiltrado, la mayor parte del aparato de seguridad; cuando tiene infiltrado el crimen organizado la mayor parte de las policías municipales, de las policías estatales, de las procuradurías, de la Policía Federal, cuando se encontró que un número muy importante de funcionarios de primer nivel están corrompidos por el crimen organizado y están vinculados al crimen organizado.
“Cuando diversos países en el mundo han establecido que el principal reto y peligro para México es el crimen organizado, cuando se ha dicho hasta el cansancio por los expertos que la principal amenaza para al Estado mexicano y la amenaza a la democracia mexicana, a los poderes constituidos, es el crimen organizado, pues no puede entonces el Presidente de la República minimizar el problema de la inseguridad y el crimen a una ridícula minoría”.
Las críticas de la oposición caían en cascada. Los panistas guardaban silencio en público pero igualmente lamentaban en corto las palabras de Calderón. Si ese es su diagnóstico, indicaban, por eso estamos como estamos. Y seguían declarando: “No señor Presidente…, no son una ridícula minoría.”
-¿No cree que las declaraciones de Felipe Calderón exhiben al Ejército?
-Si los narcos son una “ridícula minoría” cómo es que el Ejército Mexicano no puede con ellos?
-¿Se pasó de bravucón el Presidente?
Las preguntas se sucedían aquí y allá, incomodaban, levantaban ámpula; y todo porque –refiriéndose a los narcotraficantes– Calderón declaró que no nos íbamos a dejar dominar por esa “ridícula minoría”, montada sobre el miedo de muchos.
El primero en saltar ante esas declaraciones fue el diputado Ardelio Vargas, presidente de la Comisión de Defensa Nacional, con un “no sé si son mayorías o minorías, pero la violencia la está resintiendo toda la población y es obvio que las organizaciones criminales están perfectamente articuladas”.
Más aún, el priista –quien trabajó en el Cisen y en la Policía Federal Preventiva– advirtió que las fuerzas armadas no sólo estaban a la espera de un incremento en la violencia sino que preveían escenarios “de alto impacto”: atentados más graves, de mayor nivel, con “agresiones a funcionarios”.
Esa fue su respuesta al desplante presidencial.
En el Senado, Francisco Labastida Ochoa también se hizo oír: “Lamentablemente no son una minoría; y más que ridícula, son peligrosos…”
Esa minoría –dibujó el priista– asesina a 25 o más personas al día. Ha habido días en los cuales ha asesinado a 40 o 50 gentes. Esa minoría tiene una capacidad de corrupción enorme. Su capacidad de reponer a los hombres que pierde en hechos de violencia es muy grande porque la capacidad de recursos financieros es enorme.
Esa minoría, abundó Labastida, ha puesto en jaque a Monterrey, esa minoría tiene en jaque a una parte del estado de Sinaloa, esa minoría puso en jaque al estado de Guerrero y particularmente a Acapulco; esa minoría tiene en Chihuahua y en Ciudad Juárez en vilo a la población, con el “Jesús en la boca”, entonces subestimar el poder de destrucción y el poder de crear pánico de esta minoría, me parece que no responde a la realidad.
Le siguió el coordinador de la bancada perredista, Silvano Aureoles en este tono:
“No es cierto que es una ridícula minoría. Los hechos lo demuestran cuando tiene el gobierno infiltrado, la mayor parte del aparato de seguridad; cuando tiene infiltrado el crimen organizado la mayor parte de las policías municipales, de las policías estatales, de las procuradurías, de la Policía Federal, cuando se encontró que un número muy importante de funcionarios de primer nivel están corrompidos por el crimen organizado y están vinculados al crimen organizado.
“Cuando diversos países en el mundo han establecido que el principal reto y peligro para México es el crimen organizado, cuando se ha dicho hasta el cansancio por los expertos que la principal amenaza para al Estado mexicano y la amenaza a la democracia mexicana, a los poderes constituidos, es el crimen organizado, pues no puede entonces el Presidente de la República minimizar el problema de la inseguridad y el crimen a una ridícula minoría”.
Las críticas de la oposición caían en cascada. Los panistas guardaban silencio en público pero igualmente lamentaban en corto las palabras de Calderón. Si ese es su diagnóstico, indicaban, por eso estamos como estamos. Y seguían declarando: “No señor Presidente…, no son una ridícula minoría.”
Comentarios