Funcionarios que operan en Los Pinos y analistas políticos emiten la alerta: el Presidente está concentrado en sepultar cualquier avance
El susurro sube de intensidad en la residencia oficial: Felipe Calderón no confía ni siquiera en su propia sombra. Bajo esta circunstancia, fuentes radicadas en Los Pinos sostienen que el Presidente de la República se ha encerrado, literalmente, entre cuatro paredes, no ve ni escucha a sus colaboradores más íntimos y está obsesionado con no permitir que el dinosaurio resurja de sus cenizas. Sin embargo, en el pecado lleva la penitencia.
De acuerdo con las señales que provienen de los alrededores de la casona presidencial, la reciente tragicomedia política protagonizada por los partidos que buscan preservar o ampliar sus cotos de poder en 2010, también implica al titular del Poder Ejecutivo, quien tendrá que pagar un costo muy alto por este episodio que se traducirá en la definitiva parálisis de su agenda.
El calderonismo dispone de todas las condiciones para, metafóricamente, cerrar la cortina, y caminar el resto de sus días en campo minado ante la cantada guerra de altos vuelos que ya mantiene con el PRI por la lluvia de alianzas que ha tejido con los partidos que hasta hace poco tiempo eran declarados como saboteadores del gobierno actual.
Bajo este panorama, funcionarios y analistas advierten que el Presidente de la República está viviendo el peor momento de su gestión y, al margen de su frenética estrategia para enfrentarse al crimen organizado y domar la coyuntura económica, ha decidido librar una costosa batalla contra el PRI. El pronóstico, sin embargo, no resulta favorable para su causa.
Así las cosas, empleados del gobierno que piden no ser identificados y politólogos refieren que en la furia desatada por los acuerdos tras bambalinas entre diversos actores para aniquilar la fuerza del PRI, se asoma la mano del Presidente, quien ya se decidió por asumir el papel de activista electoral.
El susurro sube de intensidad en la residencia oficial: Felipe Calderón no confía ni siquiera en su propia sombra. Bajo esta circunstancia, fuentes radicadas en Los Pinos sostienen que el Presidente de la República se ha encerrado, literalmente, entre cuatro paredes, no ve ni escucha a sus colaboradores más íntimos y está obsesionado con no permitir que el dinosaurio resurja de sus cenizas. Sin embargo, en el pecado lleva la penitencia.
De acuerdo con las señales que provienen de los alrededores de la casona presidencial, la reciente tragicomedia política protagonizada por los partidos que buscan preservar o ampliar sus cotos de poder en 2010, también implica al titular del Poder Ejecutivo, quien tendrá que pagar un costo muy alto por este episodio que se traducirá en la definitiva parálisis de su agenda.
El calderonismo dispone de todas las condiciones para, metafóricamente, cerrar la cortina, y caminar el resto de sus días en campo minado ante la cantada guerra de altos vuelos que ya mantiene con el PRI por la lluvia de alianzas que ha tejido con los partidos que hasta hace poco tiempo eran declarados como saboteadores del gobierno actual.
Bajo este panorama, funcionarios y analistas advierten que el Presidente de la República está viviendo el peor momento de su gestión y, al margen de su frenética estrategia para enfrentarse al crimen organizado y domar la coyuntura económica, ha decidido librar una costosa batalla contra el PRI. El pronóstico, sin embargo, no resulta favorable para su causa.
Así las cosas, empleados del gobierno que piden no ser identificados y politólogos refieren que en la furia desatada por los acuerdos tras bambalinas entre diversos actores para aniquilar la fuerza del PRI, se asoma la mano del Presidente, quien ya se decidió por asumir el papel de activista electoral.
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