Rogelio Ramírez de la O
Se ha creado la historia de que la economía crecerá este año 5%, sin más hecho que suponer que el rebote de actividad registrado a fines de 2009 continuará en todo 2010.
En efecto, el rebote tuvo mucha fuerza y de ahí un repunte en empleo. Pero vino de un nivel muy bajo de actividad. La caída en 2009 fue 6.5%, en varios casos llevando a caídas mayores, por ejemplo 26% en equipo de transporte, 19% en metales básicos y 18% en productos metálicos.
Es la profundidad de las caídas la que dificulta la recuperación, pues en muchos casos se cerraron las empresas. Aun con el alza desde el cuarto trimestre de 2009 en la industria automotriz, en enero de 2010 se registraron cierres de 4 mil 453 empresas, por encima de las mil 580 cerradas en el mismo mes de 2009. De esas, 2 mil 742 fueron en las manufacturas y mil 711 en la construcción.
El deterioro del empleo fue muy serio en 2009 y en muchos casos puede ser irreparable. La tasa de desempleo, subempleo y los que son inactivos, pero están “disponibles”, saltó de 24% a 31% entre antes de la recesión y finales de 2009. Esto es sin incluir los empleados que vieron reducirse el número de horas de trabajo y en consecuencia su ingreso. Todos estos golpes causan estragos en la economía de las familias, ya que aun regresando a la normalidad, tienen que ocuparse de cubrir los déficits y las deudas en que incurrieron durante la desaceleración.
Las manufacturas en gran medida dependen de la automotriz y ésta hoy sólo crece por las exportaciones a EU. En enero y febrero la exportación automotriz a ese país saltó 105%. Sin embargo, la venta local cayó 3.3%, porque la demanda interna es muy débil. Por una parte, el desempleo es alto. Por la otra, los bancos están reduciendo el crédito. Cuando en 2009 aprobaron 60% de las solicitudes de crédito, hoy sólo aprueban 30% y además la tasa de interés ha aumentado. Lo mismo está ocurriendo con los créditos a la vivienda.
Así, la exportación automotriz no puede por sí sola impulsar al resto de la economía. Y llegará el momento en el que una recuperación basada en ventas de automóviles a Estados Unidos, en donde dichas ventas se apoyan en subsidios que expirarán, retornará a niveles más bajos. Eso puede presentarse en cualquier parte del primer semestre, pues además México inició el año con aumento de impuestos y precios públicos. En enero ya hubo una caída de producción automotriz de 2.1% frente a diciembre.
Otros indicadores sugieren una temprana desaceleración. Las ventas al menudeo cayeron en enero 0.6% contra diciembre y las de mayoreo 1.2%. La producción industrial cayó 0.2%, cuando tendría que aumentar si la recuperación fuera a mantenerse.
La confianza de los consumidores se había recuperado desde noviembre, consistente con el repunte automotriz. Pero en febrero cayó de nuevo. Y este índice sigue 25% debajo de su nivel de 2007.
Lo anterior explica que los bancos comerciales tengan que reducir el crédito real al sector privado, como lo hicieron en enero, en 6% anual.
Los pronósticos de 5% de crecimiento suponen una continua recuperación en Estados Unidos (que no es segura) y cuando menos una demanda interna estable en México. Pero el problema es que la demanda interna se mantiene débil, por impuestos, alto desempleo, desconfianza y aumentos de precios. Y en cuanto a la recuperación externa, ésta tiene el riesgo de perder dinamismo, al agotarse el estímulo fiscal en Estados Unidos. Los pronósticos de alto crecimiento simplemente se han puesto delante de los hechos y de las cifras.
Se ha creado la historia de que la economía crecerá este año 5%, sin más hecho que suponer que el rebote de actividad registrado a fines de 2009 continuará en todo 2010.
En efecto, el rebote tuvo mucha fuerza y de ahí un repunte en empleo. Pero vino de un nivel muy bajo de actividad. La caída en 2009 fue 6.5%, en varios casos llevando a caídas mayores, por ejemplo 26% en equipo de transporte, 19% en metales básicos y 18% en productos metálicos.
Es la profundidad de las caídas la que dificulta la recuperación, pues en muchos casos se cerraron las empresas. Aun con el alza desde el cuarto trimestre de 2009 en la industria automotriz, en enero de 2010 se registraron cierres de 4 mil 453 empresas, por encima de las mil 580 cerradas en el mismo mes de 2009. De esas, 2 mil 742 fueron en las manufacturas y mil 711 en la construcción.
El deterioro del empleo fue muy serio en 2009 y en muchos casos puede ser irreparable. La tasa de desempleo, subempleo y los que son inactivos, pero están “disponibles”, saltó de 24% a 31% entre antes de la recesión y finales de 2009. Esto es sin incluir los empleados que vieron reducirse el número de horas de trabajo y en consecuencia su ingreso. Todos estos golpes causan estragos en la economía de las familias, ya que aun regresando a la normalidad, tienen que ocuparse de cubrir los déficits y las deudas en que incurrieron durante la desaceleración.
Las manufacturas en gran medida dependen de la automotriz y ésta hoy sólo crece por las exportaciones a EU. En enero y febrero la exportación automotriz a ese país saltó 105%. Sin embargo, la venta local cayó 3.3%, porque la demanda interna es muy débil. Por una parte, el desempleo es alto. Por la otra, los bancos están reduciendo el crédito. Cuando en 2009 aprobaron 60% de las solicitudes de crédito, hoy sólo aprueban 30% y además la tasa de interés ha aumentado. Lo mismo está ocurriendo con los créditos a la vivienda.
Así, la exportación automotriz no puede por sí sola impulsar al resto de la economía. Y llegará el momento en el que una recuperación basada en ventas de automóviles a Estados Unidos, en donde dichas ventas se apoyan en subsidios que expirarán, retornará a niveles más bajos. Eso puede presentarse en cualquier parte del primer semestre, pues además México inició el año con aumento de impuestos y precios públicos. En enero ya hubo una caída de producción automotriz de 2.1% frente a diciembre.
Otros indicadores sugieren una temprana desaceleración. Las ventas al menudeo cayeron en enero 0.6% contra diciembre y las de mayoreo 1.2%. La producción industrial cayó 0.2%, cuando tendría que aumentar si la recuperación fuera a mantenerse.
La confianza de los consumidores se había recuperado desde noviembre, consistente con el repunte automotriz. Pero en febrero cayó de nuevo. Y este índice sigue 25% debajo de su nivel de 2007.
Lo anterior explica que los bancos comerciales tengan que reducir el crédito real al sector privado, como lo hicieron en enero, en 6% anual.
Los pronósticos de 5% de crecimiento suponen una continua recuperación en Estados Unidos (que no es segura) y cuando menos una demanda interna estable en México. Pero el problema es que la demanda interna se mantiene débil, por impuestos, alto desempleo, desconfianza y aumentos de precios. Y en cuanto a la recuperación externa, ésta tiene el riesgo de perder dinamismo, al agotarse el estímulo fiscal en Estados Unidos. Los pronósticos de alto crecimiento simplemente se han puesto delante de los hechos y de las cifras.
Comentarios