Calderón a fuego cruzado por críticas a la inseguridad

Álvaro Cepeda Neri

El homicidio de dos (una mujer y un hombre) empleados del Consulado estadounidense, domiciliado en el municipio en manos de los matones del narcotráfico, como fuerza ofensiva victoriosa, y de los militares y la policía federal en calidad defensiva, es la gota de sangre que ha derramado, no el vaso, sino todo Ciudad Juárez como una presa gigantesca, donde los muertos entre narcos, uniformados y ciudadanos que nada tienen que ver con ambos bandos suman más de 7 mil cadáveres, de los casi 30 mil que nos informan oficialmente. Aunque otras fuentes aseguran que durante este trienio, se tienen más de 100 mil homicidios, causados por la fallida estrategia de Calderón que no ha ido al corazón del problema: las finanzas del narcotráfico (muchos millones de dólares están en la banca) y los inmuebles, hoteles, bares, tráfico de personas, prostitución y otras inversiones.

Este dinero producto del comercio de las drogas, que se venden directamente entre los estadounidenses y no poca parte en México, pues los mexicanos consumen, además de la tradicional marihuana, cocaína (para los de las clases altas) y otros productos a través del menudeo que se ofrece en las escuelas tanto públicas como privadas. Los narcos manejan directa e indirectamente sus cuantiosas inversiones (a El Chapo Guzmán le calculan, a ojo de buen cubero, dólar sobre dólar, mil millones), lavando su fortuna comprando y revendiendo edificios, comercios, préstamos (se han multiplicado, sin control, casas de empeño y casas de cambio) y en toda clase de negocios dentro del mercado.

La inseguridad en nuestro país nos indica que los narcotraficantes, dispuestos a todo han rebasado al gobierno calderonista, desafiándolo y llevando la delantera al grado de que se han erigido en un cuarto poder de facto superior a las fuerzas militares y policiacas. Por esto, Calderón es blanco de las críticas y él se queja de eso, como si no fuera su obligación garantizar la paz social al máximo. El foxismo dejó que el narcotráfico se consolidara (tras su posicionamiento desde Miguel de la Madrid a Zedillo) y el calderonismo, en lugar de limitarlo y controlarlo, provocó el aceleramiento de una guerra interna, con clara ventaja de los sicarios, armados hasta los dientes.

México se ha colombianizado y las investigaciones, independientes del gobierno, señalan que los narcos mexicanos dominan la siembra, cosecha, distribución y comercialización de las drogas a nivel latinoamericano, con infiltraciones a muy alto rango de las estructuras estadounidenses. Hay datos de que los narcos nativos son la gran mafia que llega hasta Europa, China y Japón, con tentáculos financieros que los han hecho muy poderosos y que se surten de armas y recursos humanos por el cuantioso desempleo mundial. Al fuego sangriento que tiene sometida a la Nación y amenazado al Estado con sus tres Poderes, se agrega la incapacidad política y estratégica de Calderón. Estamos, como nunca, en una encrucijada: resolvemos el problema o nos lo resuelven.

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