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Las corrientes artísticas de vanguardia que transformaron las artes visuales europeas entraron en México alrededor de los años veinte. Sin embargo, todas estas corrientes innovadoras fueron asimiladas en un contexto donde ya existía una expresión propia. La pintura del siglo XX en México tuvo la influencia de la Revolución Mexicana, y aunque a cierta distancia, la Revolución Rusa. Ambas, además del costumbrismo y nacionalismo que ya había enfrentado a las nuevas generaciones de artistas contra la Academia, dieron origen al Muralismo, a la Escuela Mexicana de Pintura y el Taller de la Gráfica Popular.
La Revolución Mexicana estalla en 1910, y la lucha armada habría de durar once años. Los artistas que no se encontraban en Europa ilustran publicaciones revolucionarias, fungen como ayudantes de algunos generales, como es el caso de Francisco Goitia y David Alfaro Siqueiros. Otros, como Saturnino Herrán, realizan dibujos monumentales que serían destinados al Palacio de Bellas Artes, con lo que Herran se convierte en uno de los antecesores del muralismo mexicano.
El 28 de mayo de 1911 los estudiantes de la Academia de San Carlos, en parte instigados por el revoltoso Dr. Atl, se levantaron en huelga para destituir al director, el arquitecto Antonio Rivas Mercado. La huelga duró dos años, por lo que el 1913, el pintor Alfredo Ramos Martínez ocupa la dirección de la Academia y plantea el inicio de las Escuelas de Pintura al Aire Libre. Estas escuelas se instalaron en Santa Anita, Chimalistac, Coyoacán, Xochimilco, Churubusco, Tlalpan, y una más en Taxco, Guerrero, ya en la década de los años treinta. De esta manera se buscaba elevar la educación artística de todas las clases en México. Estas escuelas cerraban y abrían otras nuevas continuamente. Casi ninguno de los grandes pintores de la época dejó de dar clases en alguna de ellas. Por Primera vez en México se dio oportunidad a los sectores marginados de la sociedad para que participaran de la creación plástica en una institución artística. Las obras que comenzaron a realizarse acusaron los frutos por los que se había luchado: desapareció el academicismo en la técnica y se esfumaron día a día los temas mitológicos, las anécdotas bíblicas y los retratos aburguesados. En las expresiones de los artistas jóvenes se encuentra un ansia de renovación, de rompimiento con los métodos y la estética conservadores, un acercamiento del artista académico a la cultura popular, a los temas nacionales e indígenas y a la protesta social.
Las escuelas al aire libre fueron plataforma de nuevos grabadores. Durante la revolución algunos artistas participaron en los movimientos desde la prensa apoyando a Villa o Zapata. Tal es el caso del Dr. Atl quien funda el periódico La Vanguardia en la que colaboraron José Clemente Orozco, Ramón Alva de la Canal, David Alfaro Siqueiros, entre otros.
Gerardo Murillo, el inquieto Dr Atl representó a los artistas renovadores. Además de ser el primer teórico del muralismo, animó a su amigo el pintor Joaquín Clausell a ensayar por primera vez en nuestro país el impresionismo al estilo francés, pero con tonalidades y temas mexicanos.
Sin embargo, al regresar Diego Rivera de París consideró que cultivaban un arte superado, porque él, al menos, ya había experimentado con el cubismo. A partir de 1921 aparecería el muralismo como la aportación de nuestro país a la acelerada renovación de las expresiones artísticas que estaba sucediendo en el mundo.
Las corrientes artísticas de vanguardia que transformaron las artes visuales europeas entraron en México alrededor de los años veinte. Sin embargo, todas estas corrientes innovadoras fueron asimiladas en un contexto donde ya existía una expresión propia. La pintura del siglo XX en México tuvo la influencia de la Revolución Mexicana, y aunque a cierta distancia, la Revolución Rusa. Ambas, además del costumbrismo y nacionalismo que ya había enfrentado a las nuevas generaciones de artistas contra la Academia, dieron origen al Muralismo, a la Escuela Mexicana de Pintura y el Taller de la Gráfica Popular.
La Revolución Mexicana estalla en 1910, y la lucha armada habría de durar once años. Los artistas que no se encontraban en Europa ilustran publicaciones revolucionarias, fungen como ayudantes de algunos generales, como es el caso de Francisco Goitia y David Alfaro Siqueiros. Otros, como Saturnino Herrán, realizan dibujos monumentales que serían destinados al Palacio de Bellas Artes, con lo que Herran se convierte en uno de los antecesores del muralismo mexicano.
El 28 de mayo de 1911 los estudiantes de la Academia de San Carlos, en parte instigados por el revoltoso Dr. Atl, se levantaron en huelga para destituir al director, el arquitecto Antonio Rivas Mercado. La huelga duró dos años, por lo que el 1913, el pintor Alfredo Ramos Martínez ocupa la dirección de la Academia y plantea el inicio de las Escuelas de Pintura al Aire Libre. Estas escuelas se instalaron en Santa Anita, Chimalistac, Coyoacán, Xochimilco, Churubusco, Tlalpan, y una más en Taxco, Guerrero, ya en la década de los años treinta. De esta manera se buscaba elevar la educación artística de todas las clases en México. Estas escuelas cerraban y abrían otras nuevas continuamente. Casi ninguno de los grandes pintores de la época dejó de dar clases en alguna de ellas. Por Primera vez en México se dio oportunidad a los sectores marginados de la sociedad para que participaran de la creación plástica en una institución artística. Las obras que comenzaron a realizarse acusaron los frutos por los que se había luchado: desapareció el academicismo en la técnica y se esfumaron día a día los temas mitológicos, las anécdotas bíblicas y los retratos aburguesados. En las expresiones de los artistas jóvenes se encuentra un ansia de renovación, de rompimiento con los métodos y la estética conservadores, un acercamiento del artista académico a la cultura popular, a los temas nacionales e indígenas y a la protesta social.
Las escuelas al aire libre fueron plataforma de nuevos grabadores. Durante la revolución algunos artistas participaron en los movimientos desde la prensa apoyando a Villa o Zapata. Tal es el caso del Dr. Atl quien funda el periódico La Vanguardia en la que colaboraron José Clemente Orozco, Ramón Alva de la Canal, David Alfaro Siqueiros, entre otros.
Gerardo Murillo, el inquieto Dr Atl representó a los artistas renovadores. Además de ser el primer teórico del muralismo, animó a su amigo el pintor Joaquín Clausell a ensayar por primera vez en nuestro país el impresionismo al estilo francés, pero con tonalidades y temas mexicanos.
Sin embargo, al regresar Diego Rivera de París consideró que cultivaban un arte superado, porque él, al menos, ya había experimentado con el cubismo. A partir de 1921 aparecería el muralismo como la aportación de nuestro país a la acelerada renovación de las expresiones artísticas que estaba sucediendo en el mundo.
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