Páginas de gloria

Eduardo Ibarra Aguirre

Con llamamiento grandilocuente convocó Felipe de Jesús Calderón Hinojosa a que los mexicanos “no permitamos que visiones pesimistas nos paralicen e impidan alcanzar nuestros ideales. Si queremos escribir nuevas páginas de gloria, como las generaciones de mujeres y hombres que se han ganado ya un lugar en nuestra historia, hagamos a un lado las dudas”.

Una de las definiciones de pesimista, naturalmente que no las de los diccionarios, hacen referencia a “una persona generalmente bien informada”. Y por supuesto que Calderón Hinojosa es uno de los más y mejor informado sobre México, pero como la realidad –no la edulcorada por sus aliados del duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio– no le favorece y, por el contrario, constituye un severo cuestionamiento sobre sus tres años, un mes y una semana de gobierno, así como al sexenio de Vicente Fox Quesada, entonces el abogado y economista que presumía un doctorado en Harvard, se refugia en el más inmovilista de los extremos: ¡Hagamos a un lado las dudas! Justamente la fuente del conocimiento a lo largo de la historia de la humanidad.

Pero tiene razón cuando asegura que ninguna de las (múltiples) dificultades vividas en 2009 puede atribuirse a la falta de carácter de los mexicanos que demostraron energía, coraje, creatividad y la capacidad para asumir retos. Sobre todo –agrego yo– una inconmensurable capacidad de aguante a sus gobernantes que si algo demostraron frente a la tormenta económica global fue debilidad, falta de carácter y dogmatismo cuasi religioso para aplicar las recetas de siempre, cuando el resto de las economías se volcaron sobre sus mercados internos con grandes inversiones públicas y fuertes estímulos fiscales. Los resultados están a la vista en China, India, Brasil…

Peor aún. La abulia e irresponsabilidad del impopular Doctor catarrito fueron premiadas por Calderón otorgándole la gubernatura del Banco de México para intervenir en las decisiones que en teoría debe tomar en forma autónoma Agustín Carstens Carstens. Otro premiado, después de que seis millones de mexicanos se incorporaron a las filas de la pobreza y que están en vías de abarcar a la mitad de la población, fue el nuevo titular de Hacienda y presunto delfín del Hijo desobediente.

Mientras los ciudadanos se deciden a escribir páginas de gloria, por supuesto que encabezados por el michoacano de Morelia –uno de los presidentes más grises de la historia–, éste persiste en la venta de futuro: “Existe una convicción profunda de que el país está destinado a ser grande”.

Esta recurrente práctica de ofrecer para 2030 –”No habrá un solo mexicano en pobreza extrema”– y 2040 –”México será la quinta economía del mundo”–, lo que no compromete al grupo gobernante –no adjetivo, describo las conductas públicas–, además de una fuga al futuro ante la persistente incapacidad para conducir el presente, empieza a mostrarse como un asunto propio del diván, amén de la falta de voluntad política para asumir la cruda realidad –sin estímulos etílicos– que padecen millones de desempleados y subempleados que llevaron a los primeros a un tope histórico 6.5 por ciento, los pobres extremos cuantificados oficialmente en 20 millones y los innúmeros agraviados por la inseguridad pública y la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado que ya cobró 17 mil vidas.

Alejado de las ventas a largo plazo es plausible el establecimiento como prioridades del gobierno para el año en curso: generar empleos, combatir la pobreza extrema y fortalecer la seguridad pública. Ésta última resulta inviable sin afrontar las dos primeras. Y en efecto, como anuncia el titular del Ejecutivo, es indispensable combatir a los grupos criminales “sin distingos”.

Que así sea y así parezca.

Acuse de recibo

Agradezco los buenos deseos, enviados con motivo del inicio de 2010, a Edberto Urcelay Fabián (directivo de Constitución y República), Francisco A. Servin de Alba, Carlos Reyes Romero, Yolanda Robles Garnica, Julen Rementeria, María Jacobo Femat, José Luis Ortiz Santillán, Sara Lovera López, Luis Enrique Torres Prieto, Óscar Wong, Alberto Zárate (de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México), Mauricio Valdés Rodríguez, Juan Manuel Villalpando, Federico Campbell Peña (autor de La carroza negra de Bush. Soldados mexicanos en Irak y Afganistán), Benjamín Espinosa Mercado, Juan Manuel Velasco Álvarez y Lilia Rubio Zamora… También correspondo a los enviados por los colegas del Grupo María Cristina: Colette Louise Wall, Gema Alicia Hernández Rodríguez, Yolanda Cristina Massieu Trigo, Judith Álamo López, Elvira García, Lilia Cisneros Luján, Fátima Soto Rodríguez y Raquel Rodríguez Martínez; además de Francisco Portillo Ruiz (Alán), Ángel Solana Martino, José Calderoni Arroyo, Ramón Ojeda Mestre, Rodolfo González Sarrelangue, Ramón Sifri, Rodolfo Antonio Morales Rincón, Luis Francisco Canudas Flores, Gerardo Fernández Casanova, Jorge Avendaño, Arturo Feria Ortiz, José Sobrevilla, Luis Alberto García y Guillermo Buendía Hernández.

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