Más allá de los Beltrán

Razones / Jorge Fernández Menéndez

La detención de Carlos Beltrán Leyva abrió el año en términos de seguridad y permitió confirmar que para esa organización criminal vienen días muy difíciles. Si 2008 había concluido con la muerte de su hermano Arturo luego del violento enfrentamiento en Cuernavaca y con el asesinato de la familia del marino Melquisedet Angulo Córdova, que había caído en ese combate con los custodios de Beltrán, la detención de Carlos implica un golpe serio a ese cártel, porque se demuestra que está mucho más cercado de lo que algunos analistas han considerado y también porque se le golpea en uno de sus operadores financieros, particularmente necesarios en un momento de crisis como el que deben estar viviendo.

El cerco parece obvio: Arturo cayó en una operación que se inició días antes en la llamada narcoposada y terminó con el enfrentamiento en los departamentos en los que vivía: en ambos casos, las fuerzas federales llegaron con información muy fidedigna. En el caso de Carlos, todo indica que fueron interceptadas sus llamadas con una de sus hermanas, a la que iba visitar para una reunión de fin de año. La información, como en el caso de Arturo, era precisa. El detenido se identificó como Carlos Orpineda Gámez, pero a través del nuevo sistema de inteligencia de la Policía Federal se confirmó su verdadera identidad. Con ello, tres de los seis hermanos Beltrán Leyva están detenidos o muertos, y con real capacidad operativa quedan dos, Héctor, que se hace llamar el H, y Mario, el General.

La de los Beltrán siempre ha sido una organización sumamente violenta. Pero los golpes recibidos parecen haberla llevado más allá y confirmaría también que las líneas de mando tienen cortes serios, algo particularmente notable cuando estamos ante un grupo con un mando tan vertical como los Beltrán Leyva. Ello explicaría tanto la violencia en la que ha caído esa organización como algunos hechos tan irracionales, tan brutales, como el asesinato de la familia del marino Angulo Córdova, la madrugada del 22 de diciembre, cuando un comando, formado por varios sicarios, tomó la vivienda donde el marino acababa de ser velado y mató a toda su familia.

No se recuerda una acción de estas características, en la lucha contra el narcotráfico, de parte de estos grupos a la familia de un servidor público muerto en servicio. A pesar de toda la violencia que hemos visto en estos años, se habían cuidado de llegar a esos límites, sólo comparables con las granadas arrojadas el 15 de septiembre de 2008 en la celebración del Grito de la Independencia en Morelia, que dejaron varios muertos, o con el asesinato, también por una granada, de una niña de solamente tres años, hace apenas unas semanas, en Morelia.

Esto era distinto. El hecho es que parece evidenciar que existe un profundo deterioro para poder realizar este tipo de acciones que quedan cada vez más en manos de sicarios de bajísimo nivel. Llama la atención que los responsables de esos crímenes que ya fueron detenidos han confesado que se los ordenaron mandos locales de la organización de Los Zetas, aliada a los Beltrán Leyva, pero no éstos. También que confesaran que, por cometer un crimen de esas características, hayan cobrado tan sólo 12 mil pesos.

Todo indicaría entonces que, con la muerte de Arturo, la caída de Carlos y la presión de las autoridades de México y las de Estados Unidos, el cártel de los Beltrán Leyva ha comenzado a sufrir un deterioro similar al que se dio hace unos años con el de Tijuana, el de otros hermanos, los Arellano Félix, después de la muerte y la detención de casi todos ellos.

Esto no implica que esos grupos desaparezcan, pero sí que pierden protagonismo, se fraccionen o se deban asociar con otros. En todo caso, entre los Beltrán Leyva, siguen estando al mando de la organización, según las autoridades federales, tanto Héctor, el mayor de los hermanos en libertad, como el jefe de los sicarios, Édgar Valdez Villarreal, apodado la Barbie, o Sergio Villarreal, apodado el Grande y que controla la zona de Durango y Sinaloa.

La pregunta que se hacen las autoridades es quién manda y si entre ellos no ha comenzado ya el enfrentamiento por el control del grupo. La muerte de Arturo Beltrán Leyva, decíamos a fin del año pasado, reconfiguraría, necesariamente, la geografía y las alianzas en el mundo del narcotráfico.

Todo indicaría que ya lo estamos comenzando a ver.

Los responsables de la muerte de la familia del marino han confesado que recibieron órdenes de Los Zetas.

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