Lo que Haití nos refleja

Claudia Rodríguez

La convulsión en todos los órdenes que hoy se vive en Haití, sobre todo en su capital, Puerto Príncipe, es producto de una serie de eventos desafortunados que no tienen que ver única y exclusivamente con la fuerza inclemente de las fuerzas físicas que rigen el movimiento del planeta Tierra.

No es el momento de dilucidar cuál fue la causa geológica que dio origen al movimiento telúrico de 7.0 grados Richter --en promedio--, que cimbró diversos puntos de Las Antillas, ante las consecuencias nefastas en vidas, salud y bienes que ahora se viven entre las haitianos. Sin embargo, hay que acotar que en otros puntos de la región como Dominicana –que comparte la misma región insular con Haití--, Cuba, Jamaica, Puerto Rico e incluso zonas continentales de Honduras y Nicaragua se percibió el temblor, en algunos puntos con una magnitud más elevada que la registrada en Haití, y los estragos no son ni siquiera destacables ante la tragedia que se vive desde el martes en esta última nación.

Más que los orígenes del terremoto sufrido en Haití esta misma semana, habrá que revisar qué fue lo que realmente hizo tan vulnerables a las construcciones de Puerto Príncipe para que no sólo se cimbraran, sino incluso varias de éstas se colapsaran.

Haití, sufre de una enfermedad que mucho se puede explicar como el síntoma de “las venas abiertas de América Latina”. Esta nación sigue arrastrando múltiples lazos nefastos de la colonización pero sobre todo le afecta la corrupción que desde dentro y desde fuera se ejerce sobre una nación ahora independiente pero tocada por un sin número de factores que la hacen terriblemente pobre y multiplicadores de esa condición.

Ahora, decenas de naciones se lucen por la ayuda que se envía a una población que vive uno de sus capítulos más dolorosos, pero se cita como causa un terremoto. Haití ha clamado ayuda para su población durante décadas, pero pocos, muy pocos, son los que se la han proporcionado.

Tan devastada se encuentra en estos momentos la nación más afectada por el terremoto que se sintió en Las Antillas el martes de esta semana, que incluso la ayuda en especie y de rescatistas que ha llegado al aeropuerto de Puerto Príncipe, aún no tienen un cause organizado.

Sería difícil no conmovernos y actuar en consecuencia ante lo que se vive hoy en Haití, pero también nos da oportunidad para preguntarnos si en México estamos preparados para enfrentar un movimiento telúrico devastador como el de 1985.

Por lo que se sabe y lo que se demuestra, la corrupción es también uno de los mayores males de México, que tendría efectos devastadores.

Las prospecciones sociales, políticas y económicas casi siempre olvidan que el planeta está en constante movimiento y un desastre natural muestra lo más negro de sus administraciones o gobiernos, aunque también, lo más noble de la humanidad.

Acta Divina…La secretaria de estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, señaló que es bíblica la tragedia que se cierne sobre Haití y su gente. En tanto que el presidente Felipe Calderón ya envió hasta esa nación, una misión humanitaria, médica y de rescatistas.

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