Nino Gallegos
La apariencia poseída y la realidad desposeída en México es aquello que es y no es a la vez más que el control del caos mediante el imperio de la corrupción y la impunidad, porque la razón gubernamental de la Ley ha dejado de ser y hacerse el soporte de un Estado laico que ha sido poseído por la apariencia de un política correcta y el desgaste de una realidad desposeída por los espectros políticos que acechan desde lo fáctico y lo mediático: quienes nos ven desde afuera impiden vernos desde adentro, porque parece, en la apariencia poseída y en la realidad desposeída, no darnos cuenta que una carga siniestra de narcotización ha emergido desde un fondo que ha ido subiendo a la superficie de lo económico, social y cultural para esparcirse a manera de un polvo y un humo que ha ido entrando a los ojos y penetrando en las fosas nasales con una graduación y una dosificación directamente al subconsciente de las palabras y al inconsciente de los hechos con un letargo semejante a la enajenación de los símbolos patrios y a la expropiación de los principios constitucionales, los medios democráticos y los fines éticos y morales en cuanto a los bienestares de lo económico, lo social y lo cultural. La igualdad es un portento de necedades que han suplantado las necesidades por la vía de la miserabilización, mientras que la justicia es la repartición del bien común por la violación de un estado de derecho que ha sido proclamado el defensor de los victimarios contra las víctimas, porque el Estado laico hace de los censores religiosos los policías, los militares y los narcotraficantes que pueden asesinar a una defensora de los derechos humanos y querer castrar los sentimientos de hombres homosexuales y mujeres lesbianas por haber decidido casarse y adoptar quizá a un huérfano de ese estado laico que también ha penalizado el aborto de las mujeres y ha potenciado el femicidio nacional.
Aquello de que la religión era o es el opio del pueblo, lo que ahora se está maquinando es que la narcotización de lo fáctico y lo mediático son las drogas en los círculos virtuosos y viciosos de la sociedad mexicana con los cuellos blancos de los políticos y los empresarios -en alianza- con los cuellos rígidos de los militares, las sotanas alzadas de los sacerdotes y las camisas de seda de los narcotraficantes. Cuando Pier Paolo Pasolini criticó a los defensores de la Italia Nostra por lo del patrimonio artístico y lo paisajístico nacional en la promoción y expansión del turismo cultural, les estaba diciendo que el patrimonio artístico y lo paisajístico nacional pasaban al poder de la burguesía italiana de los políticos y los empresarios como socios en desarrollos inmobiliarios turísticos, y si la Cosa Nostra por definición y posición era otra cosa, inamovible e insuplantable, los defensores y promotores de la Italia Nostra con su Belleza, la explotación de la misma(s) provocó y desarrollo el crimen de la industrialización y la expropiación del pasado ancestral y rústico de la Italia rural. Y como México no hay dos en el mundo, tan lejos de Italia y tan cerca de Colombia, Palermo no ha sido el ejemplo y Calí es una imitación. Cuando Felipe Calderón, en un lugar de la sierra Madre Occidental, en El Salto, P.N. Durango, el 21 de febrero del 2008, declaró ante la puesta en marcha de la construcción del Puente Baluarte- llamado “Bicentenario”, lo siguiente: “Yo no aspiro a que nuestro México sea permanentemente un país subdesarrollado, un país de tercer mundo como si fuera motivo siempre de orgullo y de alegría. No, yo no quiero que México sea un país de tercer mundo. Yo quiero, y sé que eso va a ocurrir, quiero que México sea un país desarrollado, un país de primer mundo que sea capaz de proporcionarle bienestar a todas las mexicanas y a todos los mexicanos”, sentí que toda la Sierra Madre Occidental había empezado a desmadrarse.
Cuando la apariencia poseída tiene la cualidad fáctica y mediática de desposeer a la realidad de cualquier significado vital a través de la narcotización con sus espectrales luces y sombras desde las luminarias del espectáculo y el escándalo del atril atrabiliario presidencial, de los cuarteles policíacos y militares, de las oficinas empresariales, de los púlpitos y sermones sacerdotales, de los cárteles narcotraficantes, de las cámaras diputadas y senadoras y de los partidos políticos y las precampañas echadas a andar y a maquinar las elecciones de los años 2010-2012, pensando los opositores que siendo poseedores de la apariencia poseída tras el manoseo de la realidad poseída, pueden construir consensos en alianzas y coaliciones políticas basadas en intereses de grupos políticos, en tanto, lo económico, lo social y lo cultural se rehistorizan y performatizan en las escenas y la coreografía de la iconografía nacional de la Independencia y la Revolución, cuando en el calendario caricaturizado del 2010 de la revista Proceso está la imagología, la imaginación y la alegoría críticas de cómo la apariencia poseída suplanta a la realidad desposeída: no éramos porque ni fuimos ni somos, algo de demasiados que no serán ni seremos más que la re-presentación en la apariencia poseída y de la des-significación en la realidad desposeída.
Cuando entre la apariencia poseída y la realidad desposeída, y “Bajo el reino del capital, todo progreso aparente tiene su contrapartida de regresión y de destrucción. No consiste in fine “más que en cambiar la forma de la servidumbre”, a decir del recién fallecido, Daniel Bensaïd (1946-2010), en Potencias del comunismo, Haití lo fue con la explotación capitalista económica en lo social y cultural mientras que los países del mundo, en la emergencia de la solidaridad tardía como la de México o USA, queriendo representar un liderazgo continental, USA fue y es con la ayuda de la naturaleza la ruina de Haití como lo está siendo con México: la correlación económica, social y cultural que se da y fluye como los capitales financieros de la explotación y la defraudación en la apariencia poseída versus la realidad desposeída, inequívocamente toca y aplasta al ser humano en un entorno de impacto ambiental de miserabilización y pobreza en la condición humana. Los excesos en la apariencia poseída y las exageraciones en la realidad desposeída, pueden ser los excesos del poder y las exageraciones del sexo, así como los de la religión, el militarismo, el empresariado y el narcotráfico, dejando los espacios dados y las plazas ocupadas para la narcotización a través de lo fáctico y lo mediático en la medida de la censura, la sanción y la doblez hipócrita de la ética y la moral pública que se solazan en las luces y las sombras de la corrupción y la impunidad.
La tortuosidad de la apariencia poseída y la horribilidad de la realidad desposeída, así como es la narcotización también tiende a la desdramatización de lo que sucede en México para dramatizar lo que sucede en Haití, porque cuando nos miran desde afuera nuestra pobreza es la dadora de una riqueza en la emergencia de compartir solidariamente un destino común: Latinoamérica y El Caribe en un Tercer Mundo que se debate consigo mismo para rehaserse y rehacerse no a imagen y semejanza de USA sino en la realidad política, económica, social, cultural e histórica de Venezuela, Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y Cuba, quedándose al margen México y Colombia porque se sienten cómodos por comodines en la servidumbre y en los adentros de sus propias apariencias poseídas y de sus realidades desposeídas que oscilan en el renovado garrote y en la reenergizada zanahoria del Amo Entrañable en la vecindad continental. El trazo, al que México está sometido geopolítica, fáctica y mediáticamente en lo que ha correspondido la mediatización, la virtualización y la narcotización en el gobierno con los medios y la Ley del Orden caótico y el Progreso improductivo, tiene a la vez la espectralización de un rostro pálido, duro y rígido entre las facciones y la fascinación de un fascismo dibujado en el semblante de la apariencia poseída y la realidad desposeída de un rostro en rigor mortis que, sin proferir ninguna palabra acciona los hechos al abrir los ojos y vernos como quien se quiere tragar nuestras miradas que han sido sitiadas por la apariencia poseída y la realidad desposeída en el blanco acuoso de esa oscuridad embozada en las luces y las sombras de nuestra inmediata, mediatizada, virtualizada y narcotizada historia mexicana.
La apariencia poseída y la realidad desposeída en México es aquello que es y no es a la vez más que el control del caos mediante el imperio de la corrupción y la impunidad, porque la razón gubernamental de la Ley ha dejado de ser y hacerse el soporte de un Estado laico que ha sido poseído por la apariencia de un política correcta y el desgaste de una realidad desposeída por los espectros políticos que acechan desde lo fáctico y lo mediático: quienes nos ven desde afuera impiden vernos desde adentro, porque parece, en la apariencia poseída y en la realidad desposeída, no darnos cuenta que una carga siniestra de narcotización ha emergido desde un fondo que ha ido subiendo a la superficie de lo económico, social y cultural para esparcirse a manera de un polvo y un humo que ha ido entrando a los ojos y penetrando en las fosas nasales con una graduación y una dosificación directamente al subconsciente de las palabras y al inconsciente de los hechos con un letargo semejante a la enajenación de los símbolos patrios y a la expropiación de los principios constitucionales, los medios democráticos y los fines éticos y morales en cuanto a los bienestares de lo económico, lo social y lo cultural. La igualdad es un portento de necedades que han suplantado las necesidades por la vía de la miserabilización, mientras que la justicia es la repartición del bien común por la violación de un estado de derecho que ha sido proclamado el defensor de los victimarios contra las víctimas, porque el Estado laico hace de los censores religiosos los policías, los militares y los narcotraficantes que pueden asesinar a una defensora de los derechos humanos y querer castrar los sentimientos de hombres homosexuales y mujeres lesbianas por haber decidido casarse y adoptar quizá a un huérfano de ese estado laico que también ha penalizado el aborto de las mujeres y ha potenciado el femicidio nacional.
Aquello de que la religión era o es el opio del pueblo, lo que ahora se está maquinando es que la narcotización de lo fáctico y lo mediático son las drogas en los círculos virtuosos y viciosos de la sociedad mexicana con los cuellos blancos de los políticos y los empresarios -en alianza- con los cuellos rígidos de los militares, las sotanas alzadas de los sacerdotes y las camisas de seda de los narcotraficantes. Cuando Pier Paolo Pasolini criticó a los defensores de la Italia Nostra por lo del patrimonio artístico y lo paisajístico nacional en la promoción y expansión del turismo cultural, les estaba diciendo que el patrimonio artístico y lo paisajístico nacional pasaban al poder de la burguesía italiana de los políticos y los empresarios como socios en desarrollos inmobiliarios turísticos, y si la Cosa Nostra por definición y posición era otra cosa, inamovible e insuplantable, los defensores y promotores de la Italia Nostra con su Belleza, la explotación de la misma(s) provocó y desarrollo el crimen de la industrialización y la expropiación del pasado ancestral y rústico de la Italia rural. Y como México no hay dos en el mundo, tan lejos de Italia y tan cerca de Colombia, Palermo no ha sido el ejemplo y Calí es una imitación. Cuando Felipe Calderón, en un lugar de la sierra Madre Occidental, en El Salto, P.N. Durango, el 21 de febrero del 2008, declaró ante la puesta en marcha de la construcción del Puente Baluarte- llamado “Bicentenario”, lo siguiente: “Yo no aspiro a que nuestro México sea permanentemente un país subdesarrollado, un país de tercer mundo como si fuera motivo siempre de orgullo y de alegría. No, yo no quiero que México sea un país de tercer mundo. Yo quiero, y sé que eso va a ocurrir, quiero que México sea un país desarrollado, un país de primer mundo que sea capaz de proporcionarle bienestar a todas las mexicanas y a todos los mexicanos”, sentí que toda la Sierra Madre Occidental había empezado a desmadrarse.
Cuando la apariencia poseída tiene la cualidad fáctica y mediática de desposeer a la realidad de cualquier significado vital a través de la narcotización con sus espectrales luces y sombras desde las luminarias del espectáculo y el escándalo del atril atrabiliario presidencial, de los cuarteles policíacos y militares, de las oficinas empresariales, de los púlpitos y sermones sacerdotales, de los cárteles narcotraficantes, de las cámaras diputadas y senadoras y de los partidos políticos y las precampañas echadas a andar y a maquinar las elecciones de los años 2010-2012, pensando los opositores que siendo poseedores de la apariencia poseída tras el manoseo de la realidad poseída, pueden construir consensos en alianzas y coaliciones políticas basadas en intereses de grupos políticos, en tanto, lo económico, lo social y lo cultural se rehistorizan y performatizan en las escenas y la coreografía de la iconografía nacional de la Independencia y la Revolución, cuando en el calendario caricaturizado del 2010 de la revista Proceso está la imagología, la imaginación y la alegoría críticas de cómo la apariencia poseída suplanta a la realidad desposeída: no éramos porque ni fuimos ni somos, algo de demasiados que no serán ni seremos más que la re-presentación en la apariencia poseída y de la des-significación en la realidad desposeída.
Cuando entre la apariencia poseída y la realidad desposeída, y “Bajo el reino del capital, todo progreso aparente tiene su contrapartida de regresión y de destrucción. No consiste in fine “más que en cambiar la forma de la servidumbre”, a decir del recién fallecido, Daniel Bensaïd (1946-2010), en Potencias del comunismo, Haití lo fue con la explotación capitalista económica en lo social y cultural mientras que los países del mundo, en la emergencia de la solidaridad tardía como la de México o USA, queriendo representar un liderazgo continental, USA fue y es con la ayuda de la naturaleza la ruina de Haití como lo está siendo con México: la correlación económica, social y cultural que se da y fluye como los capitales financieros de la explotación y la defraudación en la apariencia poseída versus la realidad desposeída, inequívocamente toca y aplasta al ser humano en un entorno de impacto ambiental de miserabilización y pobreza en la condición humana. Los excesos en la apariencia poseída y las exageraciones en la realidad desposeída, pueden ser los excesos del poder y las exageraciones del sexo, así como los de la religión, el militarismo, el empresariado y el narcotráfico, dejando los espacios dados y las plazas ocupadas para la narcotización a través de lo fáctico y lo mediático en la medida de la censura, la sanción y la doblez hipócrita de la ética y la moral pública que se solazan en las luces y las sombras de la corrupción y la impunidad.
La tortuosidad de la apariencia poseída y la horribilidad de la realidad desposeída, así como es la narcotización también tiende a la desdramatización de lo que sucede en México para dramatizar lo que sucede en Haití, porque cuando nos miran desde afuera nuestra pobreza es la dadora de una riqueza en la emergencia de compartir solidariamente un destino común: Latinoamérica y El Caribe en un Tercer Mundo que se debate consigo mismo para rehaserse y rehacerse no a imagen y semejanza de USA sino en la realidad política, económica, social, cultural e histórica de Venezuela, Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y Cuba, quedándose al margen México y Colombia porque se sienten cómodos por comodines en la servidumbre y en los adentros de sus propias apariencias poseídas y de sus realidades desposeídas que oscilan en el renovado garrote y en la reenergizada zanahoria del Amo Entrañable en la vecindad continental. El trazo, al que México está sometido geopolítica, fáctica y mediáticamente en lo que ha correspondido la mediatización, la virtualización y la narcotización en el gobierno con los medios y la Ley del Orden caótico y el Progreso improductivo, tiene a la vez la espectralización de un rostro pálido, duro y rígido entre las facciones y la fascinación de un fascismo dibujado en el semblante de la apariencia poseída y la realidad desposeída de un rostro en rigor mortis que, sin proferir ninguna palabra acciona los hechos al abrir los ojos y vernos como quien se quiere tragar nuestras miradas que han sido sitiadas por la apariencia poseída y la realidad desposeída en el blanco acuoso de esa oscuridad embozada en las luces y las sombras de nuestra inmediata, mediatizada, virtualizada y narcotizada historia mexicana.
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