Francisco Rodríguez
TODO INDICA, ME dice el corresponsal don Emilio Treviño, que en 2010 habrá un empeoramiento de la violencia desatada desde 2006 por el señor Felipe Calderón “para apuntalar su creciente debilidad. Por una parte y contra toda evidencia, este señor insiste (y se la cree) en un repunte económico, a partir de indicadores endebles y artificiales. Pero como para él la realidad es un conjunto de tonterías, ya decretó que 2010 será el año de la recuperación. En ese sentido, se desentenderá del frente económico, ya recuperado (sic), y buscará profundizar en la violencia destructiva con todos los medios a su alcance, para inflar su deteriorada imagen.”
Apunta el señor Treviño, asimismo, que la violencia previsible por parte de la Administración se acompañará de intensas campañas desinformativas y de fabricación de mentiras, como ha sido característico de sus métodos hitlerianos de propaganda. En esa campaña, ya se hace acompañar de mercenarios de la pluma, y de auténticos mercenarios como el ex guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, ahora dedicado al negocio de justificar con un seudo conocimiento precario, las agendas demenciales de agudizar la violencia como remedio a la inseguridad.
Tales sugerencias de Villalobos, en su trabajo de consultor contratado por el calderonismo, en un documento disfrazado de artículo en la revista Nexos de enero (“Doce mitos de la guerra contra el narco”), permiten anticipar un envalentonamiento de Calderón que se expresará en mayor violencia para el país.
“Ya de manera brillante las fabricaciones de Villalobos en su ‘artículo’ han sido expuestas por los periodistas Raymundo Riva Palacio, Rafael Cardona, entre otros. Sin embargo, el repunte previsto de la violencia calderonista se demuestra en las advertencias de Villalobos, ahora asesor ‘en seguridad’, del gobierno mexicano. Las amenazas de Villalobos resultan preocupantes. Al hablar de la violencia generada por la lucha contra el narco, expone ‘En el caso de México todavía falta tiempo para que se reduzca la violencia’, amén de advertir de manera brutal: ‘creer que este problema (el narcotráfico) se puede resolver sin confrontación y sin violencia es una gran ingenuidad’. (A este respecto, el 10 de octubre, el reportero Antonio Baranda de Reforma citaba al mismísimo Genarco García Luna quien en un foro de The Economist, aseveraba que la violencia en México quizá disminuiría al final del sexenio).
“En lo personal –escribe don Emilio-- no recuerdo si Villalobos cuando luchaba en el FMLN era partidario de la guerra popular prolongada de la doctrina maoísta, pero ahora parece muy convencido de la guerra irregular de desgaste, del desquiciado body count, la respuesta norteamericana a este tipo de insurgencia; dice Villalobos: ‘en toda guerra hay muertos y éstos son un indicador del estado de la guerra misma. Las guerras se ganan generando bajas al enemigo y se pierden cuando se tienen más bajas de lo que el entorno político social propio puede tolerar’.
Como todo asesino por contrato, una labor de Villalobos consiste en expresar cínicamente, sin problemas, lo que otros (sobre todo funcionarios) tienen escozor en manifestar de modo abierto. Acerca de la agudización de la violencia en México como síntoma de victoria, dice Villalobos: “es comprensible que éste sea un tema difícil para ser explicado ante la opinión pública por los funcionarios del estado…”
Para un profesional de la violencia como Villalobos, el costo en sangre en México se halla en rangos aceptables. Nos advierte el ex guerrillero: “Colombia sigue en guerra y a Medellín, su ciudad más violenta, le ha costado 16 años y 70 mil muertos comenzar a revertir una situación de deterioro que tuvo a la sociedad en vilo…” y con esa lógica, nos dice “México, en tres años, ha obtenido progresos más rápidos con costos más bajos…”. O sea, que para el ex insurgente, México no ha cubierto su cuota forzosa de sangre en la guerra norteamericana que Calderón desató en el país.
Todo este tipo de siniestras afirmaciones sangrientas las desarrolló Villalobos ante diplomáticos mexicanos convocados por Calderón para aleccionarlos en el credo propagandístico que habrán de difundir en todo el mundo para sumarse a la campaña de fabricaciones del régimen y así difundir todas esas mentiras en el extranjero.
Pero como la franca brutalidad de Villalobos desentona del lenguaje elegante de los diplomáticos, para suavizar el lenguaje ante ellos Calderón se hizo acompañar de Héctor Aguilar Camín, en cuya revista Nexos el régimen pagó por publicar las advertencias de Villalobos, disfrazadas de artículo.
La --en realidad-- inserción pagada en Nexos como artículo se presentó con un burdo párrafo de introducción que pretendía ser contundente: “en estas páginas Joaquín Villalobos desmonta los argumentos de una mitología que impacta en la opinión…”, queriendo descalificar estos propagandistas a los críticos de la violencia calderonista.
En el esquema propagandístico retroalimentador del régimen, otro jilguero quiso añadir su contribución dizque sofisticada; al loar las fabricaciones del ex guerrillero. En Milenio, Ciro Gómez Leya asegura que Villalobos “echa por tierra con una sencillez deslumbrante esos 12 mitos que propagan quienes descalifican la estrategia del gobierno mexicano”.
¿Así o más burdo?
Índice Flamígero: Finalmente, el titular de la SEP Alonso Lujambio inició la conformación de su propio equipo. La anterior titular, Josefina Vázquez Mota, llegó a pensar que tenía escriturada para sí dicha cartera de la (fallida) Administración calderonista. Su respuesta en medios ha sido feroz en contra del organismo sindical titular del contrato colectivo de trabajo, al que así da una victoria en una batalla que ni siquiera libró. La decisión fue de Lujambio porque, ahora sí, él quiere tomar las decisiones y no esperar, cual sucedía, a que sus subsecretarios acordaran primero con la conflictiva “Chepina”.
TODO INDICA, ME dice el corresponsal don Emilio Treviño, que en 2010 habrá un empeoramiento de la violencia desatada desde 2006 por el señor Felipe Calderón “para apuntalar su creciente debilidad. Por una parte y contra toda evidencia, este señor insiste (y se la cree) en un repunte económico, a partir de indicadores endebles y artificiales. Pero como para él la realidad es un conjunto de tonterías, ya decretó que 2010 será el año de la recuperación. En ese sentido, se desentenderá del frente económico, ya recuperado (sic), y buscará profundizar en la violencia destructiva con todos los medios a su alcance, para inflar su deteriorada imagen.”
Apunta el señor Treviño, asimismo, que la violencia previsible por parte de la Administración se acompañará de intensas campañas desinformativas y de fabricación de mentiras, como ha sido característico de sus métodos hitlerianos de propaganda. En esa campaña, ya se hace acompañar de mercenarios de la pluma, y de auténticos mercenarios como el ex guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, ahora dedicado al negocio de justificar con un seudo conocimiento precario, las agendas demenciales de agudizar la violencia como remedio a la inseguridad.
Tales sugerencias de Villalobos, en su trabajo de consultor contratado por el calderonismo, en un documento disfrazado de artículo en la revista Nexos de enero (“Doce mitos de la guerra contra el narco”), permiten anticipar un envalentonamiento de Calderón que se expresará en mayor violencia para el país.
“Ya de manera brillante las fabricaciones de Villalobos en su ‘artículo’ han sido expuestas por los periodistas Raymundo Riva Palacio, Rafael Cardona, entre otros. Sin embargo, el repunte previsto de la violencia calderonista se demuestra en las advertencias de Villalobos, ahora asesor ‘en seguridad’, del gobierno mexicano. Las amenazas de Villalobos resultan preocupantes. Al hablar de la violencia generada por la lucha contra el narco, expone ‘En el caso de México todavía falta tiempo para que se reduzca la violencia’, amén de advertir de manera brutal: ‘creer que este problema (el narcotráfico) se puede resolver sin confrontación y sin violencia es una gran ingenuidad’. (A este respecto, el 10 de octubre, el reportero Antonio Baranda de Reforma citaba al mismísimo Genarco García Luna quien en un foro de The Economist, aseveraba que la violencia en México quizá disminuiría al final del sexenio).
“En lo personal –escribe don Emilio-- no recuerdo si Villalobos cuando luchaba en el FMLN era partidario de la guerra popular prolongada de la doctrina maoísta, pero ahora parece muy convencido de la guerra irregular de desgaste, del desquiciado body count, la respuesta norteamericana a este tipo de insurgencia; dice Villalobos: ‘en toda guerra hay muertos y éstos son un indicador del estado de la guerra misma. Las guerras se ganan generando bajas al enemigo y se pierden cuando se tienen más bajas de lo que el entorno político social propio puede tolerar’.
Como todo asesino por contrato, una labor de Villalobos consiste en expresar cínicamente, sin problemas, lo que otros (sobre todo funcionarios) tienen escozor en manifestar de modo abierto. Acerca de la agudización de la violencia en México como síntoma de victoria, dice Villalobos: “es comprensible que éste sea un tema difícil para ser explicado ante la opinión pública por los funcionarios del estado…”
Para un profesional de la violencia como Villalobos, el costo en sangre en México se halla en rangos aceptables. Nos advierte el ex guerrillero: “Colombia sigue en guerra y a Medellín, su ciudad más violenta, le ha costado 16 años y 70 mil muertos comenzar a revertir una situación de deterioro que tuvo a la sociedad en vilo…” y con esa lógica, nos dice “México, en tres años, ha obtenido progresos más rápidos con costos más bajos…”. O sea, que para el ex insurgente, México no ha cubierto su cuota forzosa de sangre en la guerra norteamericana que Calderón desató en el país.
Todo este tipo de siniestras afirmaciones sangrientas las desarrolló Villalobos ante diplomáticos mexicanos convocados por Calderón para aleccionarlos en el credo propagandístico que habrán de difundir en todo el mundo para sumarse a la campaña de fabricaciones del régimen y así difundir todas esas mentiras en el extranjero.
Pero como la franca brutalidad de Villalobos desentona del lenguaje elegante de los diplomáticos, para suavizar el lenguaje ante ellos Calderón se hizo acompañar de Héctor Aguilar Camín, en cuya revista Nexos el régimen pagó por publicar las advertencias de Villalobos, disfrazadas de artículo.
La --en realidad-- inserción pagada en Nexos como artículo se presentó con un burdo párrafo de introducción que pretendía ser contundente: “en estas páginas Joaquín Villalobos desmonta los argumentos de una mitología que impacta en la opinión…”, queriendo descalificar estos propagandistas a los críticos de la violencia calderonista.
En el esquema propagandístico retroalimentador del régimen, otro jilguero quiso añadir su contribución dizque sofisticada; al loar las fabricaciones del ex guerrillero. En Milenio, Ciro Gómez Leya asegura que Villalobos “echa por tierra con una sencillez deslumbrante esos 12 mitos que propagan quienes descalifican la estrategia del gobierno mexicano”.
¿Así o más burdo?
Índice Flamígero: Finalmente, el titular de la SEP Alonso Lujambio inició la conformación de su propio equipo. La anterior titular, Josefina Vázquez Mota, llegó a pensar que tenía escriturada para sí dicha cartera de la (fallida) Administración calderonista. Su respuesta en medios ha sido feroz en contra del organismo sindical titular del contrato colectivo de trabajo, al que así da una victoria en una batalla que ni siquiera libró. La decisión fue de Lujambio porque, ahora sí, él quiere tomar las decisiones y no esperar, cual sucedía, a que sus subsecretarios acordaran primero con la conflictiva “Chepina”.
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