El alza de precios para colmar la desesperación social

Álvaro Cepeda Neri

El calderonismo, sin estrategia en su dejar hacer al capitalismo salvaje en el libre mercado (pues consideran un “pecado” intervenir en la oferta y demanda, cuando las economías del mundo, ante la crisis fiscal y bancaria, metieron mano a los mercados controlando precios y subsidiando empresas), ha llevado la crisis económica no a un callejón sin salida, porque las rebeliones civiles por hambre la encuentran, pero sí a una situación que ha colmado a una nación en ebullición social a punto de desbordar su desesperación.

Y para precipitar los posibles desenlaces (guerrillas, revueltas, huelga general y protestas callejeras para impugnar al mal gobierno), los aumentos a los combustibles han empujado los precios a una inflación provocadora.

Puesto que si ya de por sí los precios crecieron por la baja producción, escasez de bienes, bajísimo consumo y falta de inversión, ahora con los aumentos a la gasolina, el diesel más el gas, resultan devastadores para el grueso de la población presionada por la falta de dinero, desempleo, bajos salarios (¡se decretó un aumento de dos pesos!), los despidos recientes y la falta de ahorro.

Si el año pasado fue de estancamiento y generador de padecimientos sociales que acusaron severos apretones de cinturón, el que empieza tiene todas las características de un desastre. Los mexicanos, en proporción de 80 millones, carecen de los medios mínimos para resolver, por poco que sea, su demanda alimentaria.

En su “mensaje”, que parece testamento, Calderón ha querido justificar el aumento de precios generalizado jalados por las constante alzas en gasolinas, cuando ni en el vecino país del norte el equivalente a un litro (ellos miden por galones) se cotiza a la mitad del precio mexicano. Y éste es más del triple en comparación a otros países.

El calderonismo está en quiebra, pues con una deuda interna de su gobierno de más de 2 billones de pesos, apenas cuenta con poco más de 91 millones de dólares en la reserva del Banco de México (en bóvedas estadounidenses), luego entonces la nación, sus más de 100 millones de mexicanos, estamos ya en el fondo de la crisis.

Las empresas privadas han subido los precios de servicios y bienes. Lo mismo las administraciones públicas. Unas y otras sacrificando sus ganancias, podrían haber mantenido los precios como estaban después de las tonterías de la epidemia gripal cuando Calderón, a nivel federal, y Ebrard en la capital del país, paralizaron todo y sumieron a la sociedad en una catástrofe económica.

Ésta, seis meses después, presenta hechos de la desesperación social ante la escasez de dinero para comprar los productos más necesarios: alimentos y pago de servicios, cuyos precios fueron intencionalmente aumentando hasta ser inalcanzables por los consumidores. Estamos en un callejón sin salida pacífica e institucional, y la olla de presión está por volar la tapa y dejar salir la desesperación acumulada por el mal gobierno y la pésima administración del calderonismo que además, soltó ya el control del timón de la nave estatal y ésta va a la deriva.

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