Álvaro Delgado
Frente al capitalismo de amigos que ha concentrado la riqueza en una minoría insaciable que ha enviado al infierno de la miseria a más de la mitad de los mexicanos, cuyo más reciente peón es Felipe Calderón, México afronta este 2010 una encrucijada: La fatalidad o el cambio.
La disyuntiva va más allá de los procesos electorales que se desahogarán este año en la mitad de los estados de la República, no sólo porque ningún partido político --menos los de la derecha-- enarbola un programa de auténtica transformación, sino porque a la nación le urge una radical regeneración de su vida pública.
El riesgo de no reencauzar para bien el país no es sólo el “estallido social” del que todo el mundo habla como una posibilidad, pero nadie hace lo suficiente para evitarlo, sino una guerra civil que --como está demostrado en la historia-- es la peor de las confrontaciones por ser entre compatriotas.
Detrás del poder económico y político --el entramado de intereses que impuso y sostiene a Calderón-- está también el poderío militar, policiaco y mediático para la represión contra quienes tienen la convicción de que en México no sólo es necesario sino urgente un cambio auténtico que arranque de raíz tanta simulación.
Está más que claro: De Calderón y de la coalición de intereses que con él cumple medio siglo en el poder sólo pueden esperarse desgracias, como lo acredita la escalada de precios vigente por su vileza de aumentar el precio de los energéticos y sobre lo que ni siquiera tiene gallardía de asumir.
Frente a tal inquina, que tiene polarizada a la sociedad por la profunda desigualdad auspiciada por el capitalismo de amigos que instauró Carlos Salinas desde el sexenio de Miguel de la Madrid --una simbiosis de políticos-empresarios traficantes de influencias--, los mexicanos pueden optar por la desesperanza que adormece o las acciones que nacen de la indignación.
Es falso que los mexicanos estén predestinados a la mediocridad y a la miseria que han impuesto las minorías a través de la historia, prueba de lo cual es que se generaron justamente los movimientos de Independencia y Revolución que este año cumplen dos y un siglo respectivamente.
La prueba de que la transformación es posible lo representa, también, el triunfo de la inteligencia liberal con la Reforma sobre el fanatismo clerical, cuyos herederos son la derecha panista y priista y a menudo también perredista que creen que los mexicanos pueden ser engañados todo el tiempo.
Dicen los viejos que cada cien años el pueblo se enoja. Y sí: Es preferible la ira que la indolencia, la irritación que la mansedumbre, la inteligencia a la estupidez…
Apuntes
Luis Héctor Álvarez, el artífice junto con Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos del pacto con Carlos Salinas para legitimar el fraude de 1988 que profundizó el capitalismo de amigos vigente, ha sido degradado otra vez en la alta burocracia. Dejó la dirección de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y ahora encabeza la Oficina para la Atención a Grupos Vulnerables. En lo que ha terminado el único prócer vivo de la derecha… Su sustituto en esa entelequia es Xavier Abreu, a quien Calderón sacrificó haciéndolo perder para entregar el gobierno de Yucatán al PRI como premio a su toma de posesión… Asciende en el gabinete, a la dirección general de gas natural de Pemex, otro amigote de Calderón, Jordy Herrera, quien fue su secretario particular. Es una posición clave para los grandes negocios. El saqueo, pues…
Frente al capitalismo de amigos que ha concentrado la riqueza en una minoría insaciable que ha enviado al infierno de la miseria a más de la mitad de los mexicanos, cuyo más reciente peón es Felipe Calderón, México afronta este 2010 una encrucijada: La fatalidad o el cambio.
La disyuntiva va más allá de los procesos electorales que se desahogarán este año en la mitad de los estados de la República, no sólo porque ningún partido político --menos los de la derecha-- enarbola un programa de auténtica transformación, sino porque a la nación le urge una radical regeneración de su vida pública.
El riesgo de no reencauzar para bien el país no es sólo el “estallido social” del que todo el mundo habla como una posibilidad, pero nadie hace lo suficiente para evitarlo, sino una guerra civil que --como está demostrado en la historia-- es la peor de las confrontaciones por ser entre compatriotas.
Detrás del poder económico y político --el entramado de intereses que impuso y sostiene a Calderón-- está también el poderío militar, policiaco y mediático para la represión contra quienes tienen la convicción de que en México no sólo es necesario sino urgente un cambio auténtico que arranque de raíz tanta simulación.
Está más que claro: De Calderón y de la coalición de intereses que con él cumple medio siglo en el poder sólo pueden esperarse desgracias, como lo acredita la escalada de precios vigente por su vileza de aumentar el precio de los energéticos y sobre lo que ni siquiera tiene gallardía de asumir.
Frente a tal inquina, que tiene polarizada a la sociedad por la profunda desigualdad auspiciada por el capitalismo de amigos que instauró Carlos Salinas desde el sexenio de Miguel de la Madrid --una simbiosis de políticos-empresarios traficantes de influencias--, los mexicanos pueden optar por la desesperanza que adormece o las acciones que nacen de la indignación.
Es falso que los mexicanos estén predestinados a la mediocridad y a la miseria que han impuesto las minorías a través de la historia, prueba de lo cual es que se generaron justamente los movimientos de Independencia y Revolución que este año cumplen dos y un siglo respectivamente.
La prueba de que la transformación es posible lo representa, también, el triunfo de la inteligencia liberal con la Reforma sobre el fanatismo clerical, cuyos herederos son la derecha panista y priista y a menudo también perredista que creen que los mexicanos pueden ser engañados todo el tiempo.
Dicen los viejos que cada cien años el pueblo se enoja. Y sí: Es preferible la ira que la indolencia, la irritación que la mansedumbre, la inteligencia a la estupidez…
Apuntes
Luis Héctor Álvarez, el artífice junto con Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos del pacto con Carlos Salinas para legitimar el fraude de 1988 que profundizó el capitalismo de amigos vigente, ha sido degradado otra vez en la alta burocracia. Dejó la dirección de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y ahora encabeza la Oficina para la Atención a Grupos Vulnerables. En lo que ha terminado el único prócer vivo de la derecha… Su sustituto en esa entelequia es Xavier Abreu, a quien Calderón sacrificó haciéndolo perder para entregar el gobierno de Yucatán al PRI como premio a su toma de posesión… Asciende en el gabinete, a la dirección general de gas natural de Pemex, otro amigote de Calderón, Jordy Herrera, quien fue su secretario particular. Es una posición clave para los grandes negocios. El saqueo, pues…
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