Tres desgobernadores que se van: Ulises, Fidel y Enrique

Álvaro Cepeda Neri

Para un descanso en forma de brevísima esperanza, de los mexicanos que sobreviven en Oaxaca (con Ulises Ruiz), en Veracruz (con Fidel Herrera) y en el Estado de México (con Enrique Peña), están a punto de que los echen del poder ya que concluyen sus respectivos sexenios desgobernando esas entidades.

Están en su quinto y penúltimo año, para que a finales del año que entra se vayan jubilados, forrados de corrupción (tal y como anda el ex desgobernador de Sonora: José Eduardo Robinson-Bours Castelo quien, no obstante las pesquisas de la Suprema Corte que se encaminan a imputarle responsabilidades por lo de los 49 niños víctimas de homicidios y 74 más dañados de por vida, víctimas del incendio de la Guardería ABC, ya puso una elegante oficina para “grillar” protegido por su socia Elba Esther Gordillo).

Peña Nieto sigue en el umbral del despeñadero, por sus excesos de publicidad, el genocidio de Atenco y otras cosillas ventiladas en dos libros excelentes, del reportero Jenaro Villamil: Si yo fuera presidente. El reality de Peña Nieto, en editorial Grijalbo. Y otras investigaciones.

Pues bien, se va y antes quiere montar su último show como desgobernador: su muy anunciado matrimonio con una “estrella” de Televisa, apodada La Gaviota. Mientras entre el misterio y la sospecha continúa la muerte de quien fuera su esposa, el asesinato de un profesor de tenis y sus alianzas, vía el nefasto grupo de Atlacomulco, con Marcelo Ebrard y lo peor de lo peor del antiguo priísmo que incluye a la Paredes.

Huyendo para adelante está el nefasto Fidel Herrera Beltrán, capaz de todo, millonario, echeverrista y salinista de hueso colorado, pero dispuesto a traicionarlos si se requiere. Se parece, me dice una lectora veracruzana, cuando se pone su gorra, a Memín Pinguín.

Fidel, como Enrique, quiere ser el candidato del PRI a la presidencia. Está en buenos términos con éste, pero sólo hasta que llegue la hora de la verdad. Se cree el Obama jarocho. Y ha hecho de Veracruz una víctima de su pésima administración y de peor mal gobierno oligárquico de ribetes populistas.

El otro que se está yendo (y en cualquier momento lo encauzan al juicio político, tras el veredicto de la Corte inculpándolo de gravísimas violaciones a los derechos humanos), es Ulises Ruiz, el único madracista que queda (porque él y Roberto Madrazo andan creyendo que se agandallarán la candidatura presidencial, de la que fueron despojados –dicen– por el más perverso que los dos, de Zedillo).

Ulises ha desgraciado a Oaxaca, como ningún otro de sus desgobernadores y los ha tenido como Diódoro Carrasco. La entidad va a estallar muy pronto con incursiones guerrilleras que buscan desestabilizarla y cobrarse en Ulises para que no pueda imponer heredero (dice que el senador Toledo). Pero se van tres, hasta ahora escudados en la impunidad y a propósito de ese problema Julio Scherer Ibarra ha publicado un ensayo que debe leerse: Impunidad. La quiebra de la ley. En editorial Grijalbo.

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