Álvaro Cepeda Neri
A los voceros, ya con bozal la mayoría, que son los directores o jefes de comunicación en las dependencia federales, algunas empresas paraestatales y de la administración defeña, les tienen ordenado que por ningún motivo “roben” cámara cuando los de televisión o la prensa escrita, ésta con sus reporteros gráficos listos para imprimir las escenas con funcionarios, estén entrevistando a sus respectivos titulares (de Pemex, de la CFE, verbigracia) y al jefe de Gobierno de la capital del país.
Por cierto y de paso les cuento que si fuera jurado en la próxima premiación de prensa, le entregaría la medalla a la mejor fotografía, al reportero gráfico José Carlos González. Y es que ese periodista logró captar a Calderón cuando éste se apretada con sus dedos las sienes y mostraba un rictus de dolor y amargura.
De tal manera que es una foto que retrata, tras la resaca y avejentado, el gesto de un hombre derrotado, aburrido y cansado de ser el blanco de tantas críticas, descalificaciones y cuestionamientos políticos desde sus compañeros de viaje de la derecha, del centro y de la izquierda (López Obrador insiste en traer a Calderón con “el mecate corto”).
Es lo duro y lo tupido, porque ya de salida, prácticamente (a pesar de su frase: “faltan tres largos años”) no tiene nada que hacer, pues se le escaparon de las manos la inseguridad, la explosiva pobreza, el desempleo brutal y el control, administrativo y de gobierno de la Presidencia.
Pues bien. Resulta que en el noticiero del Canal Once, en su emisión de diez minutos antes de las 19 horas, del viernes 27 de noviembre, estaba Marcelo Luis Ebrard en su conferencia ante los reporteros que cubren la jefatura de gobierno defeño, cuando de pronto apareció, pasado de peso, su vocero Manuel Argüelles.
Éste ha estado en varias jefaturas de comunicación, primero priístas y ahora perredistas; fue vocero de TV-Azteca y por esto lo contrató Ebrard para tener un canal con esa televisora muy “bien aceitado”, para su propaganda. Ahí estaba Argüelles, con cara de dar por terminada la entrevista y quererse llevar a Ebrard a posar para las cámaras de televisión, el medio actual para la propaganda.
En el enfoque de la cámara de televisión, Argüelles asomó medio cuerpo y se vio cuando jaloneaba a su jefe Ebrard, quien se iba a una reunión a la residencia que fue del ex presidente ya muerto (un presidente más del montón): Miguel Alemán, donde fue a recibir un premio y donde estuvo a punto de saludar a Raúl Salinas de Gortari. Pero esta historieta se las comento en otra ocasión.
Lo de ahora es que el vocero defeño, que con Cortázar (¡al fin se matrimonió y su testigo fue su jefe Calderón!) vocero calderonista y David López, vocero de Peña Nieto se han estado reuniendo para diseñar la publicidad a favor de Ebrard y Peña Nieto para sus proyectadas candidaturas. Y es de esperarse que Argüelles no vuelva a meterse a cuadro televisivo. Iba hasta despeinado, salvo que se despeine al estilo punk, para lo cual le faltaron los rayitos.
A los voceros, ya con bozal la mayoría, que son los directores o jefes de comunicación en las dependencia federales, algunas empresas paraestatales y de la administración defeña, les tienen ordenado que por ningún motivo “roben” cámara cuando los de televisión o la prensa escrita, ésta con sus reporteros gráficos listos para imprimir las escenas con funcionarios, estén entrevistando a sus respectivos titulares (de Pemex, de la CFE, verbigracia) y al jefe de Gobierno de la capital del país.
Por cierto y de paso les cuento que si fuera jurado en la próxima premiación de prensa, le entregaría la medalla a la mejor fotografía, al reportero gráfico José Carlos González. Y es que ese periodista logró captar a Calderón cuando éste se apretada con sus dedos las sienes y mostraba un rictus de dolor y amargura.
De tal manera que es una foto que retrata, tras la resaca y avejentado, el gesto de un hombre derrotado, aburrido y cansado de ser el blanco de tantas críticas, descalificaciones y cuestionamientos políticos desde sus compañeros de viaje de la derecha, del centro y de la izquierda (López Obrador insiste en traer a Calderón con “el mecate corto”).
Es lo duro y lo tupido, porque ya de salida, prácticamente (a pesar de su frase: “faltan tres largos años”) no tiene nada que hacer, pues se le escaparon de las manos la inseguridad, la explosiva pobreza, el desempleo brutal y el control, administrativo y de gobierno de la Presidencia.
Pues bien. Resulta que en el noticiero del Canal Once, en su emisión de diez minutos antes de las 19 horas, del viernes 27 de noviembre, estaba Marcelo Luis Ebrard en su conferencia ante los reporteros que cubren la jefatura de gobierno defeño, cuando de pronto apareció, pasado de peso, su vocero Manuel Argüelles.
Éste ha estado en varias jefaturas de comunicación, primero priístas y ahora perredistas; fue vocero de TV-Azteca y por esto lo contrató Ebrard para tener un canal con esa televisora muy “bien aceitado”, para su propaganda. Ahí estaba Argüelles, con cara de dar por terminada la entrevista y quererse llevar a Ebrard a posar para las cámaras de televisión, el medio actual para la propaganda.
En el enfoque de la cámara de televisión, Argüelles asomó medio cuerpo y se vio cuando jaloneaba a su jefe Ebrard, quien se iba a una reunión a la residencia que fue del ex presidente ya muerto (un presidente más del montón): Miguel Alemán, donde fue a recibir un premio y donde estuvo a punto de saludar a Raúl Salinas de Gortari. Pero esta historieta se las comento en otra ocasión.
Lo de ahora es que el vocero defeño, que con Cortázar (¡al fin se matrimonió y su testigo fue su jefe Calderón!) vocero calderonista y David López, vocero de Peña Nieto se han estado reuniendo para diseñar la publicidad a favor de Ebrard y Peña Nieto para sus proyectadas candidaturas. Y es de esperarse que Argüelles no vuelva a meterse a cuadro televisivo. Iba hasta despeinado, salvo que se despeine al estilo punk, para lo cual le faltaron los rayitos.
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