Álvaro Cepeda Neri
La “comida chatarra” tiene en los refrescos de cola, como las bebidas de la Coca y la Pepsi, a los principales causantes de desnutrición, gastritis y adicciones a sus sustancias dañinas. Esos refrescos se han vuelto parte hasta del desayuno en quienes, de los que tienen todavía un empleo, los ingieren para “activarse”. Encima de eso, Pepsi anuncia una nueva presentación con más cafeína y otro producto que sirve como droga, para dizque estimular aún más.
A esto debe agregarse que la crisis ha obligado a más mexicanos a comer tamales de pésima calidad (hasta acedos) que producen al mayoreo miniempresarios junto con pseudoatoles venden contratando a desempleados por más de 14 horas diarias y un salario de comida, cobijo y baño semanal, en calidad de esclavitud.
A las poderosas empresas refresqueras, cuyas patentes reditúan importantísimas ganancias a sus dueños estadounidenses, les hacen muchas concesiones desde los gobiernos municipales, estatales y federal. Y en cuanto hay un evento oficial, las marcas cerveceras regalan sus productos a cambio de publicidad, de tal manera que a los asistentes (como se inició en la propaganda nazi-facista) les entre por los ojos la adicción a esos productos “indispensables”; además, aprovechan cualquier oportunidad y presionan para apropiarse de lugares públicos para anunciar sus productos.
Esas empresas generan, por todo el territorio (pues llegan con su bebidas chatarras hasta los lugares más apartados, a los que no van las huestes de Córdova Villalobos, de la secretaría de Salud ni los demás calderonistas para “ayudar a los que menos tienen”), toneladas de basura que están en las calles, carreteras y que es basura no degradable. Y no les imponen un impuesto por eso.
En cuanto a los árboles de Navidad que han colocado en las afueras de los comercios, patrocinados por Coca-Cola y el “árbol más grande del mundo” en la principal avenida de la ciudad de México, de la Pepsi-Cola con la complicidad de Ebrard el cacique defeño y mano negra del circo Juanito-Brugada, muestran hasta dónde la publicidad de generadores de basura y comida chatarra, tienen intereses con politiquillos del sistema.
Entorpeciendo más el tráfico, sobre todo de automóviles, en la principalísima avenida Reforma (copia de Champs Elysées, Campos Elíseos, de París) que inició el usurpador de Maximiliano, el ídolo conservador de los panistas de entonces), dejó, a cambio de sepa usted qué, lector, porqué este columnista mal pensado solamente puede suponer que por algún soborno, dejó, repito, Ebrard que la refresquera Pepsi-Cola pusiera en el gigantesco árbol navideño sus anuncios.
Igual hizo Coca-Cola en diferentes lugares comerciales. El Jefe de Gobierno del Distrito Federal y sus empresarios que lo alientan para traicionar a López Obrador, se salieron con la suya para hacer de las fiestas navideñas una tribuna para provocar el consumo de bebidas chatarras e inundar de basura al país con sus botellas de plástico. Así que: ¡Felices pepsis y cocas!
La “comida chatarra” tiene en los refrescos de cola, como las bebidas de la Coca y la Pepsi, a los principales causantes de desnutrición, gastritis y adicciones a sus sustancias dañinas. Esos refrescos se han vuelto parte hasta del desayuno en quienes, de los que tienen todavía un empleo, los ingieren para “activarse”. Encima de eso, Pepsi anuncia una nueva presentación con más cafeína y otro producto que sirve como droga, para dizque estimular aún más.
A esto debe agregarse que la crisis ha obligado a más mexicanos a comer tamales de pésima calidad (hasta acedos) que producen al mayoreo miniempresarios junto con pseudoatoles venden contratando a desempleados por más de 14 horas diarias y un salario de comida, cobijo y baño semanal, en calidad de esclavitud.
A las poderosas empresas refresqueras, cuyas patentes reditúan importantísimas ganancias a sus dueños estadounidenses, les hacen muchas concesiones desde los gobiernos municipales, estatales y federal. Y en cuanto hay un evento oficial, las marcas cerveceras regalan sus productos a cambio de publicidad, de tal manera que a los asistentes (como se inició en la propaganda nazi-facista) les entre por los ojos la adicción a esos productos “indispensables”; además, aprovechan cualquier oportunidad y presionan para apropiarse de lugares públicos para anunciar sus productos.
Esas empresas generan, por todo el territorio (pues llegan con su bebidas chatarras hasta los lugares más apartados, a los que no van las huestes de Córdova Villalobos, de la secretaría de Salud ni los demás calderonistas para “ayudar a los que menos tienen”), toneladas de basura que están en las calles, carreteras y que es basura no degradable. Y no les imponen un impuesto por eso.
En cuanto a los árboles de Navidad que han colocado en las afueras de los comercios, patrocinados por Coca-Cola y el “árbol más grande del mundo” en la principal avenida de la ciudad de México, de la Pepsi-Cola con la complicidad de Ebrard el cacique defeño y mano negra del circo Juanito-Brugada, muestran hasta dónde la publicidad de generadores de basura y comida chatarra, tienen intereses con politiquillos del sistema.
Entorpeciendo más el tráfico, sobre todo de automóviles, en la principalísima avenida Reforma (copia de Champs Elysées, Campos Elíseos, de París) que inició el usurpador de Maximiliano, el ídolo conservador de los panistas de entonces), dejó, a cambio de sepa usted qué, lector, porqué este columnista mal pensado solamente puede suponer que por algún soborno, dejó, repito, Ebrard que la refresquera Pepsi-Cola pusiera en el gigantesco árbol navideño sus anuncios.
Igual hizo Coca-Cola en diferentes lugares comerciales. El Jefe de Gobierno del Distrito Federal y sus empresarios que lo alientan para traicionar a López Obrador, se salieron con la suya para hacer de las fiestas navideñas una tribuna para provocar el consumo de bebidas chatarras e inundar de basura al país con sus botellas de plástico. Así que: ¡Felices pepsis y cocas!
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