La despedida de Genaro

Jenaro Villamil

El mismo día que el ministro Genaro Góngora Pimentel afirmó que las decisiones de Estado están en función de intereses políticos o de grupo, el Senado de la República aprobó por mayoría designar como su sustituto a Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, un especialista en amparo, egresado de la Escuela Libre de Derecho, vinculado más al entorno de intereses del gobierno de Felipe Calderón que a las necesidades del máximo tribunal.

Muy pronto observaremos el contraste entre la solidez y la acción jurídica de Góngora Pimentel y lo que ocurrirá en una Suprema Corte ante la llegada de Lelo de Larrea y de Luis María Aguilar, un jurista con amplia carrera en el Poder Judicial, quien sustituye a Mariano Azuela.

La despedida de Genaro Góngora Pimentel constituyó también un recordatorio del enorme vacío que este jurista dejará con su salida del pleno de la Suprema Corte

Góngora no sólo fue el representante de una de las alas "liberales" o de "izquierda" más reconocidas en el máximo tribunal, sino el artífice de dos discusiones clave que dejaron profunda huella en el Poder Judicial: su posición en favor de la despenalización del aborto y su condena a los excesos anticonstitucionales generados por la Ley Televisa.

Incansable, todavía la semana pasada Góngora Pimentel presentó un proyecto de sentencia que le quitaba atribuciones a la SCT para otorgárselas a la Cofetel, a partir de entonces único órgano regulador en materia de radio y televisión.

Aficionado al personaje de Homero Simpson, abierto simpatizante del excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y hábil provocador de discusiones internas, la era de Góngora Pimentel bien puede ser caracterizada como la de un disidente constante de las posiciones mayoritarias y conservadoras de un poder que él conoció muy bien desde sus entrañas, tras 37 años de carrera judicial.

Claridoso, Góngora Pimentel lanzó su última advertencia durante su discurso de despedida del lunes 30 de noviembre. El ministro de origen chihuahuense alertó que de mantenerse la tendencia de mayor inseguridad y de creciente distancia entre la sociedad y el gobierno, "no es necesario tener una bolita de cristal para avizorar sobre el alto riesgo social. Creo que la paz duradera no se logra con confrontaciones o cobro de facturas políticas ni tampoco con falsos triunfalismos".

Góngora, quien fue presidente del máximo tribunal en el periodo de 1999 a 2003, ocupó un lugar privilegiado en el proceso de alternancia y también comparte la expectativa frustrada ante la democratización incumplida, tras la llegada del PAN a la presidencia en el 2000.

Así lo dejó entrever en su discurso del lunes 30 de noviembre, que constituye también un legado y una reflexión del llamado "ministro incómodo" de la Suprema Corte, incómodo para poderes fácticos e institucionales (Televisa, jerarquía eclesiástica, banqueros, gobernadores) que fueron duramente acotados en sus sentencias.

"No desaprovechemos la oportunidad para construir consensos por el bien de nuestra patria. Es hora de dejar atrás divisionismos, porque lo único que se logra es el debilitamiento del Estado", advirtió.

Por ahora, Genaro Góngora no podrá dirigir el Instituto Federal Electoral –cargo para el que compitió sin mucha fortuna ante el veto de las dos fuerzas mayoritarias en la Cámara de Diputados–, pero se dedicará a la enseñanza académica y, muy probablemente, a editar buena parte de sus polémicas sentencias que siempre enriquecieron el debate en la Suprema Corte.

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